09

760 73 19
                                    

Una semana después, Millie asistió a clases, ya sin moretones... Bueno, no tantos.

Finn la pasó a buscar con Sadie, y fueron a clases en su auto. Cuando llegaron, se despidieron de él, y salieron.

El timbre sonó, y salieron corriendo para las puertas del Instituto. Millie fue hacia su casillero, y sacó el libro de inglés, y el de biología. Sintió una presencia detrás de ella, pero intentó ignorarla. Cuando un brazo lleno de tatuajes, se apoyó en el otro casillero.

Millie respiró profundamente. Supuso que era uno de los tantos chicos del instituto. Luego, escuchó otra voz a lo lejos, y esa voz aguda, y chillona era ni más ni menos de Sydney.

La castaña cerró su locker, y al dar media vuelta chocó con Noah tirando sus libros, y en el momento en que se agachó a recogerlos, Sydney los pateó lejos de su alcance. Besó a Noah, y luego se dirigió a Millie.

La observó de arriba hacia abajo, mirando si tenía alguna marca, herida o si aún le quedaban moretones por lo pasado hace siete días.

El corazón de Millie palpitaba muy rápido, tanto que podían escucharse los latidos o eso pensó ella.

« Tranquilízate, estúpida. »

Millie respiró hondo, y soltó el aire. Le miró a los ojos a Sydney cuando ella, le levantó la barbilla. Noah solo se quedó ahí parado mirando la escena. La rubia sonrió de lado y le tiró de la cola de cabello a la castaña. Ella se quejó, y estuvo a punto de gritar para que le soltara pero, Sydney le pegó una cachetada en la mejilla derecha, y Millie se mordió la mejilla por dentro.

Reprimió un grito, y lágrimas. Negó con la cabeza para que la dejara en paz. Cayó al suelo, indefensa. Sus rodillas chocaron contra el piso, haciendo ruido. Su mano cayó haciendo fuerza, y se dobló.

« Maldición. »

Una lágrima se desparramó por su mejilla, y un sollozo salió de su boca.

Sintió el impulso que Sydney tenía en pegarle una patada directamente al estómago pero Noah la detuvo.

—Déjala, no vale que desquites tu energía en ella, cariño. —Susurró él lo suficientemente audible para que Millie lo escuchara aunque sus oídos hacían un ruido agudo.

—No lo vale pero, ¿sabes? Es divertido. —Empujó su pierna hacia delante, y le dio justo en la boca del estómago, dejándole sin aire.

Cayó al suelo completamente, y el chico al verla de esa manera, no pudo soportarlo. Agarró el brazo de su novia y se la llevó a regañadientes. Ella se quejaba, y gritaba pero, él no le dejó que ella fuera a pegarle. Cuando él le vio de tal manera hace una semana, supo que no permitiría que Sydney le volviera a pegar. Cuando estaban a unos pasillos de diferencia, la chica se soltó del castaño, y le golpeó el pecho pero él no sintió nada. Tomó sus manos, y solo le besó para tranquilizarla. Ella cedió a sus labios, pero cuando el chico se separó, Sydney frunció el entrecejo.

— ¿Por qué no me dejaste golpearla? —Le preguntó cruzando sus brazos. Él negó con su cabeza, y le miró tomándola de los hombros.

—No es bueno lo que le haces, amor. —Dijo, lo más tierno que pudo.

— ¿Y? ¿Tú crees que me importa ella? —Se soltó. — ¡Ella merece todo esto! Ella me importa mierda, y siempre será así.

(...)

Millie fue a clases, pero llegó tarde. Sadie respiró tranquilamente cuando la vio entrar, pero al ver su mejilla roja, sintió pánico.

Sydney tampoco estaba en clases. Se sintió fatal por dejarle sola cuando fue a buscar sus libros. El profesor pidió una explicación y ella dijo que se levantó tarde. Fue a su asiento, y cuando se sentó Sads le abrazó por los hombros. Le pidió disculpas, y Millie se quejó, sus brazos le dolían... De nuevo.

