Extra #1.

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Derek.




—Así que, ... ¿soy tu profesor, eh? —Le pregunto en voz baja y un poco ronca por el deseo que me pasa por todas partes haciendo choques eléctricos dentro de mí. Camino hacia adelante, mientras él lo hace hacia atrás, sus rodillas están temblando, y veo el prominente bulto en sus lycras de hacer ejercicio. Amo cuando se pone eso para ir a trotar, aparte de que se le marcan las piernas de una forma deliciosa, el culo se ve respingado y me imagino solo en darle la vuelta y romper la tela para entrar en él. Un gruñido se me estanca en la garganta y siento como las uñas me crecen.

—Sí, antes eras mi profesor de Ciencias, ahora me enseñas a como tocarte y ser bueno para ti —Dice con la voz siendo baja y suave, como si fuera un bálsamo. Esto se ha convertido en algo que hacemos a veces para divertirnos. Yo soy el lobo feroz, y él es el chico que huye como una presa acechada por un animal. Pero, a veces es él el cazador, y yo el lobo que huye despavorido. Y me encanta la forma en la que terminan nuestros juegos.

—Bueno, se supone que si soy tu profesor debes mostrarme respeto. Entonces, ¿sí qué? —Sonríe mostrando los dientes, y se muerde el labio, alzo la cabeza desesperado y suelto gruñido mientras cierro las manos en puños para evitar estamparlo contra una pared y follarlo hasta que hagamos un hueco en ella.

—Sí, señor —Responde en voz baja, aunque su tono ha cambiado, es apenas un poco pero puedo notarlo, abro los ojos y veo como su postura de chico nervioso a cambiado a una de chico sexy que sabe lo que tiene para ofrecer y que sabe como quiere jodido. No me hago esperar más y camino hasta encontrarme con él, nuestros pechos están a apenas unos centímetros, y siento como la electricidad flota a nuestro alrededor. La sala de nuestro apartamento se siente pequeña y demasiado sofocante y la sensación es maravillosa, me hace sentir más cerca de él.

—¿Qué quieres, mi amor? Dime lo que quieras, y yo te lo daré —Le susurro con la cabeza agachada mirándolo a los ojos. Los suyos están desprendiendo fuego, y siento que los míos están de la misma manera.

—Sabes lo que quiero —Y es como si hiciera un berrinche por eso. Sí, claro que sé lo que quiere, porque también es lo que yo quiero. Han pasado casi dos semanas sin que lleguemos a algo más que un beso, porque él está ocupado en la universidad, y yo dando clases y pendiente del restaurante, así que nuestro tiempo se ve limitado a apenas darnos un beso en las mañanas cuando ambos salimos hacia nuestros trabajos, y uno en las noches cuando llegamos cansados a dormir en los brazos del otro. Pero han llegado las vacaciones, y eso nos da bastante tiempo, y hoy es el primer día de ellas, por lo que la anticipación de lo que haremos me ha estado matando todo el día.

—¿Cómo lo quieres? —Le roso los labios con los míos y sus manos se pegan a mi pecho mientras respira de manera agitada.

—Duro y suave, como tu sabes dármelo —Me pasa las manos por el cuello y nuestras narices se tocan por un momento —Enséñame a poder hacerlo bien —Me suplica, miro sus ojos y luego sus labios, y no puedo contenerlo más. Lo agarro de la cintura y lo levanto, sus piernas se enrollan en mis caderas y uno nuestros labios.

Sus manos me acarician el cabello detrás del cuello y las orejas. Siento su bulto pegado a mi estómago y mi polla no ha roto la tela, porque mi blue jean es grueso. Acaricio sus nalgas, y meto una mano por su lycra. Me llevo la sorpresa de que tiene puesto un bóxer corto que le deja ver media nalga. Lo bajo de nuevo, y separo nuestros labios en un chasquido. 

—Desnúdate para mí, nene —Asiente encantado. Recuerdo la primer vez que lo follé contra el sillón más grande que hay en la sala, él quiso hacerme un show de stripper, y ya que estaba comenzando a hacer ejercicio, sus piernas estaban más flexibles, por lo que verlo mientras las abría y me mostraba todo lo que tenía para mí, me corrí mientras lo miraba, y luego lo hice cuando lo jodí contra el mueble sin darle tregua ni tratarlo suave. A él le gusta duro, que sea dominante, y luego que sea suave y que lo trate como a una porcelana. Y a mí me pasa igual, me encanta cuando me cabalga y entierra sus uñas en mi piel, y luego como rueda las caderas suave y me besa en donde han quedado mis heridas.

Se quita los zapatos deportivos junto con las medias, se da la vuelta y sin dejar de mirarme, baja la lycra que le cubre las piernas sin flexionar las rodillas, y poniendo sus manos en sus piernas mientras mueve el culo de izquierda a derecha. Los bóxers son diminutos y le cubren más adelante que atrás, no es que me moleste mucho tampoco. Vuelve a subir y se rosa las piernas con los dedos, sonríe pícaro y me guiña un ojo. Espero que esa sonrisa siga cuando en unos minutos le quite el aliento mientras hago que vea las estrellas.

Le doy inspiración poniéndole una canción desde que mi celular que suena conectada al Bluetooth de los parlantes por todo el lugar. La canción es perfecta para esto. Me paso las manos por la barba cuando veo como comienza a mover las caderas al ritmo de la música, juega con el elástico de los bóxer haciéndolo sonar contra su piel.

Luego pasa a quitarse la camiseta y se gira hacia mí, se sienta en el mueble que queda junto al frente mío y abre las piernas como un profesional. El ejercicio si que ayuda, claro que sí. Se acaricia la polla por entre la tela con un mano y con la otra, baja lentamente hasta que queda en su entrada, la rosa por encima de la tela y cierra los ojos mientras se muerde los labios. Tengo la boca seca, necesito pasar mi manos por su piel sedosa y meterme profundo en mi paraíso.

Me levanto de donde estoy, y me quito la camiseta. Yo también hago ejercicio, por lo que mi cuerpo está más grande y se que a él le gusta eso. Traqueo mi cuello, y me encamino hacia donde está, abre los ojos y me mira mientras camino hacia él, con un gesto de cabeza le indico que quite las manos de su cuerpo, obedece y las deja inertes a cada lado de su cuerpo.

Me agacho frente a él, y veo su bulto que se alza maravillosamente por entre la tela. Lo acaricio con los dedos y él pega un salto. Con el dedo pulgar de la otra mano acaricio suavemente su entrada, y la boca se me hace agua. No quiero que quite las piernas de esa posición ni por un segundo, y aun tiene el bóxer listo, así que actúo como el cavernícola que soy en este momento y rasgo la tela de su parte trasera. Menos mal este bóxer a él le resulta como uno del común y no como su favorito.

La entrada aparece sin pelos y totalmente rosada. Aunque varias veces le he dicho que no me importa si es con vellos o no, pero a él le gusta quitarlos, y aunque no me importe mucho, si me gusta más de esta manera. Mi boca se siente seca y hecha agua a la misma vez. Paso mi lengua suave por la piel rosada, y él gime bajito. Y eso acaba con mi cordura.

Sostengo sus piernas aun más abiertas con mis brazos y comienzo a comerle el culo, en unos minutos ya está hecho un coño. Él es una masa sudorosa y hambrienta de polla. Y yo no soy nadie para negársela. Me levanto y me quito el pantalón, y ya que me acostumbré a no usar ropa interior, mi polla salta feliz y crece más al no sentir su prisión. Él parece hambriento, así que me acerco a su cara y no se hace esperar para poner la boca sobre mí. Me mira a los ojos mientras me chupa con ganas, realmente se está ganando que lo folle duro.

Me alejo, y me agacho de nuevo frente a él, le meto dos dedos de una vez, y gime mientras levanta la cabeza, juego con ellos dentro de él unos momentos y luego los saco. Me alíneo contra su entrada y me inserto sin dejar de ser constante aunque yendo a un ritmo tranquilo. Cuando estoy dentro, no puedo evitar darle una cachetada en las nalgas, su piel blanca se torna rosada casi al instante y me fascina.

Salgo y entro rápido. Abro más sus piernas y comienzo a follarlo como quería hacerlo, mi ritmo es rápido, preciso, directo y sofocante. Él mismo se sostiene la piernas y yo pongo mis manos en el espaldar del mueble, a cada lado de su cabeza, lo miro a los ojos mientras lo penetro con fuerza y ganas. Me muerdo el labio y él sonríe encantado.

Le borro la sonrisa por una mueca de placer, cuando me ángulo hacia un lado y doy contra su próstata, él gime y apoya la cabeza contra mi brazo. Nos cambio de posición en unos segundos, y él queda encima de mí, mientras que yo quedo con la cabeza apoyada en el lugar en el que él la tenía.

Alzo y bajo las caderas para seguir dándole lo que a él tanto le gusta, apoya las manos en mis hombros y se aprieta a mi alrededor, jadeo y dejo que él tome el control. Sube y baja rápido, nuestras pieles chocan y hacen ese sonido que me encanta. Baja y se queda ahí, yo levanto las caderas y él mueve las suyas en círculos haciéndome enloquecer con ese movimiento que me fascina.

Nos besamos mientras él hace eso que tanto saber hacer con sus caderas. La respiración me falla, y siento el calor maravilloso y arrollador por todo el cuerpo, él toca su próstata en cada movimiento y me despego de sus labios para mirar hacia nuestra unión, unos momentos después tiras blancas salen de su polla mientras su cuerpo sigue en movimiento, su calor se vuelve más intenso y me aprisiona más, alzo la cabeza y gruño cuando me derramo en su interior. Pero no dejo de follarlo, él se queda quieto y yo tomo el ritmo de nuevo, lo penetro con fuerza y unos segundos después de constante golpeteo me corro de nuevo.

Aquello Que Siempre Quise ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz