Caen las barreras

515 53 5
                                    

Desperté sobre una superficie blanda. Tardé unos segundos en reconocer que estaba en casa de los Middelton, exactamente en la habitación de Hailee.

<<¿Cómo llegué aquí?>> Pensé enseguida.

Afuera llueve a cántaros. Parece haber una tormenta eléctrica. La estancia se ilumina cada tanto que un rayo aparece en el cielo.

De pronto, escucho un llanto que proviene del baño. Enseguida deduzco que se trata de una mujer. Alguien más está con ella; lo sé porque también escucho los murmullos de una conversación.

Camino hasta la puerta y pego el oído en ella.

—Los mataré a todos. ¡A todos! Y tú serás la culpable. ¿Podrás vivir con eso? —escuché decir a un hombre —¡Dímelo! ¿¡Podrás vivir con eso!? —gritó el sujeto.

Se oye a alguien llorar nuevamente.

—No imaginas de lo que soy capaz ¡No tienes una maldita idea! —vuelve a gritar violentamente el enfurecido hombre.

—No. Por favor, no. Haré lo que me pides. Lo juro —súplica la voz femenina.

—No quiero verte con ningún idiota. No lo soporto —vuelve a hablar el hombre. Pero esta vez a cambiado drásticamente, su tono pasó de ser agresivo a uno totalmente pasivo.

Por un momento creo que son dos personas distintas.

—Baja ese cuchillo. No tienes que hacer esto. Por favor, sólo detente ya —dice la mujer.

Mi corazón se dispara al darme cuenta que alguien allí dentro corre peligro. Simplemente no puedo seguir aquí sin hacer nada. Es evidente que la mujer está bajo amenaza de muerte. Es presa del pánico; se nota en su voz. Cuando la escucho gritar yo no puedo contenerme. Giro la perilla de la puerta y abro.

Mi sorpresa es gigantesca cuando encuentro el sitio vacío. No hay nadie dentro. Las luces están apagadas y las enciendo rápidamente, para inspeccionar. Pero no hay rastro de ninguna persona. Un estremecimiento recorre mi cuerpo. De pronto, tengo la imperiosa necesidad de salir corriendo. Retrocedo dando un paso atrás, pero tropiezo con algo.

Antes de que pueda reaccionar, un brazo se enrolla alrededor de mi cuello y presiona con fuerza.

—Recordemos viejos tiempos, Hailee... —susurra el hombre muy cerca de mi oído derecho. Suena bastante intimidante y me causa escalofríos. Es el mismo sujeto al que escuché maldecir hace un momento.

No me sale la voz cuando procuro gritar. Siento que me falta el aire. Me desespero. Pierdo el control y comienzo a forcejear con todas mis fuerzas. Al hacerlo, tiramos varias cosas en el piso de la habitación; unos libros y una lámpara caen primero. El sujeto saca un filoso cuchillo y lo pone a escasos centímetros de mi cara para amedrentarme y con ello obligarme a detener mis movimientos.

—Hailee... Hailee... Hailee... Nadie puede ayudarte —musita con una voz socarrona que congela mi sangre.

No veo su rostro y tampoco alcanzo a distinguir su silueta. Sé que es un hombre alto y con una fuerza descomunal; bastante desproporcional, con respecto a la mía. Lo único de lo que soy capaz es de escuchar el perturbador sonido de su voz cerca de mi oído.

Dos VidasWhere stories live. Discover now