Capítulo 10

175 38 8
                                    

Aidan

Ilan entró al consultorio logrando que levantara la vista hacia él. Me levanté rápidamente cuando cerró la puerta y me acerqué. Ni bien estuve delante suyo, me abrazó ocultando su rostro en mi pecho; algo había sucedido con él, ayer, mientras nos enviábamos mensajes, noté que algo no se encontraba del todo bien. Aun manteniendo el abrazo, lo llevé hasta la silla que se encontraba frente mi escritorio y lo senté, miré su rostro unos instantes; había estado llorando.

—¿Qué sucede? —puse mi silla junto a la de él y me senté como solía hacer—. ¿Tu padre te ha hecho algo nuevamente?

Sentí de inmediato un deseo fuerte por protegerlo de aquel hombre que le hace daño. Me estaba involucrando demasiado con él, pero a éstas alturas, ya no me importaba hacerlo; ya habíamos cruzado la línea de lo profesional.

—N-no, él se ha ido ayer —soltó un suspiro pesado—. M-mi madre ha regresado de Gales, pero es lo mismo de siempre. Nunca me presta atención, no le importo —volvió a suspirar bajando la mirada hacia sus manos—. Anoche me ha dicho que no quería ver mi asquerosa cara en la mesa, que le quitaba el apetito, así que me envió a comer o en mi cuarto, o en el que se suponía que era el lugar de servicio, aunque después de tantos años Ivana ya no lo usa por ser considerada parte de la familia. Pero parece que yo no puedo ser considerado como tal —noté que unas lágrimas comenzaban a resbalar por su mejilla, sin perder un segundo, las sequé con mi pulgar.

—Ilan...

Susurré sin intención de que me escuchara, pero ni bien lo nombré, levantó la mirada hacia mí dejándome ver que sus ojos y su rostro estaban rojos. Abrí la boca para decir algo, pero las palabras no salían; no tenía idea de qué decir para que no se sintiera así. Solté un pequeño suspiro, me acerqué a él y lo abracé. Acomodó su cabeza en mi hombro sollozando, aferrándose a mi como si fuese un niño pequeño.

—Tranquilo, Ilan —acaricié suavemente su espalda con una mano, mientras que con la otra acariciaba su cabello.

—L-lo siento —dijo sin despegar su cara de mi hombro y sin dejar de sollozar—. I-intento estar tranquilo, p-pero todo esto es más fuerte que yo. N-no puedo simplemente ignorarlo —sentí que se aferraba más a mí.

—Ilan —Lo separé de mí y posé mis manos en sus mejillas secando alguna que otra lágrima—. Sé que lo es, pero por eso estoy aquí contigo, para ayudarte a que eso no importe —aparté una de mis manos para ver la herida de su mejilla, él giró su cara para que no pudiera verla—. Es la cicatriz más bonita que he visto en mi vida —noté que su rostro se ponía aún más rojo de lo que lo estaba antes—. Sí, fue un error hacerle una herida así a un rostro tan lindo, pero no te ha restado belleza en lo absoluto —Ilan me miró avergonzado, ya había dejado de llorar, aunque sus lágrimas seguían resbalando por sus mejillas—. Ella está muy equivocada si piensa eso de tu rostro. Considero que eres muy lindo y no debo ser el único que lo piensa —en su rostro se formó una pequeña sonrisa vergonzosa. Desvió la mirada de mí.

—G-gracias, doctor.

Habló con la voz algo quebrada aún. Tomó mis manos, pero no las alejó de su rostro, sino que las apretó un poco contra sus mejillas. Ante su acción le dediqué una pequeña sonrisa cariñosa. Se acercó a mi rostro disparando mis alarmas; besarlo aquí era peligroso, no debería hacerlo. ¿Qué tal si nos veía alguien? ¿Cómo me verían luego de eso?

—Ilan... —susurré logrando hacer que me mirase. Estábamos bastante cerca, tragué saliva algo nervioso.

—Lo siento, no debería hacerlo en tu trabajo.

Antes de que siquiera pudiera razonarlo, lo besé. Ilan correspondió al instante, pero el beso no duró mucho. Nos separamos rápidamente para evitar que alguien nos viera por accidente.

Broken BoyWhere stories live. Discover now