41. El alcohol y el amor no se mezclan

89 12 0
                                    

Recargo mi cabeza en la ventanilla, mientras veo como todo pasa han gran velocidad a lado de nosotros, viéndose borroso.

Todo está mal. No sé qué hacer, no se ha dónde ir, en que confiar. Ni siquiera estoy segura de asegurar lo que veo. La cabeza me da vueltas en tanto pensar. La propuesta del anciano es tentativa pero debes ser muy estúpido si aceptas, estoy segura que tiene algo bajo la manga pero también están mis respuestas ante lo que me pasa...

Mi teléfono suena y descuelgo al ver que es Chase.

—¿libby?

—¿Dónde estás?

—¿Dónde estoy? ¿Dónde estás tú? Todo se volvió un caos aquí y te perdí, ¿Dónde estás? —repite.

—te marque pero alguna razón no había señal en la zona pero ya voy camino a mi casa.

—Libby...—lo escucho apenado.

—Oye no te preocupes—sonrió aunque se que no me ve. —Nos vemos en el colegio—me despido y cuelgo.

Al poner atención de nuevo al camino, se me ocurre una idea.

—Gira a la derecha—le pido.

—Por ahí no es el camino.

—Lo sé, quiero comprar algo—sonrío por mis adentros. Asiente dándole la vuelta al volante. Nos detenemos enfrente de un autoservicio. Le pido que aguarde en el auto, algo extrañado me obedece. Bajo del auto y paso la calle corriendo. Voy hacia la parte de atrás de las bebidas frías, agarro un six de Mewnix . Pago y pido una bolsa para llevármelo. Regreso al auto y encuentro a Will afuera hablando por teléfono, molesto.

He podido notar que algo sucede cuando le hablan por teléfono, contesta de mala manera y al terminar siempre termina cabreado.

Mientras él se queda pensado en posiblemente en mejores respuestas con su anterior discusión, me paso al asiento del piloto.

—Yo conduzco—le digo al acercarse. Se sube al auto sin rechistar, manteniéndose callado por un rato.

—¿Discusión con tu novia? —volteo a verlo unos segundos para luego regresar mi vista en la autopista.

—No. —se ríe. — Asuntos de trabajo —le resta importancia.

—Uh. Ya suenas como mi padre—me burlo.

—¿A dónde vamos? Esa no es la dirección para ir a tu casa

—Ya lo veras

—¿Que te paso en tu mano? —pregunta al ver mi mano vendada con la servilleta.

—No es nada—le resto importancia.

Nos detenemos en un semáforo. Prendo la radio y busco una estación buena pero ninguna me convence. Un ruido extraño y gruñido me hace hundirme en mi asiento con vergüenza, arrancándole una carcajada a Will.

—Me alegra en no ser el único que muere de hambre— contiene su risa. —¿te parece que si llevamos algo para llevar? —asiento aun con las mejillas ardiendo, aunque ninguna muestra visible de vergüenza en mi rostro. —bien, entonces da la vuelta en la siguiente calle. Conozco un lugar donde te encantara la comida.

Sigo sus indicaciones hasta llegar a un restaurante de comida rápida. Me formo en la fila de coches que esperan para pedir su orden para llevar.

—Hamburguesas

—Si, ¿no te gustan? Deben de gustarte—me mira indignado al ver dudar en mi respuesta.

—Veamos si me convences—guiño un ojo.

No Confies En NadieWhere stories live. Discover now