—Me quedo con el que está en el pasillo, si no te importa— Evan abrió la boca para decir algo —Gracias— ella me miró con una sonrisa —Puedes usar su baño, Jules— ella me guiñó un ojo y corrió escaleras arriba dejándonos solos. Estaba tan avergonzada. Lau hizo elecciones como si fuera su casa.

—Lo siento, ella es un poco atrevida... a veces,— me disculpé, mirando el suelo de madera —Puedo esperar a que ella o Jordan terminen... no tienes que dejarme usar tu baño, yo—los dedos cálidos de Evan tomaron mi barbilla, obligándome a mirarlo. Nuestros ojos se encontraron haciendo que mi corazón latiera más rápido.

—Esta bien— dijo en un tono relajado —vamos, o te vas a enfermar— Él tomó mi mano, llevándome arriba. Los dragones en mi estómago ahora estaban disparando mientras luchaba para no chillar como una niña pequeña de la emoción.

¡Él está sosteniendo mi mano!

Cuando terminamos de subir las escaleras, nos encontramos en un largo pasillo. Había puertas a cada lado. Podía oír el agua corriendo en algún lugar y me di cuenta que era probablemente Lau tomando una ducha. ¿Desde cuándo era ella está, chica sabelotodo? Ella parecía tener todo planeado para dejarme a solas con Evan en su habitación.

¡Esa genio del mal! Salir con Shane y Jordan estaba definitivamente haciéndola más ávida y maliciosa. Estaba tan absorta en mis pensamientos que cuando Evan se detuvo, choque con su espalda.

—¡Lo siento!— Exclamé avergonzado. Él no dijo nada, sino que empujó una puerta abierta y me hizo un gesto para ir primero, pero vacile.

—¿Qué?— Él preguntó con una pequeña sonrisa —¿La pequeña Jules tiene miedo de entrar en la cueva del tiburón?

—No— le respondí con una cara nerviosa, el persistente calor en mis mejillas. Sus palabras me recordaron el poema que escribió para mí. Evan se me quedó mirando, haciendo que mi respiración se detuviera un poco. Aparté la vista, y entré en su habitación.

No podía ver nada hasta que encendió las luces. Mi mandíbula cayó al suelo. Honestamente puedo decir que nunca había visto tanto color negro junto en toda mi vida. Todo era negro: las paredes, las sábanas de la cama, las cortinas de la ventana, marco del espejo, incluso el suelo estaba alfombrado negro. Hizo que la habitación se sintiera tan pequeña y sofocante.

—Guao, eso es un montón de negro— le comenté, mis ojos todavía vagando alrededor de su cueva —Llevaste lo de poeta oscuro a un nuevo nivel, ¿eh?— Bromeé mirando hacia atrás. Evan estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho. De alguna manera, sabiendo que él estaba bloqueando mi única salida estaba poniéndome nerviosa. Estaba en su territorio, así que estaba vulnerable. Esperé a que dijera algo, pero permaneció en silencio. Su mirada pesada estaba poniéndome inquieta.

—Hum— empecé torpemente —¿Dónde está el baño?— Evan apuntó con su dedo a una puerta marron junto a los cajones. Estaba a punto de avanzar hacia ella cuando él dio un paso dentro de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

Estamos solos en su habitación...

Él acaba de cerrar la puerta.

Me voy a morir de un ataque al corazón.

Lo vi caminar junto a mí y buscar algo dentro de los cajones.

—Puedes usar esta toalla— me dio una toalla de color azul oscuro. La agarré con una mano temblorosa.

—Gracias— presione la toalla contra mi pecho y salí corriendo hacia el baño. Cerré la puerta detrás de mí y dejé escapar un largo suspiro. ¡Uf! Finalmente pude sentir mi corazón volver a su latido normal.

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