IX

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México se sentía cuál niño en juguetería en plena Navidad. Estaba más que feliz con como las cosas estaba resultando, por lo menos con Argentina, sí.

Todo parecía ir para bien, ya llevaba tiempo en el que no dirigía palabra a Rusia, y para alivio de la pareja, Rusia no había intentado acercarsele. Pero las veces en las que había hablado con él nunca intentó nada hostil, como lo venía haciendo desde que comenzó "algo" con Argentina. Según Argentina, Rusia no se le había intentado acercar mucho. Aunque no estaba seguro, Rusia bien pudo amenazarlo.

Regresando al tema, Argentina parecía consentirlo a más no poder. Llegó un punto en el que México se sentía abrumado, aunque ciertamente, le parecía muy tierno cuánto lo llegaba a consentir el más alto.

Al día siguiente de haberse hecho pareja, Argentina lo llevó a acampar. Fue sólo por una noche. Aunque pasaron cosas que ninguno de los dos les gustaría hablar en público.

Estaba caminando en dirección a su café favorito ya que no tenía nada que hacer en todo el día. Entonces recibió un mensaje de China.

 Entonces recibió un mensaje de China

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-¡Hoy es tu cumpleaños!
-¿Qué significa eso?
-Ah, okay.
-¡Te veré ahí!

Hace poco empezó a acercarse más a China. Siempre tuvo una idea rara de él ya que el chino era muy callado cuando lo veía. Pero México no había pensado que más bien el asiático era disciplinado cuando se debía. Ya cuando empezó a hablar más con él, se dio cuenta que el asiático tenía también su toque.

Bueno, regresando a lo relevante, ese día, México cumplía años. O algo así, por lo menos ese día era la fiesta. El tricolor estaba muy emocionado, ya que esta fiesta prometía mucho. Habría música que México adoraba, irían todos los países, unos de ellos iban por el desastre que ocurría y otros, la mayoría, iban por México, incluso iban los Estados del mismo. También habría comida mexicana.

Si le preguntabas al mexicano qué era lo que más le emocionaba de su fiesta, te diría que iba a haber alcohol.

México entró al café. Decidió que pediría algo de tomar y de paso le llevaría algo a Argentina.

A pesar de ser un café, cuando ya estaba enfrente del cajero, se dio cuenta que no quería un café. Por lo tanto, pidió agua mineral y un pastel pequeño de chocolate para Argentina. Le dijeron que esperara en lo que su orden estaba lista.

Se sentó en una mesa circular redonda hecha de madera. El lugar se le hacía bonito. Tenía un aspecto simplista, las paredes eran grises y blancas con dibujos negros y algunas palabras blancas. Las mesas junto con las sillas eran de madera. La comida del lugar le gustaba. Pero más que nada le encantaba el establecimiento porque ahí conoció a mucha gente especial para él, como a Argentina.

Miztemoa Noyollo | MexTinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora