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30 de enero de 2019

Sean estaba esperándome sentado en el porche de su casa. Llevaba puesta una sudadera gris oscuro y unos vaqueros negros. Metí las manos en los bolsillos de mi enorme abrigo color crema, el cual me cubría desde el cuello hasta los muslos.

El verdadero invierno en Bedoa comenzaba a principios de enero y esa mañana fue especialmente fría. Aún así, no había nevado ni un solo día desde la última semana de diciembre.

Al ver que salíamos de casa, Sean se dirigió a nuestro coche.

—Buenos días —lo saludó mi madre.

Se habían visto la noche anterior, ya que ella había insistido en pasar a saludarles nada más llegar del trabajo.

—Buenos días —sonrió Sean —. Tienes la nariz roja, Heather —rió.

—No todos somos inmunes al frío como tú —me quejé.

—¿De qué hablas? ¿No ves que me he puesto una sudadera?

—Si yo llevase solo una sudadera, estaría tiritando en estos momentos —aseguré.

Abrí la puerta y me senté delante, junto a mi madre.

—¿Estás nervioso por tu primer día en el insti? —le preguntó mi madre.

—No realmente. ¿Debería estarlo?

—No —negué con la cabeza —. Conozco a algunos de ciencias y son bastante majos. Seguro que te encuentras a algún que otro capullo, como en todos lados, pero por lo general la gente es agradable.

—Sino siempre puedo ir y molestarte en los recreos —bromeó.

—Suerte que no tengamos demasiados —reí.

Cuando llegamos, le enseñé rápidamente los alrededores del edificio. Habíamos salido de casa veinte minutos antes de la hora a la que solíamos salir, precisamente para mostrarle el instituto.

Cuándo entramos lo llevé directamente a secretaría, donde le dieron el horario de las clases y le explicaron dónde sería cada una de ellas y quiénes eran sus profesores. También le dijeron que no tendría su taquilla hasta la próxima semana, por lo que me ofrecí a compartir la mía mientras tanto.

Miré la hora en mi teléfono. Seguramente Kate ya se encontraría en su taquilla, como de costumbre.

Dejamos todo en la mía —no costó demasiado ya que él no tenía libros ni abrigo— y lo guié hasta la que, según el horario, sería su primera clase.

La verdad es que no envidiaba para nada su horario. Tenía demasiadas horas de matemáticas, física y química, y muy pocas de las asignaturas que yo consideraba tranquilas.

—¿Necesitas que te preste algo? Tengo un par de lápices extra si los quieres...

—Tengo el estuche en la mochila, no te preocupes. Además, ¿no vas a llegar tarde a tu clase si te quedas conmigo esperando a que empiece la mía?

—La profesora que tengo a primera hora es bastante maja —me encogí de hombros —, no pasa nada si llego un minuto tarde —. ¿Quedamos frente a mi taquilla en el primer recreo?

El asintió con la cabeza.

El aula comenzó a llenarse y supe que era hora de irme. Me despedí de Sean y me dirigí a mi clase, donde encontré a Kate hablando con la profesora.

Era algo que hacía a menudo. Blanca era su profesora favorita y ambas hablaban como si fuesen amigas de toda la vida. De no haber sabido lo excelente que era Kate en los estudios, habría pensado que se ganaba esas notas tan altas haciéndole la pelota a los profesores. Claro que ella no necesitaba eso. Podía sacar nota máxima en cualquier examen esforzándose la mitad de lo que yo me esforzaba para sacar un notable.

Heather & Sean ✔️ | En librerías (abril 2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora