Capítulo 11

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Nota de la autora: me veo con la obligación de avisarles que éste capítulo contiene lemon. 

Ilan

Me desperté algo desorientado, sintiendo mi ojo algo hinchado y adolorido. Me removí un poco sintiendo unas manos posadas una en mi espalda y la otra en mi brazo derecho, me senté de golpe en donde me encontraba y miré a mi alrededor; estaba con Aidan en su casa. Solté un suspiro pesado volviendo a acostarme acomodando la cabeza en su pecho, aunque pocos minutos después me levanté con sumo cuidado. Fui al baño, me aseé y me dirigí a la cocina para preparar café. Una vez listo, tomé mi taza, me acerqué a la ventana y aparté un poco la cortina para mirar a través. El cielo estaba completamente gris y aún llovía, pero, para mi mala suerte, no había nevado. Me alejé de la ventana tomando un sorbo de café, tomé mi celular de encima de la mesa ratona y lo miré. Aksel se había levantado temprano como niño pequeño a ver si había nevado.

—¿A qué hora te levantaste? —me quedé clavado en el techo al escuchar la voz de Aidan. Lo miré rápidamente, él estaba sentado en el sillón, completamente despeinado y con cara de dormido—. ¿Qué hora es? —pasó sus manos por su rostro.

—Las ocho. Hay café en la cocina —asintió volviéndose a acostar.

—No acostumbro a levantarme a estas horas si no tengo trabajo para el lunes —se arropó—. Sabes que puedes hacer lo que quieras en mi casa... —Bostezó haciéndome sonreír. Dejé la taza y el celular en la mesa ratona y me acosté en el poco espacio que quedaba a sus espaldas abrazándolo—. ¿Ilan? —me abracé más a él colocando mi cara en su espalda; su calidez hacía que me sintiera tranquilo, que se me olvidara todo lo que mi padre me había hecho y que mi madre había ignorado adrede.

—Si vas a volver a dormir me quedaré aquí contigo —sentí que tomaba una de mis manos.

Pasamos así un largo rato. Aidan se había quedado dormido nuevamente, pero no soltó mi mano en ningún momento. Por mi parte, me quedé acurrucado en su espalda, simplemente disfrutando la tranquilidad que solo tenía con él, o al menos eso creía hasta que mi celular comenzó a sonar. Solté un suspiro pesado, me aparté de Aidan con cuidado y tomé el dichoso aparato. Subí las escaleras rápidamente, para luego encerrarme en el cuarto de invitados. Contesté la llamada sin fijarme en la pantalla del celular, pero me arrepentí al escuchar la voz de mi padre.

—Niño de mierda, ¿por qué no has vuelto? No pienso hacer todo el puto trabajo yo solo —solté un suspiro—. Si no vuelves te volveré a dar una paliza —me senté en la cama dándole la espalda a la puerta—. Más te vale volver o te mandaré al hospital.

Dicho esto, cortó la llamada, dejé caer el celular sintiendo que mis ojos se llenaban de lágrimas. ¿Por qué tenía que sufrir esto? Me lo había preguntado durante toda mi vida, pero aún no encontraba una respuesta. Tal vez solo era mi destino tener unos padres de mierda, que solo habían engendrado a un hijo de mierda, bueno para nada. No pude aguantar más el nudo en la garganta, este se deshizo en un llanto que, aunque quisiera, me era imposible parar. Cubrí mi cara con mis manos intentando no hacer ruido; no quería que Aidan me vea así, no quería hablarle sobre esto.

—¿Qué sucede, Ilan? —negué con la cabeza siendo incapaz de dejar de llorar, se acercó a mí, sentí que se sentaba a mi lado y me acariciaba el cabello—. Dime que sucede, me gustaría poder hacer algo por ti —me abracé a él sin siquiera mirarlo, simplemente hundí mi rostro en su hombro.

—S-solo quédate conmigo... n-no necesito nada más...

Dije con mucha dificultad por culpa del llanto y de que tenía mi cara contra su hombro. Aidan no dijo absolutamente nada, simplemente se quedó allí, abrazándome como si fuera un niño pequeño. Luego de un rato, cuando logré calmarme, Aidan salió del cuarto. Al poco tiempo volvió con un vaso con agua en una mano y un pañuelo en la otra, me extendió el vaso, el cual tomé y bebí unos pocos sorbos de manera pausada, mientras él se encargaba de secar mi rostro con el pañuelo.

Broken BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora