Capítulo XI

1.2K 114 4
                                    

Sin si quiera dudarlo, sigo a Draco por muchos pasillos, hasta llegar a una gran habitación llena de máquinas y gente haciendo deporte, como un gimnasio. Él me lleva hasta un cuarto vacío y cerrado al costado. Y tan pronto como nos instalamos el comienza a hacer elongaciones.

- Pensé que me ibas a entrenar...

- Eso haré.

- Pero, ¿Con ejercicio físico? ¿No me ayudarás con hechizos para controlar la magia?

- Vamos, eres una Sabe lo todo y me dirás ¿que no entiendes el proceso? –Al ver mi negación a responder, lo toma como asentimiento, no se burla, pero si disfruta de mi ignorancia. –Para que tengas un buen control de la magia que fluye dentro de ti, debes poder controlarte, pues a ti, tu cuerpo, tu mente, todo. Ahora estas fuera de control, todo lo que pasó lo llevas no solo en tu espalda, sino también en tu mente, si no eres capaz de librarte de ello, te va a consumir y provocará que ni si quiera una varita –que es el objeto para controlar la magia en sí- pueda controlar la que fluye por tus manos.

- Así que haremos ejercicio físico para poder ¿controlarme?

- Si, primero te pondré en control de tu cuerpo, después iremos midiendo tu control sobre los hechizos o el poder e impacto que estos tengan y de ahí nos pondremos a arreglar todo junto, y serás imparable.

- ... -Dudo de eso último, no quiero ser una guerrera, no más, ya peleé mucho y fallé, ni si quiera fui de mucha ayuda en la batalla. - Nunca fui muy diestra en los duelos mágicos.

- Porque no me tenías a mí como entrenador personal. Ya, ponte a e longar leona, hay mucho que hacer.

No sé por qué le hago caso. Jamás me ha gustado hacer deporte, pero tampoco me gustaba estar con Draco Malfoy, si la última pudo cambiar, ¿Quién sabe? Además él está ocupando su tiempo en entrenarme, es el único verdaderamente dispuesto a ayudarme, ni si quiera yo lo estoy, pero lo veo demasiado interesado en empujarme a ello, a ponerme en pie. Los demás miran, escuchan, apoyan, hasta aconsejan y solo esperan a que yo lo resuelva sola, pero Draco, se detuvo y se agachó, para tratar de pararme, si él está tan dispuesto a hacerlo. Yo lo estaré también.

Me esfuerzo todo lo que puedo en el entrenamiento, hacemos una mezcla de defensa personal, con kick boxing, obviamente para principiantes. Pero es duro. Y cuando ya no puedo volver a ponerme en pie, Draco se inclina y me sonríe, con solo un tirón de su mano, me pone en pie, muy cerca suyo, lo suficiente como para ver ese sudor correr por su camiseta a cámara lenta, y ver el momento exacto en que esos ojos grises se enfocan en los míos y adquieren un tono particular.

- Bueno, creo que ya ha sido mucho por hoy.

- Si... ¿Por hoy? ¿Volveremos a hacerlo?

- Claro, te quiero aquí mañana a las seis y así todos los días, hasta que estés lista.

- ¿Lista para qué?

- Lo sabrás cuando lo estés, vamos.

Toma su pollerón y sale por la puerta. Yo lo sigo lento, ya que estar dos horas entrenando de verdad me agotó. Ni si quiera sé cómo fui capaz de aguantar eso, creí que moriría a los quince minutos. Draco se voltea buscándome, y al ver que voy muy atrás, se detiene y se ríe silenciosamente, me espera y cuando lo alcanzo, comienza a caminar a mi paso.

- ¿Por qué haces esto por mí?

- Porque quiero ayudarte.

- ¿Por qué?

"Corazón Destrozado" - DramioneWhere stories live. Discover now