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Recordó cuando era joven y debía ir de puntillas mientras palpaba las paredes para no hacer ruido cuando llegaba tarde. 

La casa parecía que había estado deshabitada por más de una década, cuando únicamente habían sido dos años. No pudo imaginarse cómo alguien pudo vivir sus últimos años en aquel ambiente tan nauseabundo. 

Retrocedió unos pasos, quedando fuera de la casa. Estaba comenzando a saturarse. Recordó cuando por las noches su padre regresaba enormemente borracho y debía cubrirse con la sábana hasta la cabeza para que pensara que dormía. Se quedaba paralizado. Era exactamente la misma sensación exageradamente agobiante, sentía pánico. Comenzó a hiperventilar.

"¿Murdoc?"

"Necesito aire" jadeó.

"Pero ya estás fuera" le dijo. "Tan sólo relájate. Respira" Murdoc suspiró, y tras diez largos minutos se sintió con el suficiente coraje para volver a entrar.

Obvió la habitación de su padre y subió las escaleras. Su habitación estaba tal cual la dejó: una cochiquera. Le extrañó saber que su padre no la alquiló o alguna cosa por el estilo. También se le pasó por la cabeza que quería mantener el recuerdo de su hijo pero se deshizo de la idea al instante. Era absurdo. Rescastó unos pocos vinilos que compró en su juventud, tales como A Night in the Opera o Exile on Main Street, cuando su gusto musical comenzaba a refinarse. 

Salió de la habitación, entrando a la de al lado: la de Hannibal. Todo el ánimo que recuperó al ver los vinilos se disipó al ver una diminuta caja sobre la cama del difunto. Se acercó poco a poco. No quería ver su contenido. La caja no pesaba demasiado, y finalmente la abrió. Sólo vio un papel mal doblado y bastante arrugado. 

Nerdoc, ¿qué tal estás mocoso? Bueno. Ya no tan mocoso. Hacía tiempo que no hablaba contigo. En fin. Quería escribirte esto antes de que me vaya, aunque no sé si la leerás, yo tampoco querría volver aquí. 
Seguramente ya te enteraste de que el viejo finalmente estiró la pata. No fui a su funeral porque me volvieron a meter en chirona. No hace falta explicar el porqué. 
Quería disculparme contigo por todo. Creo que debería ser más específico… No se me da bien esto. Ya sabes… romperte la nariz, las palizas, robarte la novia… cosas. Y también decirte que no te odio. Espero que tú tampoco lo hagas. Fue una discusión estúpida, de hecho fue mi culpa. No entiendo porqué me puse así. Lo siento tanto. Sólo era un jodido vinilo por Dios. En fin Murdoc. Murdoc. Me resulta raro llamarte así. Nos vemos.

"¿Murdoc?" el hombre dio un pequeño salto al escuchar la voz de Stuart tras él. No recordaba que estuviera allí. "¿Estás bien?" preguntó acercando su mano a la mejilla del bajista. 

"Sí. Tranquilo"

"Pero estás llorando"

"Está bien. Solo estoy… un poco sentimental" dijo intentando sonreír. Guardó la nota en el bolsillo trasero de su pantalón y alzó los brazos indicándole a Stuart que quería un abrazo. El peliazul lo captó y se acercó más a él, rodeando su cintura con sus brazos. "Podemos irnos ya" anunció tras unos minutos. "Es una casa de mierda" dijo alzando la cabeza para verla completamente. Stuart no supo si debía comentar algo. "¿Regresamos al hotel?"

"Claro"

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La piscina estaba abierta las 24 horas, y tuvieron la suerte de que no había nadie. Eran las dos de la noche después de todo. El agua estaba extrañamente caliente, llegaron a la conclusión de que era una piscina con agua termal. 

"Esta zona está bastante bien a pesar de ser un hotel barato" comentó Stuart mientras se sumergía en el agua. Murdoc asintió, quedándose de pie en el bordillo. "¿No vas a meterte?"

I Me Mine | studocWhere stories live. Discover now