Instintos: Bloodlust

La gala II

Capítulo 6
La gala II

El ballet era, por mucho, su baile favorito. Desde muy temprana edad su madre había solicitado que le permitiesen formar parte de la academia de baile de la ciudad. Metrópolis era conocida por tener la mejor escuela de baile. Su padre pronto autorizó su participación en la tan importante escuela. Le enseñaron varios tipos de bailes, algunos muy aburridos y otros extremadamente agotadores. Ninguno superaba el ballet.

Ella había nacido con una virtud. O eso solía decirle su maestra una y otra vez: que había nacido para mover su cuerpo al ritmo de las melodiosas notas. La gracia y la suavidad de sus movimientos la hacían superar por mucho a sus compañeras. Desde esa edad tan prematuras, fue consciente de que cuánto más poder tenía una persona, más conseguía controlar todo lo que le rodeaba. Ella solo pudo tomar clases durante un año. Su padre decidió que debía abandonar las clases para dedicarse a otras actividades que que consideraba óptimas para una niña de su edad.

Lena, Kieran en ese entonces, se enteró, años más tarde, que una de la niñas del grupo era la hija del presidente. La niña había hablado con su padre, llena de celos luego de escuchar los halagos de la profesora a la pequeña pelinegra. El presidente fue quien habló con su padre. Kieran estaba segura que nadie se atrevería a negarle un favor a un hombre con tanto poder. No culpaba a su padre, ni guardaba enojo o rencor hacia él. No podría de todas formas.

Ella entendió lo que significaba ser poderoso muchos años luego. Hacia 70 años había resucitado luego de ser atacada en un bosque el día de su boda. Vagaba por la mansión de los Luthor como un alma en pena, aburrida y hastiada de su propio comportamiento y vida. Hacia treinta años sus padres biológicos habían muerto. Cumpliéndose de esa forma las palabras de Lilian: serás huérfana. En esos momentos lo era, pero de cierta forma, lo había sido desde el momento en que dejó de ser humana.

Chasqueando sus lengua sirvió en una copa una bolsa de sangre, arrugando un poco la nariz ante el aroma fuerte. Se acomodó en la sala, recostada con descuido, subiendo sus piernas sobre la mesa. Probó la bebida. Lamiendo su labios para limpiar el exceso de su boca. La sangre era fresca, no más de tres días. Contuvo el deseo de dejar escapar un gemido de gusto. Su cuerpo se relajó en el sofá. Estaba disfrutando esa bebida tanto como había disfrutado la primera vez que probó una gota de sangre. Su paladar estaba extasiado.

-Vaya...Lilian cada año hospeda bestias más hermosas en este palacio.- la llegada de una voz desconocida la tomó por sorpresa.

Giró el rostro hacia su derecha en busca de la fuente de aquella voz femenina y burlona. La encontró cerca de la puerta. Una mujer que parecía sacada de sus sueños o quizás pesadillas. Vestía unos jeans, anchos en el área inferior de las piernas y ceñidos suavemente a sus muslos. El sueter blanco ligeramente ancho tenía una mancha en uno de sus extremos. Luthor, quien vestía de forma similar a ella, desplazó sus ojos por la figura antes de lamer sus labios.

A pesar de que había pasado mucho tiempo desde que mostraba interés hacia otra persona, Lena era capaz de disfrutar de la belleza cuando tenía oportunidad. La mujer delante de ella era preciosa. Cabello rubio sujeto con descuido, ojos azules divertidos y labios finos. Tenía la piel ligeramente pintada por el sol. La ojiverde buscó un latido, pero solo encontró silencio en aquel pecho. Era como ella. Era la primera vampira que conocía fuera de los Luthor. Nunca se había interesado en salir a las reuniones que hacía la familia, conocer a los de su misma especie.

-Lilian no está. Todos salieron.- habló cuando recuperó las palabras. Volvió a llevar la copa a sus labios, disfrutando el aroma antes de beber.

-Bien. Igual venía a por algo de sangre ¿me puedes dar alguna bolsa o necesitas esperar por Lily?- interrogó la rubia.

-Olvidé tu nombre.- comentó la ojiverde poniéndose de pie, dejando la copa a un lado.