Después de la tormenta

151 12 10
                                    

Autora: hoy espero muchos comentarios... ¿No? ;)

***

Beckett abrió la puerta de su apartamento para encontrarse con un enorme ramo de rosas rojas frente a sus ojos. Abrió la boca sorprendida en un primer instante, pero inmediatamente sus labios tornaron en una amplia sonrisa al ver asomar el rostro de Castle al otro lado del ramo. A la capitán le pareció que estaba tremendamente guapo con su flequillo rebelde asomando por su frente y su embriagador perfume barato de los chinos, como él le decía siempre entre carcajadas cuando la quería hacer reír. Hacía un mes que se conocían, pero por momentos parecía que llevaban toda una vida juntos, comprendiéndose, cuidándose. A veces, no necesitaban hablar, les bastaba el silencio, y quizás ahí residía el valor de su amistad; amistad que ninguno quería romper dando un paso más en sus sentimientos. 

El escritor salió del ensimismamiento al que le habían llevado esos preciosos ojos que tenía frente a él y que se achinaban levemente al sonreír dulcemente, y extendió rápidamente sus brazos para entregarle su regalo, aunque no pudo evitar suspirar para sus adentros al ver como ella cerraba de manera tierna los ojos para aspirar el aroma de las rosas en silencio durante unos segundos. A Castle le volvía loco esa mezcla de dulzura y sensualidad que poseía Katherine Beckett. 

- Son preciosas... - susurró Beckett abriendo los ojos de nuevo hacia él.

- Como tú - se aventuró Castle a responder sin pensar, solo dejándose llevar por la verdad. 

Las mejillas de Beckett ardieron levemente en un sonrojo, y apartó la mirada hacia el suelo avergonzada por la respuesta que Castle le había dado. El escritor se mordió el labio inferior levemente ahora que la capitán no podía verle, ya que esos gestos le volvían loco, pero temía perder su amistad si se lanzaba a sus labios como llevaba días deseando hacer. 

- ¿Quieres pasar? - preguntó Beckett dándose la vuelta hacia el interior del apartamento e invitándole a pasar. 

Castle iba a responder que sí, pero no llegó a articular palabra al ver el contoneo de las caderas de Beckett desfilar frente a él. Cuando ella le abrió la puerta estaba tan perdido en sus ojos y en su sonrisa que no se había percatado que solo vestía un fino, y bastante corto, camisón de seda, que dejaba sus esbeltas y largas piernas al descubierto. El escritor sabía que no debería estar mirándola de ese modo, pero era inevitable para él observar como caminaba con el ramo en sus manos, y se retiraba un mechón rebelde del pelo detrás de la oreja mientras leía lo que ponía en la tarjeta que él le había dejado escondida entre las rosas. 

Beckett, ajena a todo lo que estaba sucediendo a su alrededor, sentía de nuevo ese cosquilleo en su interior al leer la nota que Castle le había escrito a mano, tenía una letra preciosa, y además lo había hecho con tinta negra, posiblemente de una pluma: "Eres una mujer maravillosa, Kate". Sencillo, pero precioso. Beckett se mordió el labio inferior sin darse cuenta, y después se giró para darle las gracias, pero no le vio cerca de ella como pensó que estaría debido a que su aroma inundaba toda la casa aunque no estuviese en ella; Beckett se lo había memorizado. Escudriñó su apartamento hasta toparse con él y preguntarse por qué Castle seguía allí quieto, observándola sin sobrepasar la línea que separaba el exterior del interior de su casa, y fue entonces cuando ella también cayó en la cuenta de qué sucedía al ver como los ojos de él repasaban, sin querer, cada centímetro de sus piernas desnudas. 

Y cuando los ojos de ambos se cruzaron, pudieron notar como estaban ruborizados por igual.

- Perdona, yo... - comenzó a decir ella disculpándose por el hecho de recibirle en pijama. 

- No, perdóname tú a mí... - la interrumpió él sintiéndose mal por haberla hecho sentir incómoda.

