Apenas cierro la puerta detrás de nosotros, con llave, nuestros labios se unen en un beso desordenado, desperado y ansioso. Mi ritmo cardíaco se siente agitado, y por la unión de nuestros cuerpos, puedo sentir el corazón de Harry palpitando veloz.

—Te he extrañado tanto, cariño —susurra muy cerca de mi boca. Yo no puedo formular palabra alguna, solo me dejo hacer por el sentimiento de alegría y extasis que me embriaga —. No vuelvas a huir así de mí —reclama, y sé que tengo que responder. Mi cuerpo yace entre el suyo y la puerta, mis ojos miran a los suyos y tenerlos tan cerca luego de tanto tiempo se siente irreal.

—No huía de ti —admito —, jamás lo haría. Salía para buscarte.

—Olvidé que me hablaste de estudiar aquí —comenta, aún su cuerpo me aprisiona contra la pared, pero sus dedos juguetean con mi cabello.

—Olvide que te graduaste aquí —le digo yo.

Su cuerpo se afloja y entonces caminamos, ya más calmados, a mi habitación, misma que, igual que la puerta principal, cierro con llave. Harry se sienta al borde de la pequeña cama, no sin antes sonreír por las barras que la misma tiene, yo comprendo y sonrío igual.

—¿Economía, Evangeline?

—Sí, terminé disfrutando de los cálculos y las estadísticas.

—Me parece grandioso, cariño. Puedes hablarme para cualquier cosa, si necesitas un libro, una guía...

—¿Si te necesito a ti? —interrumpo.

—Me tienes, y siempre —contesta, entonces, mientras los escalofríos de emoción pasean por todo mi cuerpo, yo me agacho muy cerca de Harry, buscando algo en una de mis maletas que yacen escondidas bajo la cama.

No me levanto cuando lo encuentro, solo acomodo mi cabello y busco la mirada de Harry desde mi posición; verlo mirándome desde arriba hace florecer recuerdos maravillosos que me provocan cosquillas en el cuerpo.

—¿Y puedes ayudarme —le digo, mientras reconozco el tono oscuro que han tomado sus ojos —con estas? —concluyo, levantando las esposas con felpa rosada que cierta vez él había usado conmigo. Harry no responde al instante, solo se levanta y me mira desde más arriba.

—¿Está bien cerrada la puerta? —pregunta.

—Ambas lo están —confirmo, aún arrodillada con las esposas en una mano.

—Bien —dice, y lo veo, emocionada, desabrocharse el primer botón de su camisa —Voy a necesitar que te quites la ropa, Eva.

—Sí, señor —contesto, y así lo hago: mi blusa resbala por mis hombros tras desatar los botoncitos, acto seguido me deshago de mis pantalones cortos y zapatos, quedando en ropa interior, nada parecida a la que usaba hace dos años. Harry no esconde su sorpresa, pero antes de parecer débil, se acerca a mí y me besa, empujando mi cuerpo hasta que caigo sobre el colchón; acto seguido toma las esposas y mis manos y las deja sujetas a las barras de la cama.

Pronto se desviste, dejándome ver su preciosa piel, y empiezo a sentir la urgencia de tocarlo, arrepentida de haber sacado las esposas. Harry se acerca a mi cuerpo, acariciando con la yema de sus dedos cada espacio de mi piel desnuda, hasta que sus dedos tocan el borde de mis bragas, a las que, sin tomarse mucho tiempo, ingresa, acariciando mi intimidad.

—Oh, Eva, tan húmeda para mí —susurra mientras yo siento electricidad correr por mis venas. Sus dedos acarician con suavidad, rozando mi entrada sin entrar del todo. Entonces su otra mano se acerca y de repente baja mis bragas —. Necesito saborearte, cariño.

—Hazlo, por favor, Harry —gimoteo, pero entonces se detiene y me mira con molestia —. Lo siento, señor —me disculpo, entonces continúa, acariciando mis pliegues con sus dedos hasta que son sus labios los que se adueñan de ellos. Siento su lengua jugueteando, siento su respiración tibia, y siento mil estrellas. Las manos esposadas solo incrementan la sensación allí abajo, y justo cuando creo que voy a llegar, Harry se aleja.

