44.- Decir adiós

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Y a pesar de que me mate

El que te tengas que ir

Se que será más triste

Si nunca tomas el camino

¡Así que adiós!

Alguien va a extrañarte

¡Adiós!

Alguien va a desear que estuvieras aquí

Ese alguien soy yo (*)

A las brujas les gustaba mucho el té

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A las brujas les gustaba mucho el té. Y la verdad ella no se quejaba, porque ni en el palacio real había probado una bebida tan rica. No sabía cuánto más iba a tardar Linet, pero ya estaba por amanecer y ella apenas se estaba despertando. Ni siquiera se dio cuenta en qué momento se quedó dormida, pero cuando abrió los ojos tenía la cabeza recostada en las piernas de Abdel, y todas las brujas de Mourne estaban despiertas. Fueron ellas quienes les ofrecieron un té mientras esperaban, pues Linet y Ann seguían dentro del árbol en ese viaje astral.

Ariel bebía en silencio mientras miraba a todas las brujas con curiosidad. Se habían sentado formando un círculo y todas bebían su té con calma mientras conversaban y reían, incluso les pasaron pan recién hecho que habían sacado de un horno de barro. Ella no sabía bien qué pasó con la bruja que recibió toda la energía oscura de Santhony, solo que se la habían llevado a un lado y dos compañeras se encargaban de ella, y como las demás no se veían preocupadas dedujo que todo estaría bajo control.

Poco a poco el círculo de brujas que bebían ese rico té se fue separando, cada quién volvía a sus deberes. Ariel las miraba atenta, intentando descifrar qué hacían en verdad las brujas. Porque ninguna parecía dedicarse a cosas raras como pociones o libros, ellas no eran como Santhony que parecía siempre tener todo a la mano. Y aunque las brujas eran raras, se le hacía aún más raro que Abdel no haya dicho ni una sola palabra desde que amaneció. Incluso ella pensó que estaba como asustado, intimidado, algo así. Quería preguntarle, pero ya no tenía donde escribir y no había compartido ese pensamiento con Liss.

Fue justo cuando andaba pensando en cómo preguntarle a Abdel qué le pasaba que el hombre se le acercó un poco. Esperó a que la bruja que estuvo tomando té a su lado se vaya con las demás, pero Ariel notó que aún los estaban mirando. O quizá solo a él.

—No confío del todo en las brujas —murmuró Abdel—. Ellas solo ayudan a las mujeres como Linet, pero odian a los hombres. O al menos eso es lo que dicen.— Ariel lo miró con incredulidad. Ninguna de las brujas se había puesto agresiva con Abdel, no entendía de donde sacaba eso—. Si, yo sé que parece que estoy exagerando —continuó. A esas alturas Abdel había aprendido a leer en sus gestos las cosas que callaba—. Ya ni sé en qué creer, se dicen muchas cosas de ellas. Pero algunas que he escuchado son de buena fuente. Por eso mejor no digo nada, esa Ann parece buena bruja, pero no sé las demás. Supongo que es lógico temer por mi vida a estas alturas, ¿no?— Ariel solo se encogió de hombros. La verdad ella le tenía más miedo a Santhony que a todo ese aquelarre, las brujas habían sido amables, en ningún momento sintió miedo por estar entre ellas.

Maldita sirenaWhere stories live. Discover now