58. ¿En quien confiar?

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Me incorporo de golpe en el asiento. Mi pecho respira con tanta fuerza que duele pero aun así siento que no es suficiente el aire que aspiro. Mi mirada viaja de un lado a otro desesperada buscando ubicar el lugar donde estoy.

Poco a poco recuerdo a verme quedado dormida en el auto mientras Will manejaba de regreso a casa, ahora en el auto esta estacionado en algún lugar y solo estoy yo.

Los sonidos de los disparos resuenan en mi cabeza cada vez más fuerte como si hace tan solo un día hubiera pasado todo aquello. Siento como el auto comienza a encogerse haciendo que me sienta sofocada de una manera alarmante.

Los sonidos de los disparos, mi respiración agitada, mi corazón latiendo a mil por hora no me dejan pensar con claridad. Todo aquello me golpea tan fuerte que siento como mi pecho se comprime cada vez más.

Con manos torpes abro la puerta del auto. No avanzo mucho de pie y caigo al suelo con las manos extendidas en el pavimento.

Aprieto mis labios con fuerza hasta ya no sentirlos.

Mi cuerpo tiembla sin cesar. Mis lágrimas nublan mi vista y no me permito ver otra cosa que no sea el borroso suelo. Escucho voces que me llaman, poca atención les presto.

Las imágenes aún se siguen produciendo en mi cabeza una y otra vez. La sangre derramaba en aquella sala. El cuerpo inerte de mamá en el suelo. La oscuridad del bosque del cual aún siento que sigo corriendo en él y parece infinito. Aquellas manos que intenta atraparme las siento detrás de mí.

Es demasiado.

—libby...—escucho una voz familiar de manera lejana.

Al fin alzo mi cabeza para verlo enfrente de mi hablando pero lo único que logro escuchar es un murmuro. Veo su boca moverse pronunciando palabras que no llegan a mis oídos.

Intento hablar pero solo mis labios tiemblan al entreabrirlos.

—Tranquila, aquí estoy—su voz la escucho un poco más clara.

Logro recuperar un poco el control de mi cuerpo y me levanto a medias.

Will me sostiene e intenta tranquilizarme.

—Tranquila, solo fue un sueño...

Gimoteo más y los sollozos se me escavan de mi boca negando con la cabeza porque eso es lo peor, ahora sé que no son sueños son recuerdos que olvide por muchos, muchos años sin darme que cuenta que esa era todo la verdad, siempre estuvo ahí y nunca la comprendí del todo hasta ahora.

El miedo aun me recorre mi cuero. Me acurro en su pecho temiendo que en cualquier momento desaparezca y de nuevo me encuentre en aquel cuarto oscuro. Will me estrecha con fuerza entre sus brazos mientras me susurra cosas tranquilizadoras. Me aferro a él como aun salvavidas.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que recupero control total de mi cuerpo y de mi respiració.

Cuando me he calmado evito la mirada de Will que busca la mía.

—¿mejor?

Muevo mi cabeza arriba abajo con lentitud sin mirarlo.

—¿ya está mejor? —se acerca una mujer con preocupación.

Me oculto un poco en el pecho de Will quien me tiene rodeada por los hombros con su brazo.

—Sí, no se preocupe—le agradece de manera gentil y caminamos hacia el auto que está a unos pasos de nosotros.

La tristeza ha sido remplazo por un odio tan inmenso. Un odio que jamás había sentido, era un sentimiento amargo y acido que se te quedaba en el paladar un mal sabor de boca.

No Confies En NadieWhere stories live. Discover now