SP © | CAPÍTULO 7

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Negocio Inconcluso
Por: Logan Clarke

Observándome con atención en el espejo del baño, intenté arreglar mi corbata mientras pequeños fragmentos de mi conversación con Rachel la noche pasada continuaban reproduciéndose en mi cabeza como villancicos navideños, una y otra vez. Alegres no eran, destilaban tristeza y frustración, pues estábamos en la misma situación y odiaba no poder culpar a nadie por todo lo que estaba pasando.

Según había pasado muchos años al pendiente de Marcella Ames, nunca había sido un secreto de estado el hecho de que Rachel pudiera estar en la misma situación conmigo. El que ella misma me lo confirmara fue lo peor del asunto, así que me pregunté si Marcella se había sentido tan alarmada como yo... sin tener puta idea sobre qué hacer o como consolarla. Detestaba ver llorar a una mujer y ya yo había pasado por eso, sabia lo que se sentía ser rechazado.

"Solo quiero que me tomes en cuenta, que me mires como alguna vez miraste a Marie. Porque pensé que tú y yo podríamos tener algo... siempre creí que podía existir la posibilidad." me dijo con tristeza, y aunque me sentí como todo un ser sin escrúpulos, no podía fingir estar enamorado de ella o ilusionarla con falsas esperanzas cuando sabía con seguridad que eso no pasaría... nunca. Y aunque ya había entendido, hace un tiempo, que no podía culpar a Marcella por estar enamorada de un idiota, la noche pasada terminé por comprenderlo. Me ha costado volver a la normalidad, buscarle el sentido de lo que era a mi vida sin la necesidad de perder su amistad... a veces es difícil, por que, ¿cómo dejar a un lado sentimientos que llevan ahí por muchos años? Pero lo he logrado, en parte.

Cerré los párpados, suspirando pesadamente, y escuchando como alguien ingresaba al aseo, abrí el grifo del lavamanos para humedecer mis dedos y bañarlos con jabón.

—Clarke, aquí estás, amigo. Morgan te está esperando, dice que lo acompañarás a una reunión importante. —

—Vaya, ¿te dijo eso? —

—Si. La realidad es que ese es uno de los beneficios que tiene ser el asistente del jefe. Al final te terminas enterando de todo.—

Sacudiendo mis manos, cerré el grifo y tomé algunas toallas desechables para secar mi piel con leves palmadas. Las arrojé al trasto de la basura y cuando mis ojos se encontraron con el envidioso tono azul de los de Simon Murphy, subí una de mis cejas. Era un tipo alto, delgado, de tez blanca y su cabello castaño claro. Aquellos espejuelos que cargaba sobre el tabique de su nariz necesitaban un cambio, lo hacía ver tal cual era, un friki metiche de mierda.

—Gracias, Murphy, enseguida voy hacia allá. —zanjé, intentando no dejar aun lado la imagen de abogado educado que tanto trabajo me costó crear.

—¿Qué pasa Clarke? ¿Te adiestran para recibir el cargo del dueño? —

El eco de su risa mal intencionada logró que mis hombros se tensaran prácticamente al instante. Nada estaba saliendo bien últimamente, y su feo rostro aumentaba mis ganas de pegarle un puñetazo. Tal vez David tuviera razón, mis años de nadador quedaron en la historia, y en estos momentos unas clases de boxeo no vendrían del todo mal... por aquello de liberar el estrés dentro de la ley y no en eventos ilegales, como por ejemplo: rompiéndole la nariz a Simon Murphy en horas de trabajo.

—Y si así fuera, ¿cuál es el problema? ¿Tienes miedo de que me den la potestad para darte órdenes? —conteste de vuelta, notando como su sonrisa distorsionada desaparecía lentamente.

—Tienes cinco minutos, Clarke, y será mejor que te des prisa. —zanjó, mientras la mano que mantenía apoyada sobre la puerta se cerraba en un puño.

—Llegaré en tres, gracias por preocuparte. —

Volviendo a quedarme en el silencio de un baño desolado, escuché mi teléfono sonar por alguna notificación entrante y me animé en silencio a dejar a un lado aquellos problemas a lo que visiblemente no le encontraría rápidas soluciones. Nada de lo que pensara o pudiera decir seria suficiente para aliviar el dolor de un corazón roto, y que en esta ocasión fui yo el culpable de que se hubiera desarmado.

SUEÑOS PERFECTOS © | SL #2 - ACTUALIZANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora