SP © | CAPÍTULO 11

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Cosas absurdas
Por: Logan Clarke

Acostado en el cómodo sofá, llevando los brazos hasta la parte posterior de mi cabeza, bostecé. Me encargaba de escuchar en volumen moderado a los periodistas del noticiero cuando tomé el móvil y comencé con la tarea que me había propuesto la noche pasada. Seleccione el navegador, y buscando la barra del traductor de Google, comencé.

[ Inglés — > Italiano ]

[ Hola — > Ciao ]

Esa es fácil, pensé. Volví a escribir.

[ ¿Cómo estás? — > Come sta? ]

Fruncí el ceño, dudoso sobre si pronunciaba aquellas palabras de la manera correcta, y observando la pregunta que había escrito, lo borré y pensé nuevamente en algo que me sirviera para al menos comenzar una conversación.

[ Me llamo Logan Clarke — > Mi chiamo Logan Clarke ]

—Mei chaimo Logan Clarke. —lo intenté, premiándome con una mueca orgullosa. —A este paso aprenderé italiano en unos 40 años. —resoplé, volviendo al buscador, escribiendo sobre la barra de Google "Frases simples en Italiano".

El golpe de una canasta llena de ropa al caer sobre la mesa junto a mí, me hizo saltar levemente por el espanto, bloqueando el teléfono en el proceso. Y no dudando en hacer caras raras por el susto, observé el gesto de disculpa de mi madre, quien me miraba en silencio.

—Lo siento, querido. Tengo prisa, hay una reunión con los socios de España en dos horas y no puedo dejar toda esta ropa de tus hermanos sin atender. ¿Me ayudas? —comentó, comenzando a doblar las piezas una por una, separándolas por propietario en el proceso.

—Me has dado un susto de culo, mamá. —me quejé, escuchándola carcajearse, para entonces sentir un pequeño golpe en el brazo al dejarle espacio para que tomara asiento junto a mi.

—Nada de malas palabras, ya te lo he dicho. Recuerda que el molde de la educación es el hogar y este es el nuestro, debes respetarlo. —reprendió. —Cuando tengas tus hijos debes enseñarles esos valores. —

Rodé los ojos, una vez supe que no me veía.

—¡No deberías doblarle nada, Nicholas y Christopher son adultos, que laven su propia ropa! —le recordé, escuchándola suspirar.

—Están en la escuela, y mientras yo pueda ayudarlos, lo haré. Es sencillo, lo mismo hice contigo, soy la mamá y ellos están en una etapa muy dura. —los excusó, continuando con su tarea.

Sonreí ante sus palabras tercas, y viendo desde mi posición como Lucius Clarke continuaba con una lectura en su IPad, sentí el débil empujón que me dio mi madre con su hombro. Conocía aquel movimiento, y significaba que había algo que le causaba curiosidad.

—¿Y a qué estabas tan pendiente que no me sentiste llegar? —murmuró, viendo hacia su marido al asegurarse de que no nos estuviera escuchando.

—¿Por qué debería estar pendiente de algo? Solo estaba muy concentrado en el móvil y me has pegado un susto. —respondí, ayudándole a doblar la ropa con la misma destreza con la que me había enseñado hace muchos años.

—De acuerdo. —pareciendo convencida, no continuó insistiendo y aquello sólo logró que me recostara del espaldar, viéndola con una mirada extraña.

—¿Eso es todo? —pregunté, impresionado.

—Pues... si. —encogiendo los hombros, ni siquiera me miró, y una vez culminamos con nuestra pequeña tarea en equipo, giro el rostro a verme.— ¡Qué eres igual a tu padre! ¡Si les insisto, se molestan! ¡Si no les insisto, también! Decídanse. Luego dicen que las complicadas somos las mujeres. —

SUEÑOS PERFECTOS © | SL #2 - ACTUALIZANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora