● | dieciocho

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Mis pasos me condujeron a través del camino de la entrada, llegando hasta la cancela, que desbloqueé gracias a mi magia. Abrí y cerré los puños contra mis costados, sintiendo el furioso latido de mi poder agitándose en mis venas mientras dejaba atrás Ravenscroft Manor y mis pies golpeaban los adoquines de la calle donde se encontraba sita nuestra parcela.

Pavor, incredulidad y una pequeña chispa de satisfacción se enroscaron en mi interior, formando un cóctel altamente explosivo. Los ecos de mi enfrentamiento con Babenne, del modo en que había logrado plantarle cara, se repitieron dentro de mi cabeza mientras me abrazaba a mí misma, consciente de que, tras aquel sorpresivo arranque por mi parte, no tenía ni idea de qué hacer a continuación.

Wendy estaba en alguna parte del pueblo, pero yo...

Apoyé mi espalda contra el viejo muro de piedra que rodeaba la mansión, tomando una bocanada de aire y alzando la cabeza hacia el cielo. Las farolas alumbraban con demasiada intensidad, impidiendo atisbar el reluciente brillo de las estrellas; nain nos había llevado algunas noches al patio trasero, donde no se apreciaba tanto aquella luminosidad y nos permitía ver con claridad aquellos puntitos de luz que formaban parte de las fantasiosas historias con las que nos recompensaba antes de mandarnos a la cama a dormir.

El corazón se me estrechó al pensar en su silencio, en la pena que llevaba arrastrando desde hacía tanto tiempo... que no habíamos sido conscientes de ella hasta que fue demasiado tarde. Siempre había prestado atención a las lecciones de nain respecto a la magia y también me había informado por mi cuenta sobre algunos asuntos que llamaron mi atención, haciendo que me colara en el pequeño despacho que el abuelo había ocupado en vida, donde poseían algunos volúmenes antiguos que podían resultar muy comprometidos si alguien ajeno a la familia los descubría.

Wendy, como siempre, había mostrado de nuevo su morbosa curiosidad: un día le preguntó a la abuela qué sucedía con las personas que morían, especialmente con las brujas. Ella nos miró a todas con una expresión cautelosa antes de responder que nuestras almas, nuestra esencia, abandonaban la cáscara que conformaba nuestro cuerpo: algunas podían marcharse —cruzar, como lo definió ella—; otras, las que sentían que tenían asuntos pendientes, quedaban atrapados en Este Lado... y luego estaban las que se encontraban amarradas por algún tipo de hechizo.

Después dio por zanjado el asunto, quizá arrepentida por haber hablado de más.

El interés de Wendy pareció aplacarse, pero el mío no... no del todo. Conocía a nain lo suficiente para saber que aquel tema le resultaba incómodo y que, posiblemente debido a nuestra juventud e inexperiencia, hubiera decidido guardarse para sí más información sobre el asunto.

Me costó un par de días, en los que no volvió a tocarse el tema, poder colarme en el despacho cerrado a cal y canto; mis recuerdos de aquella sala de la mansión eran escasos, lo mismo que sucedía con los pocos que poseía de mi abuelo antes de que muriera. Tras aquella pequeña victoria, me llevó un buen rato encontrar entre los antiquísimos volúmenes que decoraban las estanterías uno que pudiera serme de ayuda... o de guía.

Una vez tuve lo que requería, me tumbé sobre la alfombra que cubría el suelo del despacho y empecé a pasar las páginas, atenta a su contenido; tal y como había intuido, nain había optado por omitir que en el caso de las almas que dejaban asuntos pendientes, impidiendo encontrar la paz de cruzar, y las desafortunadas —pues ¿quién querría amarrarse a sí mismo después de morir, condenándose a seguir casi los mismos pasos que los espíritus en pena?— almas que quedaban atadas por medio de un hechizo arrastraban consigo las emociones que, antes de fallecer, resultaran más fuertes.

Eso explicaba por qué nain estaba sumida en aquel estado de constante melancolía, la misma que había logrado ocultarnos antes para evitar preocuparnos. Para mantenernos unidas como una familia sin que fuésemos conscientes de la grieta que había en su interior; una grieta que, con los últimos sucesos, en especial con Babenne, había ido creciendo de tamaño.

Peek a BooWhere stories live. Discover now