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Actualidad.

Ella se despertó con el mismo sabor amargo en los labios, la sensación de que estaba viviendo en el cuerpo de alguien más, pero no era así. Los recuerdos de ayer inundándole en olas grandes y precipitadas, si ella no estuviese dentro esas paredes pintadas de un rosa pastel, podía jurar que todo había sido un mal sueño.

No lo fue.

La castaña sabía que tenía un padre, su madre no se había embarazado por obra del espíritu santo, pero nunca tuvo aquella figura paterna en su vida. En los recuerdos de su niñez solo estaba su madre, algunos destellos de los que habían sido sus abuelos, pero nada más. Ella nunca pidió saber algo más del hombre que le dio la vida, nunca tuvo la curiosidad de saber sobre él porque, en su mente, si su padre no estaba presente, era por decisión propia. Su mamá había hecho un buen trabajo educándola, y las veces que había necesitado de una figura paterna, Sulu – el mejor amigo de su mamá que al mismo tiempo era su guardaespaldas personal – había estado ahí para ella.

Nunca había visto fotos de su padre, así que desde que le dieron la noticia de que se iría a vivir con él, dudó de que realmente un lazo de sangre les uniera porque, ¿cómo es posible que apareciera hasta ahora y decidiera controlar su vida? Sin embargo, aquella idea quedó descartada cuando lo vio ayer.

Todo había sucedido en un borrón, como si ella simplemente lo hubiera visto a través del televisor. Su cuerpo había estado presente, sus labios se habían movido, había sonreído fingidamente e incluso había aparentado emoción cuando se vio sumergida en varias cajas que contenían lujosos regalos. Sin embargo, su mente nunca dejó de girar, de gritar que aquello era irreal y pronto despertaría en su antiguo cuarto.

La castaña mantuvo la compostura lo mejor que pudo cuando lo único que quería era estar sola y llorar hasta que su cuerpo decidiera que había sido suficiente. ¿Cómo le haría para vivir en aquel lugar cuando apenas era capaz de mirar a su propio padre? El hombre era un completo extraño para ella, ambos eran unos extraños, pero él había decidido olvidar el hecho de que nunca estuvo en su vida. El hombre la rodeó entre sus brazos, le acarició las mejillas con cariño y se encargo de bombardearla con preguntas, como si no se hubiesen visto en una semana, como si existiera una verdadera relación entre ellos.

No la había, lo único que les unía era un estúpido lazo de sangre.

Podía jurar que había caído en la dimensión desconocida, donde todo era lo opuesto a lo que debía ser. Su padre en ningún momento le ofreció una explicación, todo lo contrario, intentó entablar una conversación, se mostró feliz y entusiasta mientras que la ojicafé torpemente trataba de hilar dos palabras seguidas debido a que su mente estaba nublada y confusa porque nunca se esperó aquello. Ella había pensado que todo sería rápido y práctico, incluso que nunca lo vería, que solamente le daría una cordial bienvenida y unas cuantas reglas y cada quién podía seguir con sus asuntos.

Lo peor de todo había sido cuando George se coló a su habitación. Al verlo, ella se abalanzó a su cuerpo, abrazándolo como si fuera un bote salvavidas que le impediría ahogarse en aquel mar negro. No le importó la actitud del castaño cuando llegaron al lugar, ella lo necesitaba porque era lo único en su vida que era familiar.

No obstante, todo se derrumbó cuando George le comunicó que estaría fuera por varios días. No le dijo por qué, simplemente soltó aquella bomba para después darle un beso en la frente y dejarla sola, parada en medio de la habitación, sintiéndose estúpida y sola.

La castaña estaba en un carrusel que no hacía otra cosa más que girar, subir, bajar y el ciclo se repetía y temía que nunca podría bajarse de aquel juego mecánico. 

Me - You (Matty Healy) En PausaWhere stories live. Discover now