Al salir de las dos clases de las dos primeras horas, Millie corrió hacia la biblioteca sin que Sadie la viera o eso pensó ella. No quería hablar con nadie, quería llorar en silencio sola...

Quería sufrir sola, no soportaba la pena de las demás personas. Se topó con una o dos personas de una de sus clases, y luego... Llegó al final de la enorme y vieja biblioteca. Fue a una sección que nunca estaba habitada por alumnos, y buscó un libro cualquiera, y se deslizó por la pared hasta sentarse con las piernas pegadas a su pecho, sus lágrimas cayeron como cataratas a un río. Sintió pasos cerca de ella, y una mano se estiró por delante de su cara.

Levantó la vista y se encontró con Noah. Era una costumbre que eso pasara de ahora en día. Rodó los ojos, e ignoró su mano para fingir que seguía leyendo.

Noah rió burlón y se la volvió a estirar pero, Millie no la tomó.

—Tómala, no te haré daño. La castaña negó con la cabeza, y sorbió los moscos. Limpió una de sus lágrimas con discreción, y entonces el castaño se acomodó a su lado.

—Interrumpes en mi casa, hoy viniste a mi locker, y ahora aquí... ¿Me estas acosando para decirle a Sydney qué cosas hago? —Giró la media vuelta para mirarle con el ceño fruncido. —Ya es suficiente con que tenga que sufrir cada día porque a ella no le caigo bien, no quiero que tú también me lastimes. Se paró, y dejó el libro donde estaba, y cuando estaba a punto de salir del pasillo. Noah la tomó por el ante brazo, y la empujó contra una de los estantes grandes sin lastimarla, obviamente. Le miró directamente a los ojos, y Millie al sentir incomodad los bajó.

—Sólo... Yo... —Empezó Noah pero, no sabía que decir.

—Déjame en paz... Es suficiente con tener a tu novia molestándome.

El chico la volvió a tomar del antebrazo cuando ella estaba por irse. Ella soltó su brazo, y se armó de valor para enfrentarlo.

— ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó haciendo un mohín con sus manos. — ¿No es suficiente con verme de esta manera? —Se señaló, y una lágrima se deslizó desde su ojo. — ¿Quieres también molestarme ahora y por el resto de mi vida? —Llevó una mano a su cabeza, y despeinó su cabello, que ahora permanecía suelto.

Noah se quedó en completo silencio, y eso Millie lo tomó como una respuesta, salió de ese lugar. Iría a algún otro donde sabía que nadie la encontraría, detrás de la cancha de futbol había un pequeño parque olvidado desde hace muchos años, y ese era su lugar favorito hasta que un día vio a dos chicos haciendo cosas inapropiadas, y decidió no ir más... Hasta hoy. Se balanceó en un columpio por unos quince minutos cuando este detuvo suspiró frustrada.

— ¿Pensaste que no te iba a seguir? Millie sonrió, sin ni siquiera pensarlo, pero luego borró su sonrisa.

—Sí. Era lo que quería. —Se levantó del columpio. —Dime, ¿Qué quieres?

—No lo sé. —Respondió alzando los hombros. — ¿Estás bien? Hoy... Cuando... Hmmm, Sydney...

Millie frunció los labios.

—Tranquilo, eso no fue nada. Me ha lastimado peor, casi no sentí mucho dolor como la primera vez. —Sus ojos se aguaron, y salió corriendo a todo pulmón.

Todo lo que esperaba era que Noah no la siguiera, no fuera donde ella.

Necesitaba estar sola, y cuando él estaba cerca, su mente se quedaba en blanco. Odiaba el hecho de que la siguiera como un chicle, no lo soportaba, y tampoco soportaría que la acosara.

Inmerse in the dark | NillieWhere stories live. Discover now