Una declaración

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Mi corazón se contrajo al no escuchar la respuesta deseada. Por más que intentaba suprimir mis sentimientos, ellos continuaban luchando por liberarse. Así que tuve que enumerar mentalmente mis prioridades para salir del transe en el cual me sumergía cuando pensaba en todo aquello.

Todavía no entendía como eso lograba afectarme tanto, o mejor dicho, no quería entenderlo porque me angustiaba tener que reconocer que mis sentimientos por Derek, iban fortaleciéndose día a día. Resultaba sumamente tormentoso para mí no tener ni siquiera el control de mis propios sentimientos. En ese sentido, casi me hallaba a la par de un barco a la deriva. Estaba naufragando lenta y peligrosamente.

Despojé de mi mente todo pensamiento incómodo y me enfoqué en otras cosas...

Ahora, estando ya tranquila, serena y sintiéndome más segura pude prestar atención a detalles que antes había pasado por alto. En medio de mi deleite, absorbí el aroma del perfume masculino que se escapa de sus prendas de ropa, me agradó la calidez que genera su cuerpo, me fijé en sus anchos hombros y guardé en mi memoria esa imagen de chico malo que proyecta, lo cual a su vez, resulta arrolladoramente sexy.

El camino que estaban tomando mis pensamientos en aquel instante no me estaba ayudando mucho, así que sacudí ligeramente mi cabeza para tratar de que mi mente quedase en blanco, después, dejé de ocultar el rostro tras la espalda del chico y permití que la brisa lo acariciara. El viento desordenó mi cabello rápidamente, pero no me importó. Cerré los ojos y poco a poco me fui relajando hasta llegar al punto de soltar a Derek y estirar mis brazos en el aire.

Fue un momento liberador, que solo duró eso, un momento. Porque al llegar a casa la tensión volvió hacer acto de presencia.

—¿Quién más sabe sobre esta faceta tuya? —pregunté antes de que Derek, desapareciera de mi vista.

—Nadie. Y así debe continuar —respondió tajante.

—¿Ni siquiera tu hermana sabe lo que haces?

—Ella no tiene necesidad de saberlo y realmente espero contar con tu absoluta discreción.

Me molestó su actitud y respondí a la defensiva.

—No me interesa divulgar tus extraños pasatiempos. Puedes hacer de tu vida un circo si eso gustas...

Derek tensó su mandíbula y se acercó a mí antes de decir:

—Esa vida llena de privilegios de la que haz gozado desde el mismo momento de tu concepción, te ha mantenido en una burbuja que no te permite ver más allá de las tonterías a las que llamas problemas —frunció el ceño y continuó diciendo —. Tú no sabes nada de nada, no sabes que se siente estar al borde de un abismo o del colapso total, tocar fondo, o sentir que el mundo se desmorona bajo tus pies y aún así mantenerte firme porque alguien más necesita de ti. Definitivamente no me conoces lo suficiente y nada te da derecho, a venir a juzgar aquello que me ha permitido liberar las presiones desde que mi vida se volvió una mierda. —Marcó con resentimiento esa última frase.

Verlo soltar todo ese veneno me dejó sin palabras. Ahora mismo, no sabía que responder ante eso. Bajé la mirada tratando de hallar mi propia voz y me sentí fuera de balance. Él se quedó plantado frente a mí con una expresión de pocos amigos.

—No pretendo juzgar a nadie y mucho menos tus acciones. La verdad, solo quería entender por qué lo haces —le dije y el suavizó ligeramente su expresión. Ignoré eso y pasé junto a él para ir a mi habitación.

—Hailee... —le escuché llamarme, pero el nudo que se había formado en mi garganta no iba a dejarme seguir hablando.

No quise quebrarme una vez más frente a él e hice como si no lo hubiese oído y seguí subiendo los peldaños de las escaleras. Fui hasta la habitación y al entrar cerré la puerta con seguro. Me acosté sobre la cama y deseé desaparecer de ese lugar.

Dos VidasWhere stories live. Discover now