Sinfonia de relajación

2.4K 225 32
                                    

Capítulo 8
Sinfonía de Relajación

Vacío y oscuridad. Esas eran las únicas sensaciones que ella había experimentado desde que fue atacada en aquel bosque. Lo recordaba con claridad, su respiración errática, los pasos a su espalda, las laceraciones al tropezarse, el dolor. No importa cuanto tiempo hubiese transcurrido desde ese fatídicos dia: ella lo seguiría recordando a la perfección. Desde la mañana, escuchando los consejos matrimoniales de su madre, hasta la noche, escuchando las palabras de Lionel Luthor. Esa noche la perseguía como si se tratase de una fecha condenatoria. Como una sentencia permanente sobre su cuerpo. Creando angustia y temor.

130 años. Parecía mucho tiempo y a la vez no el suficiente. Demasiado tiempo viviendo. Demasiado tiempo viendo morir a otros. Acomodó el abrigo de cuero negro sobre su torso. Su cabello negro caía corto hasta sus hombros. Lo acomodó con cuidado, girando el rostro hacia la mujer tras la barra del bar donde se encontraba. La pelirroja lanzó una mirada en dirección a Lena, haciendo contacto visual con la vampira. Ella sonrió cuando captó aquellos ojos color caramelo buscándole y la tímida mujer sonrió de vuelta.

-Muy puritana, no será buena en la cama.- comentó Sara chasqueando su lengua antes de tomar de su copa de vino. No es que le agradace el
sabor, ni que pudiese emborracharse, solo, al igual que Lena, amaba pensar que aún podía disfrutar de alguna manera lo que pudiese quedar de su humanidad.

-No importa, me gusta.- susurró Lena, sus ojos verdes seguían a la chica de un lado a otro. La pelirroja podría tener como mucho 26 años, pero conservaba un aire dulce, casi virginal. No era la típica mujer que Luthor llevaría de salida. Por consejos de Sara, mientras menos tuvieses que enseñarles mejor.

-Eres caso perdido.- murmuró Lance, pero sus ojos estaban persiguiendo a una pelinegra al otro lado del bar.

-Esa es una vampira, tiene más de 500 años así que, yo tu, desistiría.- murmuró Luthor enfocando a la mujer que Sara asediaba.

Se trataba de Nyssa Raatsko. Conocida como la heredera del diablo. Las malas lenguas de la ciudad donde residían solían decir que la mujer había sido enterrada durante 150 años en un ataúd. La habían identificado como vampira, y el encierro fue la manera de asesinarle. Era difícil matar a un vampiro. Los que intentaban deshacerse de ella, no encontraron otra forma. El encierro fue la solución. Algunos pensaban que la mujer había enloquecido luego de tanto tiempo en un lugar  donde la única compañía que tenía eran sus recuerdos.

-Es perfecta...siento la piel de gallina de solo imaginar lo que es tenerla en mi cama.- comentó Lance con media sonrisa, dando otro sorbo a su copa de vino.

-Bien...voy a pedir algo de beber.- anunció la ojiverde poniéndose de pie.

Era una excusa. Una excusa no muy buena en realidad. Lance no le prestó mucha atención. La rubia estaba más enfocada en la otra pelinegra que reía en compañía de dos castañas. Lena pensó que su amiga perdía el tiempo, pero prefirió no inmiscuirse. Sara era muy testaruda; no pararía hasta lograr que Nyssa estuviese interesada. La ojiazul tenía toda una vida para lograr eso: no tenía prisa.  Luthor sabía que esa sería la nueva obsesión de la rubia.

Se deslizó entre los comensales con gran facilidad, sonriendo, fingidamente a varios chicos que le quedaron a la izquierda cuando logró apoyar sus brazos de la barra. La muchacha que atendía reparó en ella de inmediato. Lena sonrió y la otra le regresó el gesto mientras servía unas cervezas. La mujer no le sacó la mirada casi en ningún momento mientras intentaba deshacerse de las otras órdenes. A Luthor le hizo gracia la rapidez con la cual logró servir todas aquellas bebidas.

-¿Un Dolcetto?- le preguntó la pelirroja mientras secaba una copa de cristal.

-Ese es el pedido de mi amiga. Prefiero un Bailey.- comentó Lena y la mujer se sonrojó ligeramente.

Instintos: BloodlustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora