Maldita sea, es demasiado para mi. Respiré grandes bocanadas de aire alejando el sentimiento de tristeza. Yo era más que eso.

—Es un compañero del instituto, el profesor nos mandó a hacer un trabajo en grupo...—hablé en voz alta, respondiendole a mi madre y mencionando a drede lo del profesor. Mi hermano fue el primero en acercarse. Lo hizo suspicaz, él no se había tragado por completo la llamada de Ethan.

Se quedó pasmado al ver a Shawn, los ojos verdes de Christian lo miraron con sorpresa. Recorrieron su cuerpo de pies a cabeza. Y, finalmente, hizo una mueca de asco.

—Mamá...—Christian gritó en voz alta, llamándola. Pero Shawn ni se inmutó, me hizo a un lado y se adentró en la casa.

—Linda casa, preciosa.—Shawn me guiñó un ojo. Mi hermano apretó la  mandíbula. Ningún hombre podía decirme así, además de familiares o mi prometido. Christian estuvo a punto de responderle, pero se mordió la lengua. Por supuesto, no es capaz de enfrentarse a la gente. Solo a los más débiles. Y Shawn era más alto que él y mejor formado. Mi madre apareció tras el hombro de Christian. Su sonrisa se congeló.

—Un gusto conocerla, señora Misri—habló con voz aguda y afeminada mientras extendía su mano hacia ella. Ella lo miró e intentó con todas sus fuerzas que no se notase el asco que sentía, pero fue imposible. Ni siquiera estechó la mano que Shawn le extendía, simplemente sonrió sin ganas y asintió, sin saber como reaccionar. Por supuesto, ella no le diría nada malo a Shawn porque no es de su incumbecia, el problema lo tendría yo por invitar a un homosexual a la casa, además de la porcelana que acabo de destruir y de la grosería que acababa de decir.

Definitivamente, Shawn llegó en el momento indicado, quizás más tarde se le pase...  

—¿Tú eres amigo de Allison?—su tono salió con desdén, incrédula.

—Amiga.—aclaró Shawn con una sonrisa. 

—Tenemos que hacer un trabajo—aclaré yo caminando con rapidez hacia la sala. Shawn me siguió el paso, sonriendo, él realmente está pensando que me está ayudando, que está ganandoles. 

—¡Allison!—llamó mi madre apenas Shawn se sentó en el sofá.—te necesito un momento...

Nuestras miradas se cruzaron, Shawn sabía exactamente lo que pasaba por mi mente. Y de pronto comprendió. Se levantó del sofá de golpe y  me acompañó hasta la cocina, donde los cristales rotos ya estaban limpiados y la cerámica lucía brillante.

—Solo Allison...—aclaró mi madre. Mi padre se puso a su lado, observando con fijeza a mi amigo. Ni siquiera Shawn logró hacer de las suyas ante la presencia imponente de mi padre. Casi parecía intimidado ante su mirada.

—Quise acompañarla. Si necesita de algo yo puedo ayudar.—habló con su tono de voz normal, que era bajo y profundo. Él sabía que iba a recibir una regañina y, probablemente, una golpiza también, por lo que se plantó con firmeza a mi lado.

—Descuida. Pueden volver a su trabajo—Mi padre habló, ya que mi madre estaba bastante ocupada apretando su mandíbula mientras intentaba pensar en una excusa para alejar a Shawn de mi.

—Sabes que después que te vayas será peor, ¿verdad?—pregunté una vez nos sentamos en la sala. Mi hermano estaba a unos metros de nosotros, en la computadora, con sus audífonos y un ojo encima de nosotros. Shawn empezó a sacar su bolso con sus cuadernos. 

—No lo había pensado. Disculpa.—parecía realmente dolido.

—¿Ese trabajo tardará mucho?—habló mi madre adentrándose a la sala.—es que tenemos un funeral y debemos asistir y no podemos encerrarlos aquí con llave.

El Peligro de AmarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora