Capítulo 17

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Ilan

—Ilan, levántate. Ya es hora —escuché la voz de Aidan mientras me acariciaba el cabello. Me acurruqué más contra él sin ganas de levantarme—. Ilan, vamos. Tenemos que ir a buscar tu ropa.

Ahora tenía menos ganas de levantarme. El solo hecho de saber que mi padre podría estar en la casa me aterraba. No quería que me volviera a golpear y no quería que le hiciera daño a Aidan o a nuestro bebé.

—Iré a alistarme y a preparar el desayuno. Levántate pronto, Ilan.

Se apartó de mí y se levantó. Escuché como tomaba ropa en el clóset para luego salir. Solté un suspiro pesado sintiéndome bastante cansado. Abrí los ojos con cierta dificultad, dado a la luz que entraba por la ventana, miré el techo unos instantes y volví a cerrarlos. Escuché a Aidan salir del baño y luego sus pasos alejándose. Respiré profundo y me levanté con toda la pereza del mundo. Tomé algo de ropa y me dirigí al baño, me lavé los dientes y me miré al espejó soltando un suspiro pesado notando lo pálido que me encontraba. Me saqué la remera que utilizaba de pijama y la tiré al suelo, volví a mirarme al espejo, esta vez me centré en mi barriga aún plana; no pude evitar sonreír como un idiota.

—Eres la razón por la que me sienta horriblemente mal, vomite y me vea peor de lo que me siento —pasé mi mano por mi vientre de manera cariñosa—. Pero te tengo que agradecer que nos unieras más a Aidan y a mí.

Volví a sonreír, me miré unos instantes más, después me aparté del lavabo, abrí las canillas de la ducha y dejé el agua correr mientras terminaba de desvestirme. Uno o dos minutos después, me metí bajó la ducha y suspiré; me pesaba demasiado volver a aquella casa, era donde crecí y donde estuve toda mi vida, pero, luego de todo lo que había pasado allí, no me agradaba para nada la idea de volver a verle la cara a mi padre. De repente, sentí náuseas, rápidamente salí de la ducha y me acerqué al inodoro a vomitar.

—A ti tampoco te gusta mi padre, ¿verdad? —me levanté con sumo cuidado, dado al mareo que tenía—. No te preocupes hijo, no dejaré que vuelva a golpearme —volví a meterme a la ducha.

Me pasé un rato en la ducha alargando el tiempo lo más que podía, o al menos hasta que Aidan llamara a la puerta pidiéndome que baje a desayunar, lo cual tuve que hacer. Cuando bajé, ya listo para salir, me senté en la mesa frente a Aidan, él me miró sin emitir un sonido, me sirvió el desayuno y luego tomó mi mano.

—Estarás bien —dijo de repente.

—Ha sido pensar en mi padre y que me dieran náuseas. Ni siquiera nuestro hijo lo quiere y aún no ha nacido —sentí que apretaba un poco mi mano.

—Tranquilízate, puede que él no esté —asentí empezando a desayunar.

Luego del desayuno, subí al cuarto, vacié mi mochila y volví a bajar. Aidan me esperaba junto a la puerta con el abrigo puesto. También me puse mi abrigo soltando un suspiro, abrí la puerta y salí seguido por Aidan, quien cerró la puerta con llave. Ésta vez, para mi suerte, no iríamos en auto. Mi casa no quedaba muy lejos de aquí, pero no me emocionaba ir rápido. Caminamos unos minutos hasta que llegamos a mi casa, entré intentando no hacer mucho ruido y metí a Aidan de la misma manera. En puntas de pies subimos las escaleras hasta mi cuarto.

—¿Adónde crees que vas con él? No creí que traerías a alguien así.

La inconfundible voz de Ivana sonó a nuestras espaldas. Me giré rápidamente encontrándome con su sonrisa. Sin perder un segundo, solté la mano de Aidan, me acerqué a Ivana y la abracé; en este momento me sentía como un niño pequeño, pero ella me hacía sentir así.

—¿Cómo te encuentras? No me has hablado desde que saliste del hospital —me separé de ella para mirarla.

—¿Mi padre está en casa? —asintió, solté un suspiro pesado—. Será mejor que me apresure entonces —me giré y entré a mi habitación, detrás de mi entraron Ivana y Aidan.

Broken BoyWhere stories live. Discover now