—Te he extrañado tanto, Eva, no voy a dejar que ésto sea rápido —dice y me besa. Vuelve a acercar sus dedos a mi intimidad y empieza de cero su tortura, mirándome directo a los ojos con la satisfacción de tenerme toda suya —. No vayas a correrte o voy a ponerme de mal humor —amenaza cuando mi respiración de acelera y mis piernas se siente un poco temblorosas, intento apartar la vista de él y pensar en algo que no sea tan erotico como su cuerpo desnudo, pero su mano libre me obliga a mirarlo —. Quiero que me mires.

—Sí, señor —susurro apenas, sintiendo el calor en cada rincón de mi cuerpo —. Pero no voy a aguantar —gimo, exigiendo que me deje llegar. Y de nuevo, para. Me siento en la cima de la frustración.

—No sin mi, Eva —dice, entonces se quita los calzoncillos y, luego de ponerse un condon de los que apenas encuentra en su billetera, se entierra en mi con fuerza, sujetando mis piernas una a cada lado de su cadera —. Oh, cariño, no sabes cuánto me has hecho falta —gime sin miedo a ser escuchado, nuestras respiraciones desordenadas se adueñan de cada rincón, y mientras se mueve y gruñe, yo suspiro con cada estocada.

—Más, por favor —ruego con desesperación, sintiendo como las estrellas, o todo el infinito, se aproxima a nuestros cuerpos desnudos. Harry no aguanta más y me suelta las manos, al instante me quita el brasier y juguetes con mis pezones, provocando que incluso mis gemidos se escapen con fuerza y sin vergüenza de que alguien escuche.

—Joder, Eva, estás tan hermosa —dice, moviéndose cada vez más rápido y más rudo, provocando que las barras de la cama golpeen la pared.

—Harry —digo, sin importarme si le molesta o no —, estoy al borde —admito, empujando su culo para que entre más en mí, arañando su espalda cada que siento una descarga suave que amenaza con hacerme culminar.

Sus movimientos siguen incrementando, las barras de la cama golpean cada vez más seguido la pared, el ruido en la habitación rd cada vez más descarado, y entonces, cuando sus dedos se acercan a mis pliegues y empiezan a acariciarme al ritmo de las estocadas con las que entra y sale de mi, llego al clímax y me embarco en un orgasmo potente que solo me deja gritar su nombre mientras escucho como él grita el mío al correrse.

Nuestros cuerpos sudorosos se abrazan cuando, por fin, bajamos de las nubes, y mientras Harry arregla mi cabello con cariño, yo trazo garabatos en su pecho, como antes.

—¿Ahora qué? —pregunto, temerosa de nuestra situación.

—¿Ahora qué sobre qué? —cuestiona él.

—Sobre nosotros, Harry.

—Ahora vas a estudiar economía, y yo trabajaré en mi empresa de inversiones, donde espero que hagas tus pasantías —dice, como su solo de eso se tratase, lo miro con molestia, pero entonces continúa hablando: —. Podremos vernos casi todos los días dado que, por motivos personales, he decidido mudarme a Sacramento. Te voy a invitar a eventos aburridos, pero podremos tener sexo en el baño de los hoteles caros si así deseas; y podremos ver películas cursis y debatir libros románticos. Te ofrecería una habitación privada o un piso solo para ti, pero sé que quieres la experiencia universitaria completa; aunque habrán noches en las que terminaremos exhaustos y dormirá en mi lugar, porque no vamos a joderle la vida a tu compañera de cuarto.

—¿Entonces vamos a estar juntos? —intento confirmar, aunque sus palabras son bastante obvias.

—Pero vas a tener que hablar con Margaret primero —contesta, y yo solo puedo hundir mi rostro en su cuello y besarlo con emoción, abrazándolo con fuerza y alegría.

—¿Cuál es el motivo personal para que te mudes a Sacramento? —pregunto luego de varios minutos de silencio.

—Es que estoy perdido en ti, Evangeline —admite él y luego de eso no hay más palabras que decir. Su boca toma la mía con cariño y pactamos nuestra relación con un beso.

Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Where stories live. Discover now