Capitulo 25 Segunda temporada

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Me encontraba ya en el bus rumbo a las afueras de la ciudad para el campamento. Cómo era muy temprano me subí en el bus y me puse a escuchar música hasta que me dio sueño y dormí todo el recorrido hasta llegar.

Me desperté con un olor muy familiar que se encontraba Justo a mi lado, cuando levanté la vista era Eddie, que se había ubicado a mi lado. Nos pidieron que ya era hora de bajarnos después de unos minutos y al parecer estaba muy despeinada porque sin pensarlo dos veces, Flora que estaba atrás de mí con Martina, sacó una peinilla y me peinó con una extraña dedicación, pero igual le agradecí.

Nos llevaron a un salón campestre, lleno de mesas y sillas en el que todos nos sentamos, después de que nos hicieron llenar unos datos, nos entregaron el desayuno. Yo aún seguía algo somnolienta.

—¿Qué pasó entre tú y Sam?
—¿Por qué?
—No desaprovecha oportunidad para mirarte.

Lo volte a mirar y él me dio una pequeña sonrisa, que yo también respondí con el mismo gesto suavemente.

—¿Y eso que fue? —volvió a preguntar Flora.

Suspire por un momento.

—Aclaramos las cosas. —Vi sus caras de asombro y la de Eddie que justo se sentaba a nuestro lado—.Quedamos sólo como amigos.
—¿Amigos? —reaccionó Martina haciendo una mueca.
—Ya no hay nada, ni siquiera las peleas ya todo termino.

—Eso es bueno para ti —dijo Flora tocándome un hombro.

Martina se quedó en silencio comiendo el pan y Eddie, me miro con una pequeña sonrisa no de satisfacción, porque se lo mucho que le desagrada,  sino más de apoyo, sé que sabe que es difícil para mí.

Después de algunas actividades nos dejaron un rato libre en el que aproveché para caminar envuelta en un abrigo, desde donde estaba podía observar las montañas. Me recosté en un pedazo de madera y me quede allí mirando el paisaje hasta que sentí a alguien cerca y era Sam.
—¿Estás bien?
—Si
—Te traje agua, por si tenías sed—me quede en silencio—. Ahora somos amigos ¿no? Es normal.
—Oh si, gracias.
Después de unos momentos lo llamaron y se fue.

Me quede mirando la botella de agua, pensando en lo normal que debía ser esto para mí.

Seguí caminando, Eddie se unió a mi caminata, y entre algunos chistes sin sentido me pregunto cómo me sentía.

—En realidad creo que es mejor así. Estoy tranquila.

De repente tomo mi mano y me llevo a acercarnos al lago.

Nos quedamos un rato observando la naturaleza, y sentí de repente el calor de su chaqueta en mí.

—Te vas a congelar —afirmo.
—Este abrigo me cubre bien—dije de inmediato.
—Pero no lo suficiente —afirmo.

Estaba apunto de quitármela, más él me la volvió a acomodar.

—No te la quites o me enojaré — añadió.
—Está bien, todo sea porque no te enojes —me reí un poco.
—No tomas nada en serio, tonta.
No pude evitar sonreírle.

—Me gusta verte sonreír, últimamente verte es difícil y cuando te veo, varias de esas veces resultas apagada. No me gusta que estes así.

Lo volte a mirar y estaba mirando fijo al lago.

—Tal vez  porque  ya no estás tu para divertirme —le sonreí—. Ya no estamos mucho tiempo juntos, y supongo que cada vez será más difícil.

—¿Por qué lo dices?

—Te preparas para irte a la universidad de tus sueños, a que te recluten y cumplas lo que siempre has querido, más yo no formo parte de ese futuro. Tal vez seré una de tus miles de fans que va a verte jugar a lo lejos.

Ella es míaWhere stories live. Discover now