# cuarenta y nueve

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Sus manos tiemblan, pero no sabe si son los nervios, o la felicidad de imaginar a su hermano enfrente del altar, con su prometida, a punto de casarse. Tomando sus manos para poner el anillo que lo oficializaría todo.

El simple hecho de pensar en el matrimonio le pone la piel de gallina.

—¿me veo bien, o crees que un azul me favorecería más?— jungkook levanta la vista y se encuentra a su hermano, vistiendo otro traje negro, pero esta vez con ligeros bordados en las mangas, dándole un toque único.

—te ves bien.

—eso es lo que siempre dicen.

—corrección; eso es lo que siempre quieren que digan, pero estas vez no me guío en los demás. Te ves bien, hoseok.

El castaño sonríe, y jungkook también lo hace, porque la felicidad de su hermano es tan contagiosa, esta tan lleno de vida, vida, vida. Quiere abrazarlo, y lo hace.

La tienda cierra a las 8:30 y son las 7:45, si su hermano no se decide por un traje, quedarían encerrados ahí, o en su defensa, los echarían.

—toma ese traje y vámonos de aquí, cerrarán la tienda con nosotros dentro.— jungkook se levanta y de inmediato siente sus piernas adormecidas, ¿cuanto tiempo estuvo sentado?, ¿dos, tres horas?

—¿pero si me veo bien?, con el traje me refiero.

—siempre te ves bien, hoseok. ¿Eso es lo que querías escuchar?, Perfecto, vámonos.

☆★

—¿y como van las cosas con taehyung?— hoseok aprovecha el semáforo en rojo para voltear a su hermano, jungkook sonríe al escuchar ese nombre.

—excelente.

—yo opino que deberíamos tener una cita doble, sería divertido.

—no, no creo que sea la mejor idea.— el castaño frunce el ceño y devuelve la vista a la carretera.

—pero tenemos...

—nunca tenemos que hacerlo, sin embargo tú siempre quieres, hoseok.

—eso no es malo.

—es horrible.

Jungkook se queja al sentir un delicado golpe en su hombro izquierdo, ambos chicos ríen.

—en serio te voy a extrañar, tonto.—cuando llegan a casa, hoseok deja el carro estacionado, pero no salen de el, simplemente se sumergen en aquel silencio agradable que los rodea.

—créeme, también yo, hoseokie.

—prométeme que me visitarás, aún cuando sea arrugado como una pasita.— el pelinegro sonríe y asiente.

—te lo prometo, y las promesas nunca se rompen, hermano.

momo. kooktae Donde viven las historias. Descúbrelo ahora