Beckett mantuvo sus ojos fijos en los de él, y después los desvió lentamente hacia la puerta, captando la atención de Castle haciendo que este finalmente entrase y cerrase la puerta tras él. Beckett sentía que el corazón le iba demasiado deprisa al sentir el deseo de él, y a Castle le iba más deprisa aún al ver la sensualidad de ella mezclarse con el sonrojo.  

- Debería cambiarme... - respondió Beckett dejando las flores sobre la mesa más cercana. 

- Sí, deberías - respondió Castle sonriendo al ver como ella le miraba más sonrojada aún - deberías porque voy a invitarte a cenar... Me toca a mí, ¿no? - y respiró aliviado cuando recibió una sonrisa por parte de ella. 

Beckett no se lo pensó dos segundos, se moría de ganas por ir a cenar con Castle y tener una de sus maravillosas conversaciones, él era muy inteligente, lo que hacía que charlar con él fuese un placer para los oídos. Se giró para ir hacia su cuarto para arreglarse, y Castle consiguió retirar los ojos de su trasero a tiempo cuando ella se volvió de nuevo para interrogarle con la mirada. 

- ¿Y cómo tengo que ir? - preguntó Beckett sin saber a dónde la iba a llevar. 

- Como quieras - respondió Castle sonriendo - vas a estar preciosa pongas como te pongas, Kate... Y no hace falta que yo te lo diga, ya lo sabes - notó como las mejillas de ella se incendiaban nuevamente - y... me encanta... - sonrió Castle nervioso por si ella se lo tomaba mal - cuando te sonrojas... Te pones muy bonita, ¿lo sabías? 

- ¿Estás intentando ligar conmigo? - se defendió ella alzando las cejas pero sin dejar de sonreír - porque no se te da muy bien, ¿sabes? - bromeó Beckett haciéndose la seria al ver como ahora era él quién se sonrojaba - tú también te pones muy bonito... - le guiñó un ojo y desapareció cerrando la puerta de su cuarto. 

Castle rió negando con la cabeza mientras miraba la puerta de su cuarto cerrada. Cerró los ojos y supo que ese era el momento, no soportaba más esas ganas irrefrenables por ella, y decidió lanzarse al vacío sin pensar en los problemas que, quizás, eso pudiese acarrear. Tocó con los nudillos suavemente sobre la puerta de Beckett y apoyó la frente sobre ella tratando de calmar los nervios, ya que en ese momento era un manojo de ellos. 

- Ni se te ocurra entrar, Castle... - le dijo Beckett al otro lado de la puerta, haciendo que Castle no pudiese reprimir la sonrisa al imaginársela en ropa interior y avergonzada si él entraba en ese momento sin avisar.

- No haría eso - respondió Castle de vuelta - es solo que... 

- ¿Es solo que qué? - preguntó Beckett apoyando la frente también en la puerta, pero al otro lado, sin saber que ambos estaban haciendo lo mismo. 

- Que me gustaría darte algo - Castle tragó saliva mientras sentía como el corazón se le iba a salir por la boca de un momento a otro. 

Esperó impaciente por la respuesta de la capitán, pero esta no llegaba, solo reinaba el silencio entre ellos. Castle no apartó la frente de la puerta mientras apoyaba su mano derecha en ella, mientras que Beckett al otro lado, había colocado su mano izquierda en la misma posición que la del escritor; si no existiese la puerta, ahora mismo ambos se estarían tocando. 

Castle se apartó de inmediato cuando sintió la manilla de la puerta abrirse lentamente, dio un paso atrás para no caerse, y esperó a que ella asomase al otro lado. Cuando sus ojos chocaron, los dos se lanzaron a por los labios del otro sin pensar. Ambos se pidieron paso en el interior de sus bocas, y ambas lenguas chocaron en una explosión de deseo irrefrenable. La espalda de Beckett enseguida chocó contra la pared de su cuarto mientras el cuerpo de Castle se pegaba al de ella recorriendo cada centímetro de su boca. 

- Kate... - susurró Castle mordiendo el labio inferior de la capitán.

- Rick... - respondió Beckett jadeante mientras las manos del escritor se colaban por su camisón tomándola a ambos lados de la cintura antes de atacar su cuello.

Unbreakable (Caskett)Where stories live. Discover now