38.- Atlantia

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¿Nos merecemos una segunda oportunidad?

¿Cómo hemos caído en esta circunstancia?

No éramos tan rectos y angostos

Esto es mucho más de lo que nos merecemos (*)

Conforme se fueron acercando a aquel lugar el temor empezó a aumentar

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Conforme se fueron acercando a aquel lugar el temor empezó a aumentar. Erena sintió deseos de huir, de pronto no estaba tan segura por haber confiado en Silvyn y Dror. No debió, ellos eran tritones, ¿y qué tal si todo eso era una trampa para darles su merecido? No había conocido jamás a un tritón que sea bueno con las sirenas o que las tratara como sus iguales, esos dos eran irreales, falsos quizá. O al menos eso pensó hasta que se dio cuenta que en verdad ese par eran amantes, y que además no tenían ni una pizca de malicia. Hablaban tantas tonterías que hasta le recordó sus días con Ariel, cuando ella escapaba de Aquaea para hablarle de lo primero que se le ocurría, muchas veces cosas sin sentido. Si había alguien peligrosa en ese cuartero era ella, Erena pensó que con seguridad podría hacerles frente si de pronto las cosas se torcían.

Aurimar en cambio estaba bastante tranquila, parecía confiar plenamente en esos dos tritones que acababan de conocer. No le sorprendía, ninguna de las princesas de Aquaea era en verdad consciente del peligro. Ella que había pasado años manteniéndose siempre alerta, de pronto no podía descuidarse. Nadaron mucho, tuvieron que quedarse a descansar en alguna parte de ese lado de océano. Convenció a Aurimar para que se turnaran vigilando, ella accedió sin hacer mayor problema. Ni Silvyn ni Dror desconfiaron, simplemente se recostaron y durmieron como si no pasara nada. Quizá una parte de Erena no quería creerse que en verdad les había pasado algo bueno, que iban a llegar a Atlantia y conocerían a Aquaria. Deseaba encontrar una señal de que esos dos las iban a traicionar, cosa que nunca pasó.

Después de descansar buen rato todos siguieron su camino hacia Atlantia. Y pronto el panorama empezó a cambiar. Ya no era solo el océano, rocas y plantas marinas. Se cruzaron con varios cardúmenes de hermosos peces que jamás había visto. Se lamió los labios, pensó que quizá podrían cazar algunos, pero los tritones les señalaron una especie de alga color azulado. Las probaron, no sabían nada mal. Igual se le hizo agua a la boca ver tanto pez junto, pero se conformó con esa comida vegetal.

Otras cosas empezaron a resaltar a su vista. Había pequeñas construcciones por ahí, cosas que parecían talladas por los humanos. ¿Acaso se trataba de alguna ciudad terrestre hundida? Podía ser, Abdel una vez le contó que en la tierra se decía que hacia el final de la era de los espíritus fue tanto el alboroto que algunas islas se hundieron en el océano con ciudades enteras. Iba a preguntar a los tritones, cuando Aurimar señaló algo. Estaba boquiabierta, y pronto ella también. No muy lejos de ellos estaba la construcción más maravillosa que había visto. Abdel le contó del tamaño de una ciudad humana, pero ya que nunca había entrado en el continente jamás se hizo una idea real de la magnitud. Ante sus ojos estaba una verdadera ciudad marina. Atlantia había aparecido.

Maldita sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora