Holaaaa!!
Primero de todo avisar del cambio de título y portada. Al cambiar el título (por el obvio motivo que se ve nada más comenzar a leer este capítulo), tuve que cambiar también la portada, pero no encontré la imagen anterior, así que también la renové :")
Bueno, ya me callo <333
All I can hear
I me mine
I me mine
I me mine
“¿¡Por qué eres así!? ¿¡Qué te he hecho!?”
“Stuart, déjalo…” ¿por qué mierda estaba temblando tanto?
“¡No Murdoc, joder. Quiero que me respondas! ¿¡Por qué eres tan hijo de puta conmigo!? ¿¡Me puedes decir qué te he hecho!?” si no recogía los cristales, alguien podría cortarse.
“¿¡En serio crees que es fácil, que no me esfuerzo!?...
Even those tears
I me mine
I me mine
I me mine
...¿¡De verdad crees que no estoy intentando ser mejor!?”
“¡Apaga la jodida radio!”
“¡No me da la puta gana!”
“¡¡Te odio!!”
Metió tres pares de calcetines, cuatro calzoncillos, dos suéters y un pantalón. Cerró la maleta.
"¿Murdoc?" Russel entró, iluminando levemente la lúgubre habitación. "¿Qué haces a oscuras?" Murdoc se giró para mirar al batería. Russel se percató de lo pálido y ojeroso que estaba en azabache. "¿Te encuentras bien?"
"Sí"
"¿No vas a bajar a cenar?"
"... Sí"
"Date prisa, te esperamos" Murdoc asintió y esperó a que Russel cerrara la puerta para llevarse las manos a la cara. Gimió de desesperación, removiéndose el cabello antes de bajar por las escaleras hasta el comedor.
Todos estaban sentados, esperándolo. Conversaban jocosamente sobre algún tema sin importancia.
"Murdoc. ¿Qué tal? No te hemos visto el pelo en todo el día" lo saludó Noodle. Murdoc quiso sonreír, pero en su lugar salió una mueca muy poco convincente.
Se sentó junto a Russel sin mirar al frente en ningún momento. Los tres prosiguieron con la conversación anterior mientras cenaban.
El ambiente estaba tenso. Murdoc sintió náuseas estando allí sentado. El olor de la comida y las voces de sus compañeros lo enfermaban. Pero debía esperar.
No supo si Stuart le había siquiera dirigido una mirada, pero podría jurar que no lo hizo. El resto actuaba como si nada hubiera sucedido, y eso le daba tanta rabia, pero en el fondo lo agradecía.
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Ya eran las cuatro. Se levantó de un salto. Cogió su maleta y bajó las escaleras en silencio. Todo estaba a oscuras, pero su vista ya estaba acostumbrada. Caminó hacia la entrada, no sin antes dejar una nota sobre la mesa en un intento de disculpa y salió de la casa, cerrando la puerta lentamente. No quiso echarle un último vistazo a la casa, así que simplemente esperó a que pasara algún taxi para acercarlo a la estación.
