"Corazón Destrozado" - Dramione

Capítulo XVIII

Queda poquito...

xoxo

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Su mirada desquiciada me hace creer que me matará de inmediato, sin embargo, durante lo que parecen ser horas, ella solo se pasea en la habitación, me mira cada cierto tiempo, a lo que me lanza un par de crucios para que me siga manteniendo sin energías, y vuelve a su asiento en el medio de la gran sala. Trato de parecer lo más muerta posible, aunque por fuera de verdad, pareciera que lo estoy, la esperanza de que Draco esté en esta mansión luchando por rescatarme, me da las energías para luchar y continuar.

Trato de quitarme las cadenas, pero están demasiado apretadas, y con todas mis extremidades prisioneras, no tengo manera de soltarlas. Mi cabeza palpita por la gran contusión que debo tener, y cada cierto momento mi vista se vuelve borrosa. La medimaga en mí trata de analizar los síntomas y ver posibles curaciones, pero sin importar cuantas veces repita los hechizos en mi cabeza, el dolor no disminuye y las cadenas siguen sin abrirse. Como si la magia dentro de mí estuviera dormida, o quizás ya se rindió.

Decido mantener consciente analizando la habitación, cada detalle podría servir con algún intento de fuga. Pero la sala es enorme y lo único que me develan los detalles en ella, es que no es la Mansión Malfoy. Sin embargo, las paredes están todas recubiertas de tapiz verde plateado, con muchas esculturas de serpientes, y símbolos de adoración a Voldemort. Recordando el calabozo y ese gran pasillo por donde me movieron, se veía gigantesco, y ella dijo que tenía lleno de bestias afuera, por lo que debe ser un lugar adaptado para eso. Trato de hacer memoria a mis estudios de Hogwarts sobre la magia y posibles refugios que pudiera estar utilizando Voldemort en la guerra. No es la casa de los Lestrange, porque oí que fue destruida, junto con muchas más, por la Orden del Fénix en un intento de reunir a todos los mortifagos en un mismo sitio. Así que quizás estoy en la Mansión de los Ryddle, fue la única mansión de la que no se sabía su ubicación, y además, solo ese bastardo adaptaría su casa como un centro de torturas y tendría una silla en medio de la sala como un trono real. Murió el supuesto "rey", y la desquiciada "reina" se volvió loca de poder.

El ruido fuera de la sala me despierta de mi letargo, aunque Bellatrix ni siquiera se inmuta, el suelo comienza a retumbar con las explosiones y las paredes con los gritos.

La paciencia la lleva al límite cuando finalmente sale por una puerta al otro lado del salón. Supongo que cree ser la única capaz de terminar con todo, aunque no es el camino que yo utilizaría si fuera a detener una batalla. Quizás está tratando de huir. No, no lo haría, no cuando cree fielmente que es superior a todos. En cuanto deja la habitación el ruido se incrementa, hasta que finalmente la puerta principal se abre dejando entrar a Draco, con muchos cortes, heridas y un tanto confuso.

Examina toda la habitación hasta que me encuentra expuesta en las alturas como una obra de arte magullada y ensangrentada, al borde de la conciencia. Aun así puedo ver el pánico en su mirada, no soy capaz de decirle nada, no tengo fuerzas suficientes. Pero no hace falta, en solo segundos llega hasta mí y comienza a ingeniárselas para soltar mis cadenas.

- Tranquila amor, te sacaré de aquí, estarás bien –No me da tiempo para responder, sus palabras parecen ser más un consuelo para sí mismo que para mí. –Saldremos todos de aquí, te llevaré a casa, y estarás bien, te recuperarás, te lo prometo.

Finalmente me suelta, forzado a apurarse por el caos y el estremecimiento de las paredes, por las explosiones que se acercan. Caigo en sus brazos, mi cuerpo por completo duele, mi cabeza palpita y mi vista se vuelve borrosa, sé que debo estar totalmente ensangrentada por el pánico que le inunda. Pero su olor, su sola presencia, me hace sentir segura otra vez, aunque no lo esté, y la batalla siga escuchándose fuera. Otra guerra.