Capitulo 12 Segunda temporada

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Una silueta de un hombre en un de los sillones  apareció en mi casa. Por un momento, me asusté pero al instante lo reconocí.

—¡Hermano has vuelto a casa! —dije con alegría.

Con él a mí lado significaba tomar un nuevo aliento, dentro de mi casa experimentaba una gran soledad y el hecho de que verlo me alentaba.

—¿Cuando llegaste?
—¡Está mañana! —respondió.

Hoy era el día de hacer mercado y ya que me llevaba mucho tiempo prefería hacerlo en las mañanas.

Él me ayudo a entrar las bolsas de mercado y a colocarlas en el mesón de la cocina. Cuando entramos todo, por fin tuve la oportunidad de abalanzarme en sus brazos con alegría.

—¿Tienes sed? deseas algo —le ofrecí.
—Tienes jugó, cualquier jugo estaría bien —dijo y sus ojos verdes me guiñaron, aquellos que me recordaban a Papá.

En realidad no hay nada pero te lo puedo hacer.

Por un momento se quedó en silencio y miro al segundo piso.

—¿Ella esta arriba? —Pregunto.
—Pensé que ya la habías saludado.
—Pensé que la casa estaba sola y como aún guardo la llave decidí entrar.

Lo vi por un momento incómodo, yo vacilé y empecé a sacar la fruta que había comprado.

De repente se quitó la chaqueta negra con la que me imagino suele conquistar a la mujeres, se lavo las manos y se ubicó a mi lado.

Comenzó a picar la fruta que había sacado y mezcló unas cuantas, por un momento pensé que sería una mala idea.

Pero al final entre risas hicimos el jugo y él aprovecho y me hizo una comida con algunas especias que había traído de Tailandia.

Se escucharon pasos de las escaleras, ella bajaba de su mundo de cuatro paredes para saludar a Dan, ella solo se acercó a abrazarlo y él le correspondió. En ese momento tuve la sensación de que tal vez el marcharse no era tan malo como parecía. Si me iba por un largo tiempo podría obtener un abrazo de ella, de mi madre.

Él me llevaba unos cuantos años, es mi único hermano.  Su vida se componía de aviones, montañas y mares. Él es fotógrafo y de hecho le va tan bien que se olvida que tiene una hermana y una casa. Él es de los que un día está y cuando menos te das cuenta se marchan. 

Pero no me importaba ya me había acostumbrado y solo me aferraba a la idea de verlo.

Dan le dio algo de comida, ella con un vestido largo de tela delgada se acomodaba para comer con nosotros. Yo no podía creer que en varios años tuve que comer sola y en un instante ya no era así.

La presencia de Dan siempre le era más agradable que mi compañía, y aunque no me gustaba mucho la idea, me alegraba estar juntos. Igualmente yo también pensaba que la presencia de Dan me era más agradable que la compañía de mamá.

Después de comer y de hablar de los lugares que a ido, me interné en mi alcoba.  Yo siempre solía buscar en su página web sus fotografías para saber donde estaba y con quien compartía, así que no me sorprendía mucho lo que me contaba pero aún así siempre coloque cara de sorpresa cada vez que decía algo.

Ya acostada en mi cama me llamo Eddie.

—¿Ana vas a asistir a la fiesta sorpresa de Flora?
—¿Cuándo es?
—¡Ana es hoy! —dijo levantando la voz.

Me levante como un resorte y abrí mi armario.

—Como se te pudo olvidar, lo hemos hablado toda la semana.
—Es a las 9:00 pm
—Rayos —son las 8:20 y ni se lo que me voy a colocar.
—Voy a recogerte en 20 minutos.

Inmediatamente empecé a mirar que me quedaba bien para colocarme, pero no encontraba nada y el tiempo estaba en mi contra. Así que pegue un grito y me tire en la cama.

—¿Estás bien? —golpearon a la puerta.
—Tengo una fiesta y no se que colocarme —dije abriendo la puerta.
—Es el momento perfecto para entregarte tu presente —dijo sonriendo.

Después de un breve momento trajo una caja.

—¿Y esto es? Espero que sea un vestido.
—Si, espero que te guste —respondió colocando la caja en la cama.

Yo también espero lo mismo pensé abriendo la caja.

Aquel vestido blanco con pequeñas y muy finas flores marcadas de un tono pálido muy suave, me pareció perfecto para la ocasión y no dude en colocármelo.

—¿Me veo bien?
—Más de uno te volteará a mirar —dijo guillándome el ojo.

Eso era lo último que deseaba pensar.

—Tienes a alguien —afirmó moviendo la cabeza de un lado para el otro tratando de mirarme a los ojos.
—¡No, estoy sola como un hongo, uno bien feo!
—Creo que no te has visto bien.

Tomó mi mano y me llevo al espejo.
Yo no veo un hongo, yo veo una rosa.

—Entonces soy la rosa más desafortunada —afirme desalentada.

De repente mi mamá estaba en la puerta viéndonos, me quede en silencio y busqué unos zapatos medio decentes para el vestido.

—Creo que te falta algo —dijo ella de repente.

Ella se acercó y me colocó en el cabello una balaca con piedras blancas muy pequeñas.

—¿Que haces? —pregunté quitándomela de inmediato.
—Solo pensé que te quedaría preciosa.
—En serio, pues no lo creo.
—De repente sonó el timbre.
Sabía que era Eddie así que tire la balaca y baje al primer piso a abrirle la puerta.

—Hola, vámonos —dije de inmediato
—No te vas a despedir de tu hermano. —Bajo las escaleras apresuradamente y me entrego un abrigo.
—Gracias adiós.

                                          
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Esta historia aún no termina así que espero estén pendientes de cuando suba nuevos capítulos.

Ella es míaWhere stories live. Discover now