Ethan profirió un sonido desde lo profundo de su garganta. Un sonido bajo, ronco y malditamente varonil que logró estremecerme el vientre. Se acercó a mi con lentitud, con desafío, desprendiendo sensualidad y arrogancia en cada uno de sus movimientos y replicó a un paso de distancia.

—¿Sabes quién más se ve malditamente ardiente?

—¿Lydia?—adiviné con desdén. Las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa maliciosa. Una sonrisa inquietante y cautivadora.

—Tú.

La manera tan brusca en la que lo dijo y la manera tan excitante de observarme logró robarme el aliento. Se acercó hasta quedar a palmo de mis labios y espetó con rudeza.

—Deja de provocarme, Allison.—su pecho rozó el mío. Sus ojos me miraban con impotencia.—porque me vale mierda tu maldito prometido y tu religión. Y te lo digo, Allison, no pienso controlarme.

«Y yo no quiero que lo hagas»

—Pero lo harás.—desafié. 

—¿Es eso lo que realmente quieres?—inquirió. Relamió sus labios con lentitud, obligándome a desviar la mirada hacia ellos. Su mano rozó mi mandíbula en una ligera caricia que me hizo temblar. 

—Ethan...—titubeé en cuanto sus dedos se deslizaron por mi cuello.

—Dime Allison, ¿de qué querías hablar?—jadeó sobre mis labios.

—Esto tiene que acabar, Ethan...—susurré sintiendo como sus dedos se clavaban en mis mis caderas. Ethan cerró los ojos con gesto atormentado. Extendí una mano hacia su rostro. Acaricié con lentitud la piel de su mandíbula. Mis dedos se deslizaron hacia sus labios sin mi consentimiento. Sentía la necesidad de tocarle, de sentir su piel. Él tembló bajo mi toque.

—¿Sientes eso, Allison?—jadeó sin abrir los ojos. Sus dedos se deslizaron bajo la tela de mi camisa, rozando la piel de mi vientre.—¿sientes eso que quema en tu pecho? ¿sientes eso que se estremece en tu vientre?—sus dedos rodearon mi abdomen hasta llegar a mi espaldabaja, acariciando con lentitud todo ese lugar. Uno de sus dedos se adentró en mi pantalón, rozando mis nalgas. Abrió sus ojos con rapidez, tenía las pupilas dilatadas, mirándome con deseo, con amor y con tristeza—no es simple excitación, Allison. No lo es.

Sacó sus manos de mi camisa y las deslizó hacia mis muslos. Los rodeó con lentitud y ascendió hasta mis nalgas. Un gruñido se escapó de su garganta cuando las apretó. Mordí mi labio con fuerza ante la deliciosa sensación en cuanto Ethan pegó su cuerpo al mío con brusquedad. Podía sentir su latente excitación y su pulso acelerado.

—Es algo más profundo, Allison. Algo diferente, algo único.—hundió su rostro en mi cuello. Su lengua rozó mi piel haciéndome temblar—algo que solo he sentido contigo.

Sus manos volvieron a apretar mis nalgas, y yo seguía sorprendiendome de como un acto tan sucio me parecía tan excitante. Me levantó a pulso, provocando que enroscara mis piernas en su cuerpo.

—Ethan... —apreté con fuerza mis ojos en cuanto me colocó sobre el escritorio. Él suspiró, alejando sus manos de mi cuerpo y apoyando su frente en la mía. No iba a suceder lo mismo que la última vez, me negaba a ello.

Quería terminar con este tira y afloja de emociones. Ya no quería cometer el pecado, joder, ya era suficiente.

Pero...

—Quítate la camisa.—las palabras salieron de mi boca antes de poder detenerlas. 

Ethan me miró con sorpresa e intensidad. Sus manos se instalaron en el borde su camisa y halaron con lentitud hasta quitarsela por completo.

El Peligro de AmarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora