Millie solo giró su cabeza hacia el otro lado, para no sentir su mirada sobre ella. El castaño caminó hacía ella y buscó su ropa entre los espacios del vestidor.

—Dame tus manos. —Pidió el chico estirando las suyas. Mills hizo lo que le pidió, y Noah la tomó de la cintura, y la ayudó a caminar hacia el asiento de enfrente. —Te ayudaré a vestirte, ¿vale? — La castaña solo asintió con la cabeza. No podía hablar. —No llores, por favor.

Estiró una pierna, y luego otra. Ella misma abrochó el botón de su pantalón, cuando terminó de ayudarla, se sentó a su lado.

Millie había dejado de llorar pero, estaba perdida. Tenía la mente en otro lado, pensó en por qué no se fue. Por qué el mundo la mantenía viva, si no merecía eso. No merecía todo el dolor que le provocaban. Noah la abrazó contra su hombro, y ella empezó a llorar inconscientemente. Nunca pensó que iba a hacerlo enfrente de él, pero no podía resistirse, estaba sola. Siempre lo estaría. Era su plan para esta vida. Quería morir. Necesitaba morir ahora.

—Dije que esperaba que fuera la última vez que te salvaba. —Separó la cara de ella de su hombro, y con su dedo pulgar, limpió sus lágrimas. —Sé que no confías en mí, ni que soy tu ser humano favorito en todo el planeta pero, al ser novio de Sydney, sé todo, y siempre voy a salvarte cuando pase algo, ¿entendido? — Millie volvió a asentir.

Por un momento, agradeció internamente que él hubiera estado ahí, pero por otro no. Capaz ese era su momento, para dejar de respirar. Para dejar de moverse. Para dejar de vivir.

Miles de preguntas aparecieron en su cabeza para preguntarle a aquel chico de ojos verdes, que le había ayudado en dos ocasiones importantes.

—Te llevaré a tu casa, ¿está bien?

No podía ir a su casa. Su padre estaba ahí, si la veía de esa manera, no podría mentirle sobre que chocó con alguien, y se lastimó de tal modo.

—No, está mi padre. —Noah se rascó la nuca.

—Mi mamá salió a comprar algunas cosas lejos de la ciudad, te llevaré a mi casa, y llamamos a Sadie, ¿ok?  

(...)  

Al llegar a su casa, fueron al cuarto de Noah, Millie se recostó sobre la cama.

El chico buscó en el baño: alcohol, gazas, algodón, agua oxigenada. Nunca le pasó de tener que curar a alguien, y no sabía qué hacer pero, Millie le dijo que no se preocupara. Ella lo haría tranquilamente sola. Y fue cuando el castaño entendió que no era la primera vez que pasaba por la misma situación.

Llamó a Sads, y ella dijo que iría lo más rápido posible.

—¿Por qué no me dejaste morir en el vestidor? —Preguntó, limpiándose una herida abierta con alcohol.

No le dolía, tampoco sentía si ardía o no. Tuvo que soportar más dolor que el alcohol sobre una lastimadura.

—Millie, no mereces nada de lo que te está pasando, ¿sabías eso?

— ¿Desde cuándo piensas eso? ¿Desde que viste que me cortaba? —Abrió los ojos, y le miró. Era un estúpido.

—No, desde que Sydney casi te mata detrás de las gradas. —Respondió apoyándose contra el escritorio. 

Finn ayudó a Millie a llegar al auto. Se sentaron en el asiento trasero, y ella recostó su cabeza en su hombro, y él la abrazó por la cintura, acariciándola lentamente. Sadie estaba dentro de la casa de Noah, preguntándole quién mierda había sido. Aunque ya sabía perfectamente, pero quería aclarar sus pensamientos.

— ¿Estuviste presente cuando la lastimó? —El castaño negó con la cabeza frunciendo el ceño.

— Sydney me llamó para que la llevase al Instituto, y lo hice, luego la fui a buscar. Me pareció raro que ella fuera un sábado, y entonces, volví al colegio, y al entrar en los vestidores porque escuché un ruido, la vi. —Llevó las manos a los bolsillos de su pantalón, y mordió su labio.

—Te preocupas por ella, ¿no? — Sads sonrió, y subió una de sus delicadas cejas.

— ¡¿Qué?! ¿Cómo crees?

La pelirroja  dio media vuelta, y estaba a punto de salir de su casa cuando él la detuvo.

—No le digas.

—No es necesario, eres muy obvio, Noah. —Frunció los labios. —Por cierto, gracias.  

Mientras tanto, Finn acariciaba el brazo de Millie. Ella estaba quedándose dormida, cuando sintió los labios de él sobre su cabeza. Levantó la vista cuando le sintió, Finn sonrió de lado, y la castaña quiso besarlo. Necesitaba un beso de él para aliviar el dolor, quería, por primera vez, probar sus labios.

Observó los mismos, luego sus ojos, y así dos veces más hasta que él se atrevió a entrelazar sus bocas.

Sadie salió de la casa de Noah, y vio tal escena. El castaño estaba detrás de ella, y también pudo ver lo que pasaba dentro del auto. Él estaba tenso, al igual que su mandíbula. La pelirroja giró su cabeza, y miró como observaba hacia el coche.

— ¿Quieres que tampoco le diga que estas enamorado de ella? — Noah no respondió.

Sads corrió hacia donde estaba la pareja, y él se quedo mirando perplejo al automóvil.

Inmerse in the dark | Nillieحيث تعيش القصص. اكتشف الآن