5.

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He logrado dormir con tranquilidad la noche pasada, algo que agradezco inmensamente, ya que mi cuerpo se siente liviano y como nuevo. Aunque no todo tiene que ser tan bueno, me he tomado las pastillas que Alan Deaton me recetó, y gracias a que es mi primer vez tomándolas, he estado con la cabeza un poco embotada, aunque el efecto se ha estado pasando, y no quiero que lo haga, ¿el por qué? En este mismo momento estoy caminando con Scott y Lydia hacia la clase de ciencias, si señores, la misma que dicta Derek, el hombre que comienzo a estar más seguro, aparece en todos mis sueños.

Entramos, y yo me acomodo en mi habitual asiento, junto a Scott, Derek está dándome la espalda, o bueno, le está dando la espalda a clase, trato de concentrarme en sacar el libro de estudio,  el cuaderno y los lapices sin botar nada al suelo, pero es imposible, es demasiado atractivo y muy llamativo ante mis ojos.

Estaba copiando algo en el tablero pegado a la pared, se voltea por fin, y ahora si que me quita el aliento y el sueño por el efecto de las pastillas. Se ha cortado el cabello, lo trae arreglado y fijado en una especie de cresta que le hace parecer un modelo de portada, su barba está más baja y le perfila perfectamente la cara y los labios. Tiene las mangas de la camisa arremangadas hasta los codos, los dos primeros botones están desabrochados y no dejan ver nada más que unos cuantos pelos, y que para mi lo hacen ver más sexy de lo que ya es. Scott nota mi cambio de ánimo tan drástico, así que trato de disimular mirando hacia la ventana, pero de alguna manera siento que es muy tarde, él se ha dado cuenta de mi mirada sobre Derek.

—Buenos días a todos. Espero que hayan tenido una buena semana —Nos saluda y comienza a pasar la mirada rápidamente por todos los asientos, pero, cuando llega a mi mesa, solo mira a Scott y a mí no. El alma me cae a los pies, y siento como mi cuerpo toma un extraño temblor.

Se voltea de nuevo, y comienza a dictar la clase, yo intento con todas mis fuerzas de no mirarlo, pero es imposible, es quien imparte la clase, siempre está al frente y siempre se hace notar porque dicta el tema y además porque está tan bueno que duele. Me siento estúpido y eso solo me hace enojar más. Sí, sueño con él, pero no significa que en la vida real él vaya darme tanta atención como en mis sueños, en la vida real él no siente nada por mí, y en la vida real yo solo sigo siendo el niño de doce años que estaba tan enamorado de él, que hubiera hecho hasta la lo imposible porque me prestara atención.

Cuando el timbre que indica el final de la clase suena, soy el primero en levantarme, todos me miran sorprendidos, pero no me importa, tengo que salir rápido de aquí antes de romper a llorar frente a todo el mundo y ser la burla por los próximos tres meses. Ni siquiera guardo mis libros en mi casillero, solo corro hacia el campo de Lacrosse. Cuando llego, me escabullo por la parte de atrás de las gradas, y llego a la alambrada que aun tiene el hueco que Scott y yo hicimos hace cinco años cuando no queríamos estar con nadie más, solo nosotros dos. Ahora mi cuerpo es más grande y pasar por debajo de la alambrada sin lastimarme en alguna parte es una prueba, pero lo logro. Afuera del campo de entrenamiento, hay lo que parece un bosque infinito.

Es un lugar tan tranquilo y pacífico, que algunas veces cuando venía me quedaba dormido sobre una rama de algún árbol, o incluso cuando traigo una manta para poder estar sobre el suelo. Hoy el día está algo caluroso, así que el clima aquí es fresco y demasiado respirable. No he dado ni siquiera diez pasos y ya estoy escondido por los arbustos grandes de las vistas de alguien curioso que mire por la alambrada, cosa que nunca pasa. E instantáneamente me siento en confianza con el entorno y es aquí cuando las lágrimas salen por si solas.

La gente dice que llorar frente a alguien es signo de valentía, a mi me parece todo lo contrario, yo creo que es signo de debilidad, no cualquier persona me ha visto llorar, solo cuatro, mi madre, mi papá, Scott y Lydia, aunque la última solo fue una vez, Scott y mi padre, son los principales. Sin extrañarme, ni parecerme raro, los brazos de Scott me envuelven por la espalda y hacen que me recueste en su pecho. Me dejo ir entre sollozos y gemidos en su pecho, él solo me cubre y siento como si fuera mi escudo. Me aferro a él, y mi cuerpo se dobla por el llanto que no cesa, sino que antes crece y me destroza en sollozos que me hacen brincar.

Aquello Que Siempre Quise ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora