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El grito de Ana fue tal que cruzó toda la sala y atravesó la cortina que la dividía del comedor y penetró con maldad los tímpanos de su hermana y el hijo del carnicero.

Gris soltó el cuchillo y se apresuró a buscar el origen del lamento recién oído; Richard iba detrás de ella con los huevos en la garganta. Se había salvado por muy poco de ser apuñalado, no lo dejaría pasar tan fácil, no por nada recogió antes el cuchillo y lo escondió en su pantalón.

Las hermanas lloraban tratando de reanimar a su madre, Richard descifró el momento de conmoción como la oportunidad perfecta para algo que tenía mucho rato queriendo hacer.

Metió la mano sana en su bolsillo, tonteaba con disimulo para no alarmar a las mellizas. Es curioso que ambas hubiesen salido del mismo vientre, con toda sinceridad al muchacho no se le parecían en nada, ni en físico ni en personalidad. Siguió hurgando hasta que el filo del cuchillo le acarició un dedo, justo al lado estaba la caja de cigarrillos. Sacó uno, se acercó al velón y con su llama pudo encenderlo.

Suspiró de puro alivio en cuanto la primera calada de humo le picó en la garganta. Un acto tan insignificante como fumar puede transformarse en el placer más inmerecido de esta vida cuando has estado a un segundo de ser asesinado con una erección.

Había creído que Gris era diferente a Cenicienta porque no compartían sangre, pero estaban igual de locas. Seguro tenía que ver con la crianza, o con la propia influencia en esa casa. Nada más con la bruja que tenían por nana madrina era de esperarse que todas tuvieran un vínculo directo con Satanás.

Seguro Ana también está frita. Menos mal la madre ya había muerto, una loca menos con qué manchar sus botas de sangre. Ya tenía a las otras dos desarmadas y vulnerables por su reciente pérdida, quitarles la vida sería tan fácil como acabarse ese delicioso cigarro del que ya solo le quedaba la mitad. Cómo le relajaba.

Solo le preocupa la puta mayor: Cenicienta. En alguna parte estaría escondida, tocándose con la mano que le cortó, riéndose de la suciedad de las vendas que cubrían su muñón, disfrutando de ponerlo en peligro, prolongando el momento en el que por fin acabaría con su existencia.

A veces se maldecía por lo ocurrido aquella vez. ¿Por qué tenía que ser tan orgulloso? Si tan solo hubiese accedido a casarse con la loca después de cogérsela aún conservaría ambas manos y parte de su dignidad. Además, dinero no le faltaría.

No. ¿En qué mierda estaba pensando? Preferiría pasar el resto de sus días viviendo dentro del contenedor donde su padre desechaba la carne podrida que condenarse a vivir con esa psicópata en esa maldita mansión de la que tenía que salir cuanto antes o acabaría igualando el estado mental de su captora.

Y hablando de su padre, ¿dónde estaría? ¿No tenía nada que ver con todo ese espectáculo, o sí?Ahora que lo pensaba, ¿qué hacía ahí? Era lógico que Cenicienta lo invitara a él por venganza a su rechazo, pero, ¿por qué a su padre? Ni siquiera sabía que se conocían.

—¡¿Será que puedes venir a hacer algo?!

Gris dio un golpe al piso apenas terminó de gritar, al chico le cayó tan de sorpresa el llamado que se le desprendió de las manos los que le quedaba del cigarrillo. Se deleitaría matándola con lentitud solo por eso.

Pisó la colilla encendida y fue hasta donde estaban el par de chillonas.

—¿Qué quieren que haga?

—Oh, no sé, si quieres te hago un mapa también. ¡¿Eres estúpido?! Si te llamé es para que ayudes por tu cuenta, no para que nos pidas instrucciones.

Richard rodó los ojos. Ana los veía muy interesada, esa, en su opinión, no era la actitud de dos amantes.

—Ajá, ¿y qué le pasó?

—¡Eso es lo que tú deberías decirnos!

—¿No que no me dirías qué hacer?

—Mira, Richard, si me haces arrechar...

—¡Cállense! —Ana no tenía tiempo para ese par—. Lo que tenemos que pensar es que... —Tragó saliva—. Murió. No sabemos cómo ni en qué momento, pero si sabemos en manos de quién y porqué.

—¿Ah, sí? Pues esclarécenos, hermanita —la alentó Gris con sarcasmo.

—Deja tu hermana en paz, se nota que aprovecha mejor su capacidad cerebral. —Ignoró la mirada que Gris le lanzó—. Cenicienta envenenó a tu madre en algún momento de la noche y recién ahora hace efecto, y todo porque no hemos conseguido lo que nos pidió.

Ana asintió tragando en seco.

—A quien le quede la zapatilla —finalizó.

—¿Entonces... qué hacemos?

—¿Quieres que te haga un mapa?

Gris hizo ademán de lanzarse sobre el hijo del carnicero pero su hermana la agarró en el acto. Ana vio a la ventana que quedaba a la izquierda de la puerta de salida. El cielo ya no tenía estrellas y proyectaba un matiz violeta. Por el tiempo que había transcurrido podía aproximar que serían las 4:00AM, pronto amanecería y todo sería más sencillo por la luz, o seguirían dando vueltas hasta que llegara de nuevo la medianoche y terminara el plazo.

—O nos unimos y conseguimos al culpable o nos matamos aquí mismo —Ana deliberadamente evitó mencionar que ella misma podría haber intentado matar a su hermanastra.

—De nada nos sirve matarnos nosotros si el culpable es uno de los demás.

—Cierto. Comencemos por despertar a Gus —propuso Ana—, nadie debe estar exento de sospechas.

La triada agarró el velón e inició su caminata hacia pasillo donde convivían el cuarto de las mellizas y el de la nana madrina. Gus debía estar en el primero.

Pero al entrar se consiguieron con ambas camas vacías.

—¡¿Dónde se metió ese bastardo?!

Voltearon el cuarto, desesperados, ya era suficiente con tener al carnicero desaparecido y a la anciana dando vueltas quién sabe por dónde tratando de encontrarlo.

—¡¿Cómo despareció?! Tendría que haber pasado por la sala para irse a cualquier otro lado y por el comedor no pasó, eso es seguro. A menos que se haya escondido en el cuarto de la nana madrina.

—No, no creo que se haya escondido en ningún lado.

La voz de Richard sonaba tétrica, petrificada. Ambas chicas se apresuraron a colocarse a ambos lados de él. Había desnudado la cama y lo que reveló hizo a todos contener la respiración: sangre.

—Cenicienta pierde la paciencia. Es evidente que tenemos más de un cadáver en la casa.

Matar a Cenicienta [COMPLETA]Where stories live. Discover now