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Actualidad

//Venus//

Estúpida, estúpida, estúpida. ¿Qué demonios Venus? Se supone que solo irías a darle las gracias por los libros y nada más. Mierda, ¿en qué estaba pensando cuando decidí que era buena idea tocarlo de aquella manera?

Quería gritar de frustración, de emoción, pero no podía. Estaba escondida en el baño de mi guardaespaldas, parada en medio de la habitación cuando lo único que moría por hacer era ir y agarrar a ese idiota por el cuello y estampar mis labios con los de él. ¿Quién demonios estaba en su habitación y a esas horas? Se supone que en ese piso solamente estamos él y yo. Respiré lo más silencioso y profundo que podía, en un intenso por disminuir el ritmo de mi corazón por temor a que alguien además de mí lo escuchase, lo cual era absurdamente imposible. Todo mi cuerpo temblaba, aunque no sabía si era por nerviosismo o por la adrenalina que ese simple rose de labios me había dejado.

Cuidadosamente, caminé hacía el inodoro con la intención de sentarme sobre él hasta que Matthew fuese a buscarme. Tomó todo de mí el bajar la tapa de la taza sin hacer un solo ruido, pero valió la pena cuando me senté. Fue como si todas las emociones junto a aquellos minutos que estuve a solas con el pelinegro hubiesen drenado toda mi energía. Sin embargo, mi mente estaba despierta e inquieta, rogando porque nadie se diese cuenta de mi presencia pues apenas era consciente de lo mal que se vería si alguien me encontrase en la habitación de mi guardaespaldas.

Eso no lo pensaste, ¿o sí? No pensaste en ninguna maldita consecuencia Venus, ¿qué hubiese pasado si nadie hubiese interrumpido? ¡SE HUBIESEN BESADO! Joder, ni conoces bien a Matthew, además es tu jodido guardaespaldas, ¿cómo crees que reaccionara tu padre?

Una vocecita dentro de mi cabeza no dejaba de regañarme, la odiaba, pero tenía razón. No pensé cuando me acerqué a Matthew, cualquier rastro de sentido común se desvaneció cuando mis dedos tocaron su piel, cuando sentí su respiración tan cerca de mí. Podía debatir que el ver su piel manchada con aquellos enfermizos tonos de morado y verde me habían impulsado a asegurarme que todo estuviese bien porque, a pesar de todo, la culpa dentro de mí no se iba. Sin embargo, aquel argumento dejó de tener algún tipo de validez porque al primer contacto de mis dedos con su pecho, cualquier rastro de cordura se esfumó. Me quedé ahí, saboreando cada una de las sensaciones que comenzaron a burbujear en mi interior. Dejé que la evidente tensión sexual entre ambos se hiciera cargo de dictar cada uno de mis movimientos, no iba a ser hipócrita y negarme a mí misma que mi jodido guardaespaldas me atraía, que la razón por la que nuestro primer encuentro fue tenso se debía al miedo y al inesperado deseo de saber cómo sería el sabor de su boca. Nadie se había metido bajo mi piel de manera tan repentina y, sobre todo, tan fácil. Matthew encendía todos mis interruptores con una simple acción y no sabía cómo sentirme al respecto porque repentinamente todo se volvía caótico y confuso.

No necesitas más drama en tu vida, Venus. Es obvio que a Matthew también le atraes, ¿y luego? ¿Qué sigue?

Mi cuerpo se estremeció con el sólido recuerdo de nuestros cuerpos a centímetros de tocarse, el latir de mi corazón aceleró su ritmo con el recuerdo de la calidez de su cuerpo, de su aliento sobre mis labios. Me podía quedar toda la vida recordando aquel momento y disfrutaría cada segundo de ello. Sin embargo, la intensidad de su mirada fue lo que terminó por consumirme, el tono ronco de su voz instándome implícitamente a correr el riesgo de lo que conlleva algo más que un simple beso porque yo sabía. Ambos sabíamos que, si aquel beso se daba, terminaríamos desnudos y con nuestros cuerpos entrelazándose debajo de las sábanas de su cama, podía apostarlo y el saber que eso no me importaría me hacía sentir confusión.

Tuve una época donde yo era así, impulsiva, en la cual no pensaba las consecuencias porque al final cada decisión que tomaba me hacía sentir viva. Matthew estuvo a nada de dejar que aquella Venus volviese a aparecer, que emergiera de aquel baúl oscuro donde la había encerrado y eso me dejaba un amargo sabor de boca pues eso solo me recordaba que todo en la vida trae consigo una serie de consecuencias. No conocía nada acerca de Matthew, y aunque eso no hubiese sido impedimento en un pasado para acostarme con él, ahora sí lo era. Había algo acerca de él que me resultaba tan misterioso, impredecible, salvaje y peligroso, parte de mí quería averiguarlo, pero correría un riesgo innecesario porque eventualmente todo terminaría mal. Hubo un tiempo en el que odié a la persona que había sido, estuve a nada de caer del borde el abismo en el que yo sola me había puesto, sentí que había defraudado a todos, lo peor era el sentimiento de saber que de cierta manera había decepcionado a mi mamá. Sin embargo, George apareció en mi vida y me ayudó a madurar, a convertirme en la persona que soy actualmente, sin embargo, aquel cambió llegó demasiado tarde.

Me - You (Matty Healy) En PausaWhere stories live. Discover now