Ángel vs Humano

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En la pantalla del celular no paran de aparecer las notificaciones de mensajes y llamadas perdidas.

CHATS

Derek
"Disculpa lo de anoche"

Ethan
"Lo siento"

Linnet
"Ahora tengo guardaespaldas 24 horas al día. ¿Cómo manejas eso? El tío Henry insiste que es lo mejor, al menos por unas semanas"

Darren
"¿Por qué tan perdida?"

Elizabeth
"Tú padre está preocupado. Dice que habló contigo esta mañana y no estás de acuerdo con tener guardaespaldas. Por favor, hija, piénsalo al menos"

***

Le di un vistazo y respondí a los tres últimos. Darren no respondió y le marqué, contestó al tercer o cuarto tono.

—Hola —. Dijo jovial como siempre.

—Hola, Darren. Sé que ya te dieron de alta. Quiero visitarte, pero no sé donde estás.

—Estoy en mi apartamento. ¿Quieres venir?

—Sino te molesta.

—Por supuesto que no. Me alegraría tener compañía. Mi enfermera solo viene una vez al día y no es muy sociable.

Por el tono de su voz lo imaginé sonriendo y yo también lo hice.

—Pásame la dirección. Ya salgo para allá.

Me despedí y colgué, después salí de la habitación. Mientras bajaba en el ascensor llegó el mensaje de Darren con la dirección de su apartamento. En la recepción del hotel estaban algunos miembros del personal de seguridad de la familia Middelton. Los reconocí por sus trajes negros y porte militar. Me coloqué los lentes de sol aunque afuera no hicieran falta y me escabullí, junto con un grupo grande de personas, miembros de una orquesta que se hospedan en el hotel. Tan pronto estuve en la calle tomé un taxi y le indiqué hacia donde dirigirse.  Aproximadamente veinte minutos más tarde habíamos llegado al destino. Me anuncié en la recepción del edificio y me dieron acceso casi inmediatamente. El elevador se detuvo en el piso 21. Las puertas se abrieron directamente en el apartamento de Darren. Él está a mitad de la sala, con un jeans azul desgastado y una playera gris que dice Vanz. Su rostro se iluminó y yo me alegré de verlo recuperado casi por completo. Aunque tiene el semblante algo pálido todavía y se nota que bajó al menos unos tres kilogramos, se pone de pie para saludarme y sonríe. Eso es bueno. Viene a hacía mí caminando descalzo y pienso que es la primera vez que lo veo con un atuendo despreocupado, tan típico de estar en casa. 

—¿Cómo te sientes? —le pregunto cuando lo abrazo. 

—Mucho mejor  —me dice mientras me invita a pasar con un gesto de cabeza —. Me dieron reposo médico por tres semanas, pero ya siento que puedo volver al trabajo. 

—Debes descansar —digo al seguir y tomar asiento en el sofá —. Si el doctor dice que son tres semanas de reposo no lo contradigas. 

—Tranquila. Lo único que digo es que ya me siento bien. 

(...)

Darren pidió un domicilio a la hora de la comida. Como no tuvo tiempo de ir al supermercado, la alacena y nevera están casi vacíos. Únicamente hay una caja de cereal a medio comer, yogurt, una botella de vino blanco, agua mineral y algo de frutas. 

—¿Cómo sobrevives? —le digo y el esboza una sonrisa —. Hay que ir a la tienda.

—Estoy de acuerdo.

Dos VidasWhere stories live. Discover now