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Actualidad.

Lo que sucedería a partir de que abordase aquel vuelo era incierto, era nuevo y aquello le asustaba. Siempre había pensado que su vida sería de determinada forma, pero el destino le rompió aquella idea de manera cruel e inesperada. Era como si hubiese vuelto a ser un bebé que apenas estaba aprendiendo a caminar, sin embargo, esta vez no tenía ese gran pilar que le impulsó la primera vez; estaba por su cuenta.

Bueno, lo tenía a él.

Su corazón aún no había dejado de doler a pesar de que ya había transcurrido casi un mes, y lo más probable era que aquel dolor nunca le dejase; que simplemente se hiciera más tolerable, pero nunca desaparecería. Y aquello estaba bien, pues aquel dolor sería otro recuerdo más que le daría la fuerza para luchar tal y como le prometió a la hermosa mujer que le dio la vida. Nunca pensó que eso sucedería, menos tan repentinamente y de manera tan cruel, sus pesadillas nunca se irían y el miedo sería su depredador personal. El rumbo de su vida se le estaba yendo de las manos, todo era abrumador y aterrador, ¿qué sucedería? ¿cómo seguiría adelante? Su mente no dejaba de gritar esas dos preguntas, y de alguna forma tenía que averiguar las respuestas porque lo había prometido y lo cumpliría a pesar de aun sentir el sabor cobrizo de la sangre en su paladar, de sentir la piel de su rostro y manos manchada por aquel líquido rojizo y espeso. No había una sola pieza intacta en su interior, todo estaba roto en pequeños fragmentos y apostaba que se quedaría de esa manera hasta que diese el último suspiro saliese de sus labios. Ni la melodía más perfecta del mundo le ayudaría a borrar los ecos de la muerte perforando sus oídos sin descanso, pero tenía que seguir.

"Vuelo 1975 con destino a Londres, Inglaterra, favor de abordar por la puerta 12. Gracias."

La voz de la mujer a través del altavoz le puso los vellos de punta, el corazón rebotando en su caja torácica de manera rápida y dolorosa. Podía sentir como las palmas de sus manos se volvían sudorosas, al mismo tiempo que sentía como su boca se secaba y el aire parecía insuficiente. Estaba a punto de tener un ataque de pánico, pero el toque familiar de una mano familiar envolviendo la suya en aquella calidez reconfortante lo impidió.

— ¿Estás bien? — La voz profunda era como un bálsamo, alejando por aquel instante todo el miedo e inseguridades que abundaban en sus pensamientos.

— Sí. —Le contestó, mirando los ojos de aquel hombre alto que se había convertido en un pilar fundamental de su vida. — Estarás conmigo, ¿verdad?

— Siempre. —Respondió el de cabellos castaños sin siquiera dudarlo, él siempre estaría con ella. — ¿Lista?

Ella suspiró, mirando los ojos cafés de su mejor amigo. ¿Estaba lista? Absolutamente no, ella simplemente quería levantarse y huir, pero no podía.

— Lista. — Contestó, entrelazando sus dedos con los de él. — Vamos, George.

Ambos se levantaron de sus asientos y comenzaron a caminar a la puerta 12. Las piernas de la chica temblaban como gelatina y el castaño lo notó por lo que liberó su mano para después rodear sus hombros con el brazo, refugiándola en su costado pues él era consciente de que todo cambiaría.

La chica aferrada a su torso pronto entraría en un mundo completamente extraño, al cual siempre perteneció por sangre, pero nunca fue consciente de ello. Él estaría a su lado, y no por una obligación laboral pues aquello había acabado hace años, lo haría porque la quería y se había jurado a sí mismo que la protegería de todo.

George había entrado a la vida de la castaña como la persona encargada de cuidar su vida, pero el tiempo transcurrió y algo más que un simple lazo laboral los unió. Él ya no era más un empleado que la madre de la chica había contratado, George se había convertido en su mejor amigo. El comienzo de su amistad fue complicado pues George era lo bastante inteligente para saber que no debía cruzar líneas con ella, todos los que trabajaban en esa casa sabían quién era ella realmente y las consecuencias que implicaban un paso en falso. Sin embargo, él se vio arrastrado por esos ojos cafés y aquella personalidad única, era como si ella fuese el tornado más peligroso de la historia; la fuerza de sus vientos te jalaba peligrosamente al centro para nunca dejarte ir y estabas bien con ello pues nunca habías visto semejante y hermoso desastre natural tan cerca.

El castaño aún podía recordar aquel sentimiento de desosiego cuando estuvo a punto de fallar en su misión, nunca había experimentado aquel terror ciego y decidió que no quería volver a sentirlo nunca más. George nunca se desharía de la culpa por haberle fallado a su mejor amiga, pero haría lo que fuese para que la transición que la castaña estaba a punto de experimentar fuera lo menos dolorosa posible.

George Daniel lo sabía.

Ella no lo sabía.

La vida que ella creyó conocer no era nada más que una triste ilusión que su madre había construido para protegerla y que tristemente estaba a nada de descubrir. 

Me - You (Matty Healy) En PausaWhere stories live. Discover now