Fiesta de Aniversario

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—¿Están hablando en serio? —les dije a todos.

El encargado de la campaña que trabaja para Henry, no hizo más que meter su nariz en los documentos que tenía en sus manos. Darren, como de costumbre, trató de ser el mediador y explicar lo que acabábamos de oír. Por su parte, Derek no tomó parte en la discusión, solo era un observador silencioso. No supe si estaba de acuerdo con el resto o si simplemente ya había tenido suficiente en un día como para acabar discutiendo un asunto previamente decidido por un dirigente de campaña política. Elizabeth trató de convencerme diciendo que aquel teatro sería lo mejor para apaciguar a la prensa y moldear la forma en que los tabloides lanzarían la noticia, que involucraba a la familia y especialmente a mí, en la investigación de un delito.

—Es una fiesta que tu padre y yo organizamos cada año. Aprovechamos la ocasión para recaudar fondos que van dirigidos a diferentes fundaciones o actividades benéficas —añadió Elizabeth.

—Este año todo lo que recaudemos irá especialmente dirigido a los familiares de las víctimas —resaltó Henry.

—¿Y por qué no simplemente tomamos todo el dinero que se invertirá para organizar la dichosa fiesta y lo donamos a esas familias? —miré a cada uno de los presentes y dije —. Es irrespetuoso ofrecer una fiesta cuando hay familias enteras sufriendo el dolor de una perdida. ¿Acaso no lo ven? Será desagradable.

—Millones de personas mueren todos los días. El mundo no puede paralizarse debido a eso. Recuerda que estamos tratando de minimizar el impacto negativo que podría llegar a reflejarse en las encuestas que por el momento favorecen a tu padre —respondió McAdams, el asesor político de Henry.

No podía creer lo que mis oídos habían escuchado.

—Eso es tan cliché. Dignas palabras de un político. Primero las encuestas y los votos, segundo sus intereses personales y jamás piensan en lo que verdaderamente importa, servir honradamente.

—Tienes mucho camino por recorrer, niña, por eso entiendo tu opinión. Yo también fui un idealista en cierto momento de mi vida. Pero la realidad del mundo en que vivimos no consiste en ganar, ganar —dijo mientras acomodaba su corbata —. La historia se ha encargado de mostrarnos que una civilización debe perecer para dar paso a una más pujante, avanzada o fuerte. Unos ganas y otros pierden, unos viven y otros mueren, unos gobiernan el mundo y otros son gobernados. Eso nunca a cambiado y ciertamente jamás lo hará, jovencita —me observó a los ojos y continuó diciendo —. No vale la pena tantas molestias, porque a la final será como luchar contra un objeto inamovible.

Escuchar aquello con tanto cinismo provocó que mi sangre hirviera. Miré a Henry y me molestó, todavía más, el hecho de que no fuera capaz de decir algo para contradecirlo.

—Que gran contribución, señor McAdams. Debe estar orgulloso —le dije con sarcasmo —. Yo no dudaría en incluirlo en los libros de historia. De esa manera las nuevas generaciones pondrían saber que personas e ideales como el suyo, hacen que el mundo avance derechito al inodoro.

—Hailee Jane Middelton, retráctate inmediatamente. —exigió con severidad, Henry.

—¿Y dónde quedó el derecho a la expresión en esta casa? —pregunté.

—Hailee contrólate frente a las visitas. Y pide una disculpa, por favor —me pidió Elizabeth con delicadeza.

McAdams estaba que explotaba de indignación y el dirigente de campaña no podía creer lo que le había dicho a su compañero de trabajo. Por otro lado, Henry se encontraba furioso conmigo, Darren no dijo una palabra y Derek tuvo que hacer malabares para ocultar la risa.

—Está bien. —Le dije a Elizabeth.

Entonces me planté frente a McAdams para decirle:

—Lamento mucho si mis palabras lo incomodaron, señor McAdams —en ese instante sus aires de superioridad iban en ascenso, pero su semblante decayó cuando añadí —. De igual forma, seguramente la historia también a debido enseñarle que algunas verdades duelen.

Dos VidasWo Geschichten leben. Entdecke jetzt