Neosurrealismo

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Las margaritas de mi pecho rejuvenecen con tu tacto y siento que te deseo,
se acercan, mares abiertos y reviento contra el pecho y tu espada.
Me muero,
lento y adentro,
demonios bajan de las acacias,
llorando amargos los bebés ardiendo,
daño,
embarazo,
siento que ningún amor ha sido demasiado [bueno o barato].

Estás al descubierto como las mañanas nubladas de Londres, despertabas sentimientos desesperados de extraños y desechos,
gritabas piedad entre mis pechos, todo al descubierto.
Sexo entrelazado con piedad y miedo,
algún día me quiero y al siguiente despierto siempre dentro, de vosotros, de vuestro infierno.
Siento que los monstruos me atacan con la maternidad del momento,
madre de todos y de ninguno, me hundís, me hundo.

Hombres como forma de vida para subsistir en la ciudad podrida.
Genitales muriendo sin ser tocados y yo enamorándome de tus años.
Que fallo, que cayese adentro del taxi del desengaño, atada a cuerdas invisibles para sentirme un poco más libre.
Intensa, el surrealismo te machaca y no haces nada para chantajear a la marea, que se acerca susurrándote al oído que volverá a tu vera.

El Bernabéu había caído, y tu casa con él.
Las llamas llegaban hasta mis pies mojados y te veía morir atacado por la castellana, Madrid imponía su venganza y mandaba a secuaces de arañas,
a matarte,
a comerte las ganas.
Te mordían las manos y la cara
y yo mientras tanto observaba en mi trono de hadas como te desintegrabas.
Acercarme, a tu cara,
te di un beso de buenas noches y desapareciste entre reproches.
Alejándome,
quemé,
mis poemas,
tu habitación,
tu recuerdo
y mis noches.

Moi-même ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora