16. Siguiendo Pistas

170 19 0
                                    

Espero sentada en la parada para tomar el colectivo. Subo el cierre de mi sudadera para entrar en calor y froto mis manos en ella. El cielo está despejado con un sol radiante que no calienta nada y un viento que hace pequeños remolinos de las hojas secas que están en el suelo moviéndolas de un lado a otro igual que mi cabello. Las hojas de color verde, anaranjado, rojo, café; hacen un alfombrado en la calle haciéndose ver que el otoño ya llego.

—Dicen que sí, aquí se toma el colectivo para ir al centro.

Saco de mis guates sin dedos y los pongo para proteger un poco mis manos.

—Vamos, mejor ponte estos—me tiende unos guantes. —esos no te cubren nada.

—a mí me gustan.

Va a replicar cuando me levanto cuando veo al colectivo venir. Subo los escalones y paso mi registrador. Que es un brazalete de metal ligero color plateado que tiene nuestros números de cuenta y solo se ven cuando pasamos por una luz especial. También es nuestra identificación pero eso es más cuando somos mayores de edad que es la edad de veintiún años. Donde el registrador se graba en nuestra muñeca izquierda y nos quitan la pulsera que esta tampoco es tan sencilla de quitarse cuando una la trae y solo en caso especiales, mientras esta no se quita ni para bañarse. Se nos pone a la edad de quince años.

—tal vez te incomode andar en colectivo pero olvide mi auto en tu casa.

—No importa

Aquello es cierto. La verdad no me importa. Me gusta andar en el colectivo o caminar por la ciudad porque así estoy sola. No me gusta que me acompañe Sebastián, siento que sería más útil que acompañe a mi padre que a mí. Aun divagando en mi mente recuerdo lo primordial del porque estamos en camino al Calabozo de Grinch. Pero solo más preguntas de mi acompañante viene a mi. ¿Por qué no avisar a Chloe que ya estaba aquí? porque aproximadamente él ya tiene en Springwhite, un mes. ¿Por qué avisarles hasta ahora y fingir que llegaba ayer? ¿Por qué cambiarse de nombre? ¿Acaso es una misión secreta? Tan solo pensar eso me da risa. Entonces no hace muy bien su trabajo porque quien no debería saber ya lo sabe.

—¿de qué te ríes? —y es cuando me doy cuenta que me he reído en voz alta.

—No es nada solo que se me vine a la mente ¿Por qué te cambiaste el nombre?

—Si yo no puedo obtener respuestas tu tampoco— dice Jay frunciendo el ceño.

—Está bien. Responderé una sola pregunta y tú me responderás una—propongo.

—me parece bien.

—Entonces responde.

—Porque...fue lo mas conveniente pensando así no me reconocerías. —explica. —ahora te toca,— ¿Qué estamos buscando?

—excepto esa.

—dijiste que responderías. Yo ya respondí, te toca.

—jamás dije cual respondería. Yo decidiré cual.

Bufa molesto al darse cuenta que fui más lista que él. —está bien, tu puedes poner condiciones yo también.

Hago una mueca de inconformidad y de espanto, por favor no me valla a pedir que le diga la verdad

—Tu padre no debe saber que tú sabes que trabajo para el cuidándote.

—por mi está bien.

Nos levantamos de nuestros lugares y vamos a la parte de atrás. Presiona un botón para avisarle al conductor que bajamos. Así lo hacemos bajamos enfrente de un enorme jardín donde está repleta gente caminando de un lado a otro. Donde están niños corriendo y familias paseando.

No Confies En NadieWhere stories live. Discover now