20┋Caos en la casa.

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Caos en la casa.

Una semana más tarde...


—¡Entralo más, Jeison!

—Pero morenita, esta vaina ya no entra.

—Pues tienes que empujar aún más profundo, no está resultando una mierda.

—Me ofendes.

—Y tú me haces perder tiempo, ¿si sabías que no podías terminar para qué te ofreces, mugroso?

—No es que no pueda terminar, morenita, es que el espacio es muy estrecho y esto muy grande.

—¡Necesito que acabes! —gruño.

—Pero si pararas de gritonearme podría terminar.

—¿Estás diciendo que eres un incompetente por mi culpa? —cuestiono indignada.

—¡Pues sí! —vocea.

Jadeo.

—Déjalo y lárgate, que yo acabo sola —ordeno.

—No lo haré, morenita. Además tú no sabes cómo arreglar una lavadora —se burla.

—Por lo visto tú tampoco, no puedes meter ese destornillador y resolver el maldito problema —digo exasperada.

—El destornillador es muy grande y el agujero muy pequeño, además, una lavadora no se destapa con un puto destornillador —expresa.

—Y lo dices luego de tardar media hora ahí en nada —entorno mis ojos y el se encoge de hombros.

—Pensé que seguirte la corriente era mejor que ponerme a discutir contigo, pero acabamos en lo mismo.

—Esto es un maldito caos —gimo de cansancio y me desplomó en el suelo del patio trasero.

Hoy es viernes nuevamente, ha pasado ya toda una semana desde el episodio con Fernando, lo he vuelto a ver por la casa una dos veces como mucho. Ha sido una semana dura. Si pensaba que las cosas estaban yendo bien para mí pues definitivamente equivoqué.

Observo mis manos, las que antes eran suaves y brillantes, ahora están llena de callos a causa de los quehaceres de la casa. Nunca en mi vida pensé que transportaría agua en una cubeta desde el patio hasta el baño de mi habitación para bañarme, porque resulta que desde hace tres días la pluma de nuestra baño se ha dañado y la única manera de adquirir agua para nuestras necesidades es venir al patio a llenar cubetas.

Hermoso.

Otra de las razones por las que cargo con este humor de perros es que la abuela, quien es la que se encarga del orden y de todo en la casa ha estado algo enferma, por lo que últimamente solo permanece descansando en su habitación, lo que nos lleva a los otros habitantes de la casa a hacer cada uno sus propias cosas.

Se supone que hay una segunda mujer viviendo con nosostros, tía Fernanda quien podría encargarse de cocinar, pero tiene un don para arruinar todo lo que toca allí. Absolutamente todo lo que cocina es una abominación para el paladar, tío Pepe dice que por eso está sola.

Eso nos lleva a cada quien hacer su comida, pero ahí es donde está el problema, no sé cocinar, soy un asco en eso. El abuelo ha estado ayudándome a preparar cosas sencillas de hacer, pero me frustra no hacerlo bien. No se me puede culpar, a mis dieciocho años lo he tenido todo, nunca había tenido que cocinar ni hacer los quehaceres en mi casa, no hasta hoy. Jetzel realiza cosas como puré de papas o plátanos, pero intentando pelar plátanos mis manos han quedado con leves cortes y he fracasado totalmente al llevarle toda la masa. Soy un maldito asco desastroso en esto.

Sabor Dominicano ©Where stories live. Discover now