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Tres años atrás.

A los ojos de cualquier persona Matthew Healy era un hombre de 26 años que había nacido en los barrios pobres y peligrosos de Inglaterra. Cualquier persona que investigara su pasado encontraría una mala historia triste y típica de un delincuente; estudios inconclusos, su padre fallecido cuando él apenas era un niño y un suceso desafortunado que terminó por quebrar a su familia. Una vida de mierda que eventualmente le conduciría a caer en malos pasos.

Sin embargo, él tenía otra vida que la MI6 le había brindado hace 7 años. La agencia nunca dejaba cabos sueltos, cualquier información sobre sus agentes y empleados era tan protegida como la mismísima Reyna; no había muchos expedientes físicos y los que habían eran tan difíciles de encontrar que sería más fácil y sencillo encontrar a pie grande que esos papeles. Ninguno de sus agentes sería descubierto, al menos no por un descuido de información filtrada.

La MI6 había descubierto a Matthew Healy, o mejor dicho el agente 102, cuando el Capo Amaya estuvo por primera vez bajo su radar. Era bastante complicado que la agencia reclutara a personas de bajo perfil social o sin recomendación por parte de algún otro agente o director, no obstante, el agente 102 tenía motivación y nada que perder; eso sin contar el hecho de que aquel muchacho había estado investigando por su cuenta los movimientos del Capo. Al principio lo reclutaron como carnada que le sería tendida a Amaya en el momento exacto, pero aquello cambió cuando aquel muchacho sobresalió en cada uno de sus entrenamientos. Resultó que, a pesar de su desgarbada figura, el recluta Healy era bastante mortal y eficaz en los combates físicos; probablemente le ayudaba su delgadez y su altura para ser más rápido que su oponente. Eso sin mencionar lo sorpresivamente certero que era con armas blancas y pistolas. Probablemente lo único malo de aquel entonces recluta (y que todavía lo es), era su actitud de mierda, egocéntrico, arrogante, y sarcástico hasta la médula. Aquella actitud le costó un sin fin de amonestaciones, pero el recluta nunca se arriesgó demasiado a que le diesen una patada en el culo porque eso significaba perder la única oportunidad real que tenía de matar al Capo.

Desafortunadamente, durante esos siete años ninguna ventana real se abrió para por fin lograr que Amaya cayese. La MI6 nunca dejó que el caso de Alberto Amaya se enfriara, siempre seguían cada pista, cada rumor, incluso aunque su veracidad fuese cuestionable; el recluta Healy tampoco dejó de investigar sobre todo porque ahora él tenía los recursos de la agencia al alcance de sus dedos. Sin embargo, la agencia no podía dejar pasar la oportunidad de cerrar otros casos y fue por eso que el recluta Healy no tardó mucho en convertirse en el Agente 102. Todos sabían que la actitud del Agente 102 tendía a ser un problema, cuya lengua afilada estaba cargada de veneno cuando se veía rodeado de personas que no le agradasen (que prácticamente eran todos, menos el agente 19), pero nadie podía reprocharle que no hiciese un trabajo limpio y eficaz. Aquel agente era un enigma para todos, era un maldito camaleón que podía suprimir sus verdaderas emociones en un santiamén y todos lo adjudicaban a su terrible historia familiar, nadie podía decir con certeza cómo era o inclusive cuando estaba siendo un jodido sarcástico, a menos que el mismo agente lo quisiese de esa manera.

El Agente 102 no tenía la fachada de ser un agente de la MI6, al menos no cumplía con el prototipo que siempre era mostrado en las películas de acción. El Agente era delgado, con poca musculatura, patrones de tinta adornando varios centímetros de su piel, rulos adornando su cabeza y honestamente no era la persona más alta del mundo, pero eso era más que suficiente para colarse en una de las calles que manejaba el Capo y tratar de vender la droga que la agencia le había proporcionado. Y como si fuese un guion de alguna obra, la gente de Amaya lo detuvo tan rápido como llegó al territorio para después terminar en una habitación sucia y con olor a humedad mientras se decidía qué hacer con él, no sin antes haber recibido una golpiza por parte de los gorilas del Capo.

El pelinegro había estado detrás de Amaya por mucho tiempo, casi hasta el punto de obsesionarse con él. Así que no le sorprendió el hecho de que todo saliese de acuerdo con el plan. El Capo había estado impresionado por la altanería o estupidez de aquel muchacho al ir a su territorio para vender su propia droga, sin aviso y sin permiso; eso le causó desconfianza. Amaya lo mandó a investigar a aquel muchacho porque a pesar de que el pelinegro tenía 26 años, a los ojos del Capo todavía era un mocoso de la calle que, por la ropa sucia y el aspecto de desnutrición, podía pertenecer a la calle.

Fue así como después de una plática consigo mismo y después de leer todo lo que encontró de Matthew Healy, le ofreció trabajo.

Me - You (Matty Healy) En PausaWhere stories live. Discover now