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Maratón 3/3

•••

— ¿Por qué me elegiste a mí de tantas chicas que sufren de baja autoestima en el Instituto? —Dijo y dejó el plato de comida sobre el escritorio, Noah cocinó pasta, estaba deliciosa. —Por cierto, cocinas bien.

El castaño rió e hizo palmadas en la cama para que Millie fuera con él. Se acercó y se acomodó enfrente de él, el chico acarició sus piernas, sentía cierta incomodidad e inseguridad en eso pero quiso que no se notara pero, se ponía tensa con cada caricia que Noah hacía. Le dejó cuando lo notó. Le miró y cruzó sus brazos por el pecho.

—No te elegí porque tuvieras bajo autoestima... Tan sólo, un día vi con realidad como eran las cosas y me sentí culpable, quería arreglarlo todo. Después terminé conociéndote y me llamaste la atención, ahora me gustas. —Sus ojos divagaban por su cara que estaba con su color de piel natural y no roja.

—Hay muchas chicas realmente lindas en el Instituto y yo, no soy parte de esas... No entiendo cómo es que...

—No te menosprecies. Eres hermosa y no te lo digo sólo por ser tu novio, te lo digo de verdad porque es lo que yo veo... Eres muy ciega, hay chicos, de los cuales no voy a mencionar, que te miraban fijamente cuando caminabas por los pasillos con los libros pegados a tu pecho y con los auriculares puestos, y hablaban sobre ti pero no decían cosas malas, decían cosas buenas. —Sonrió— Pero claro, tú siempre estabas metida en tu mundo y nunca lo notaste.

El color de mejillas de Millie cambió a un color carmesí. En parte, no creía todo lo que estaba diciendo... Sabía que muchos la conocían por ser la hija de Kelly, era una persona carismática por lo tanto, era conocida por las paredes del Instituto.

— ¿Por qué...? —Se quedó callada, no sabía si debía preguntar aquello. Tenía mucha confianza en él pero no la suficiente, al parecer. —Nada.

—Oh, ¿vas a dejarme con la intriga?

— ¿Por qué sabiendo que tu madre sufrió de abuso, dejabas que me lo hicieran a mí? —Preguntó y al ver la cara de desconcierto de Noah, aclaró su pregunta. —Me refiero a que, entiendo que no éramos amigos y no tenías ningún derecho a defenderme, siempre que veías que Sydney me maltrataba nunca decías nada y... sé que nunca me pusiste una mano encima pero tampoco hablaste en esos tiempos.

—Conozco a Sydney desde hace tiempo y sé cómo es su vida, por lo tanto no quería ser otra molestia para ella y cómo no éramos amigos, me mantenía al margen de lo que ella hacía. —Dijo y su mirada cayó.

— ¿Esa chica tiene una vida difícil? No lo parece. —Recordó el bebé que había visto el fin de semana pasado y un nudo se formó en la garganta, debía preguntarle a Noah si ese era su hijo aunque lo dudaba muchísimo.

—No la conoces, simplemente es eso.

¿La estaba defendiendo? Millie clavó su mirada en el chico, ambos se miraron fijamente por unos minutos, nadie decía nada hasta que el castaño ablandó su mirada y negó con la cabeza. Lo había dicho de mala forma, bruscamente.
—Per...

—La vi amamantando a un bebé el fin de semana pasado en el parque, ¿el niño que ella tenía es tu hijo? —La pregunta salió de su boca antes de que pudiera detenerla.

Se quejó por aquello, no debía de haberlo preguntado tan directamente, esa pequeña habitación parecía un interrogatorio policial. Era un asco.

— ¡¿La viste con el bebé?!

El miedo de Millie se acumuló en el pecho y en el estómago. Se maldijo en la cabeza por haberle preguntado, tal vez si vivía con la mentira de que no era su hijo; estaría más tranquila, tenía nervios que le estaban comiendo el cerebro, literalmente. Se sonó los dedos y movió las manos: era uno de los tics que tenía cuando el nerviosismo se apoderaba de ella.

—No es mi hijo —Soltó— Veo el pánico en tus ojos.

(...)

Habían pasado unas horas y ambos dos tenían sueño pero no querían caer rendidos a la cama por lo cual, hicieron una apuesta: El que contenía la respiración más tiempo, ganaba y el que no debía ponerse ropa del otro y había que sacar una foto sobre esto.

Millie ganó por una diferencia de 10 segundos, como ella tenía puesto su pijama, le entregó uno de todos los vestidos que tenía en ese armario, ese lugar sería el paraíso de toda chica sumándole los zapatos menos el de ella por más que le gustarán, no era su tipo de vestimenta así que, no era precisamente su paraíso.

El chico fue al baño y al salir, tenía puesto un vestido con corte corazón que caía con una falda de tul negro con brillos, el vestido era adorable pero a él le quedaba totalmente chistoso, la castaña entró al baño y se puso la ropa de su novio para que él no se sintiera tan solo, además pensó que sería divertido.

Al salir, tuvo que sostener con una mano el jean, realmente en ese lugar podía entrar Sadie, eran muy grandes para ella y hay que sumar que los pantalones que Noah usaba eran un talle más de lo normal porque le gustaba bajarse el pantalón y caminar con una parte de los bóxers afuera, tal vez le gustaba el aire chocando contra su trasero.

Noah soltó una carcajada sonora y Millie le siguió, lo tomó del cuello y le besó, él sostuvo su cintura y entre besos, se reían.

Alguien tosió a sus espaldas. Ambos dieron media vuelta, el castaño se puso rojo de vergüenza, tenía un vestido negro de chica puesto sobre él, estaba mostrando casi todas sus piernas peludas y ella tenía puesta la ropa de su novio, la cual se le caía y si no la sostenía, la arrastraría por el piso.

—No hay botellas de cerveza, ni de whisky, es una buena señal supongo. —Dijo Robert y miró a su hija, le sonrió y ella agachó la cabeza. Después miró al castaño y negó con la cabeza.

—Chico, ese vestido no te sienta bien, tal vez, algo largo te quede mejor. —Le guiñó un ojo a su hija quien tenía la cara color carmesí y cerró la puerta.

Los dejó solos, rojos y callados en medio de la habitación. Noah rompió el silencio con un suspiro.

—Yo pensé que me veía bien con el vestido. —Dijo y pasó una mano por su cara haciéndose el frustrado. Millie soltó una carcajada que pudo haber despertado a los vecinos.

—Oh, amor, te queda hermoso.

Inmerse in the dark | NillieWhere stories live. Discover now