XLVI

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Esto es para Melody_MRL por su cumpleaños adelantado que es en febrero sjsjsjs lol no es cierto. para ti, idiota.♥

***

Como si de imanes se tratasen nuestros cuerpos me deslizo sobre el suyo y me quedo acostada con la cabeza apoyada en su vientre porque no quiero que sus piernas desnudas dejen de abrazarme. Me gusta estar así. Puedo notar los latidos de su corazón y su pecho moviéndose de arriba abajo hasta que va recuperando la normalidad en su respiración. Me doy cuenta de que me relajo a la vez que ella y me abrazo a su torso mientras ella descansa los dedos entre mis cabellos.

No decimos nada. Disfrutamos del silencio y del aroma que nos sobrevuela, hasta que la presión de sus piernas alrededor de mi cintura se afloja y escalo el resto de su cuerpo hasta quedar a la altura de su rostro. Sus ojos me miran con atención, brillantes, más brillantes que nunca, y sus dedos siguen enterrados en mi pelo cuando la sonrisa que parece indeleble en sus labios se ensancha aún más. Comprendo que encierra más cosas de las que diría. Le sonrío de vuelta.

Permanecemos mirándonos largo rato y no sé si a ella le pasará lo mismo pero a mí me parecen apenas dos segundos en los que nuestros pechos respiran pegados y nuestros ojos analizan los rasgos de nuestras caras como si fuera la primera vez que las vemos. Tal vez lo sea de alguna forma.

Me pierdo en mis pensamientos hasta que su rostro adopta una expresión diferente.

– ¿He hecho algo mal?

Su espontánea pregunta me hace reír.

– Claro que no, Lauren. Creo que eso debería preguntarlo yo.

Sus facciones se destensan y recobra su sonrisa.

– No. Tú no. De hecho has hecho todo muy bien –afirma después de intentar buscar las palabras adecuadas. Su voz es terriblemente sensual cuando lo dice, después adopta un tono sincero–. Gracias.

– Es la primera vez que me dan las gracias por un orgasmo.

– Idiota –me empuja suavemente–. Me has entendido perfectamente.

– En realidad no–digo apoyando la cabeza sobre mi mano, mi pierna sigue por encima de la suya y mi brazo rodea aún su cintura.

Advierto en sus ojos que teme que le pregunte la razón de que me dé las gracias, así que no lo hago.

– Si te soy sincera, ni siquiera recordaba ya cómo se sentía esto –confiesa sin darle tregua a mis pupilas–, y pensé que siempre seguiría siendo así.

– Pues no. Ya no.

– Sí... Ya no –repite ella como tratando de creerlo; permanece unos segundos en silencio, con la mirada en otra parte, lejos de esa habitación, y me parece sentir que sus brazos me estrechan con más fuerza–. Quiero un cigarrillo.

Tardo en entender sus palabras.

– ¿Quieres que lo traiga? –pregunto.

– No.

Ahora noto claramente como me aprieta entre sus brazos, y me pregunto qué está pensando. No tardo en comprender que ambas queremos un cigarrillo, pero que ninguna de las dos tiene intención de hacer nada para conseguirlo. Ninguna de las dos piensa soltar a la otra, o soltarse de la otra.

– No digamos nada más –dice casi en un susurro–. No hablemos más. Sólo abrázame.

Sigo sus órdenes como si me hubiera leído el pensamiento y más bien parece que soy yo quien ha decidido hacerlo y ella la que simplemente lo enuncia. A pesar del calor del exterior permanecemos así largo rato; nuestros cuerpos entrelazados, desnudos, queriendo ser uno solo, no perciben calor alguno más que la calidez dentro de nuestros pechos. Me asalta la necesidad de asegurarme a mí misma que podría pasar así toda mi vida.

El arte en una mirada; CamrenWhere stories live. Discover now