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3 de marzo de 2019

Desperté en la habitación que había sido de Sean meses atrás. Las paredes de color azul oscuro parecían negras ya que apenas entraba la luz del sol por las cortinas.

Justo al lado de la cama en la que había dormido se encontraba Sean durmiendo en un colchón en el suelo. Me sentía un poco mal por haberle hecho dormir ahí mientras yo invadía su cama, pero teniendo en cuenta que a él le costaba mucho menos dormir que a mí, no pude hacer otra cosa.

Aún así, mi insomnio había mejorado durante las últimas semanas. Seguía tardando horas en dormirme pero al menos ya no me despertaba repetidas veces a mitad de la noche.

Sean se había destapado en algún momento mientras dormía. Su camiseta se había levantado, dejando su abdomen al descubierto. Había comprobado ya la noche de la fiesta de San Valentín que él era de las personas que se movían mucho al dormir.

Su pelo estaba completamente despeinado, y la postura en la que dormía parecía de todo menos cómoda. ¿Cómo narices lograba dormir así, y encima tan profundamente?

Aunque debía de admitir que verlo así dormido me transmitía paz. Su pecho subía y bajaba con tranquilidad, sus pestañas eran tan largas que le hacían ver adorable mientras dormía.

Me quedé observándolo un buen rato, aún tapada con el edredón y sin ganas de salir. Esta casa no era tan fría como la mía, pero estaba demasiado a gusto así tapada.

Mi móvil estaba debajo de mi almohada. Lo cogí para hacer algo mientras esperaba a que Sean se despertara.

Tenía un par de mensajes de mi madre sin leer.

«He encontrado un trabajo nuevo. Tengo la entrevista el lunes.»

Acompañó el mensaje con un emoji feliz, pero yo no me sentí así, para nada. Mis músculos se tensaron, estaba preocupada.

Quería a mi madre, pero también sabía que ella era de las personas que podían tropezar mil veces con la misma piedra, y yo estaba harta de verla caer.

Hice el edredón a un lado y salí de la cama con cuidado de no despertar a Sean.

Me dirigí fuera de la habitación y di los buenos días a Elise y a Matthew. Todos los demás seguían durmiendo, a pesar de que ya era medio día.

Salí al balcón. Hacía buen tiempo, seguían sin haber nubes en el cielo y la temperatura era decente.

Marqué el número de mi madre en el teléfono y esperé pacientemente a que respondiese.

—Hola, cielo, ¿qué tal todo? —me saludó nada más contestar.

—Bien, va todo genial. Les he dado saludos de tu parte a Andrew y a Elise, por si te lo preguntabas.

—Ah, sí, muchas gracias. ¿Cómo están ellos?

—Están bien, mamá. El novio de Andrew es súper agradable y él parece muy feliz —comenté —. He leído tu mensaje hace un momento. ¿Cómo que has encontrado un nuevo trabajo? Deberías haberme esperado y así lo buscábamos juntas.

—No tenía nada mejor que hacer, Heather. Y esta vez es un trabajo decente, créeme —aseguró.

—Me gustaría, pero sabes que no me voy a quedar tranquila hasta que yo misma vea las condiciones —resoplé —. ¿Dónde has encontrado el trabajo?

—¿Te suena la editorial Lavanda? —preguntó.

—Sí, es conocida.

—Bueno, pues he conseguido trabajo allí. —Fruncí el ceño a pesar de que ella no podía verme —. Es un puesto pequeño, trabajaré solo como recepcionista en el edificio, pero pagan bien.

Heather & Sean ✔️ | En librerías (abril 2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora