XVIII

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Me despierta un movimiento y siento presión alrededor de mi cintura. Abro los ojos confundida y por un momento me asusto al mirar a mi alrededor. No es mi cama, no es mi casa y hay un cuerpo abrazado al mío. Tardo unos segundos en orientarme y recordarlo todo. Lauren está retorciéndose sobre mí en sueños y respira con dificultad. Reparo en que mis dedos están entre sus cabellos y mi otro brazo rodea su cuerpo. ¿Cómo hemos acabado así? No puedo evitar sentir de nuevo ese torbellino en el pecho al tenerla tan cerca; nuestros cuerpos están en contacto en la mayoría de sus puntos.

Antes de que me dé tiempo a reaccionar y mover un solo músculo para tranquilizar a Lauren, ésta abre los ojos sobrecogida tomando una bocanada de aire y me abraza más fuerte como reflejo. Una ola de calor me recorre desde los pies hasta los pómulos y me mantengo estática, esperando su reacción.

Ella observa el panorama; tumbada sobre mí, prácticamente abrazadas, mis dedos en su pelo. Se incorpora rápidamente, dejándome ver sus mejillas ruborizadas. Sus ojos desorientados buscan en los míos una explicación, hasta que su mente comienza a despertar.

- ¿Camila? ¿Qué...? -tartamudea con la voz ronca, pero se interrumpe para llevarse una mano a la cabeza a la vez que cierra los ojos con fuerza.

No me gustaría ser ella en estos momentos después de todo lo que bebió anoche.

- ¿Por qué...? -pregunta, pero de nuevo no termina la frase y me mira con los ojos entrecerrados-. Vale, creo que empiezo a acordarme.

- Bebiste mucho -colaboro con lo más obvio.

- Eso estoy notando -contesta sin retirar aún la mano de su cabeza, aunque más bien parece que la esté usando para esconderse, visiblemente avergonzada.

Se queda pensativa unos instantes y siento que puedo ver girar los engranajes de su cerebro tratando de extraer cada recuerdo de su subconsciente. Mientras tanto me mira tan fijamente que me intimida. Al cabo de unos segundos suelta de golpe el aire que había estado reteniendo como si pudiera recordar mejor sin respirar, y baja la mirada vencida.

- Lo último que recuerdo es que te dije que te quedaras a cenar.

Tras decir eso echa un vistazo a la mesa donde están los trozos de pizza sobrantes y el montón de botellines vacíos.

- ¿Pasó algo después? -me mira interrogante.

- Bueno... Estabas un poco nerviosa y estuvimos hablando -contesto algo inquieta.

Ella me escucha impasible. Después se levanta y se dirige a la ventana. Sigo su trayectoria y la veo subir las persianas. Es entonces cuando me fijo en que casi ha amanecido. La luz le golpea en la cara y Lauren hace una mueca de dolor para decidir después bajarlas un poco.

Ahora puedo verla mejor. Lleva la falda ligeramente torcida y su silueta se recorta a contraluz. Se gira y perfectamente podría pasar por diosa que acaba de descender del Olimpo, a pesar de estar despeinada, a pesar de llevar un par de botones de la blusa desabrochados. No puedo evitar fijarme en ello cuando camina de vuelta al sofá y se sienta frente a mí.

- Entonces has pasado la noche aquí. -No es una pregunta sino una afirmación más que obvia, pero hasta ese momento no me paro a pensarlo.

- Mierda.

Busco mi teléfono con urgencia y compruebo lo que me temía. Tengo varias llamadas de mi madre y rápidamente le escribo un mensaje diciéndole que estoy bien, que me he quedado a dormir con mi amiga y que siento no haberla avisado.

Lauren me mira algo preocupada.

- ¿Te has metido en un problema por mi culpa?

- No -contesto inmediatamente. Lo último que quiero es que se sienta culpable-. No, tranquila. Está todo bien.

El arte en una mirada; CamrenWhere stories live. Discover now