IX: Diamantes de caramelo y sonrisas de oro

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-Quiero que escuches bien lo que te voy a decir, no quiero volver a escuchar esa expresión de ti- dijiste atrapando mi cara entre tus manos, encerrándola y haciéndola soló tuya, atrapada entre la jaula de tus dedos, el mundo se había parada, las risas no existían, cualquier ruido existente, cualquier señal de vida ajena se había desvanecido, y el sol que había servido para magnificarte a ti solo a ti hace unos meses atrás, ahora parecía solo existir para nosotras, cubriéndonos de oro, y haciéndote destellar de mil colores, como si cada flore tuya fuera un joya oculta entre rocíos y hojas, tus ojos blancos reflejaban la luz, eran profundos, un profundo vacío que me absorbía y hacía que me perdiera en el, podría perder mi razón sumergiéndome en el blanco- Siempre andas repitiendo lo insignificante que te sientes, entiendo tu situación, pero debe haber una razón por la que tu cuerpo se manifieste así- sentía que tus labios chorreaban miel divina con cada palabra que soltabas-Si dijiste que sientes que hay una razón entonces intenta hacer algo que te ayude a encontrarla, a que te haga sentir útil, tienes que sentirte capaz, me dirás que es muy cliché, pero no sirve de nada si no ves lo especial que eres, oh mi pequeño y dulce demonio, yo aun así te aprecio con todo y cuernitos, ¿no te das cuenta de que puedes hacer cosas magnificas si tan solo confiaras más en ti? .

Mi mar de lágrimas se desato, como si la represa que las estuviera contiendo ya no pudo resistir la presión y reventó, las lágrimas se desbordaron, cada letra, cada estúpida palabra, todo se había clavada en mí, perforando mis miedos, mis inseguridades, eran palabras que sabía muy en el fondo que eran ciertas, pero una parte de mí ser se negaba a entenderlas, a admitir su verdad, era doloroso admitirlo, como me enterraran un puñal en la espalda.

Solo me aferré a la camisa de Arabella, llorando en su pecho lo que sobraba del recreo, soltando palabras confusas y distorsionadas por la marea de llanto, tú solo me abrazaste, como si me protegieras entre tus brazos, me sobabas la cabeza, pasando tus cálidas yemas por la superficie áspera de mis cuernos, jugando con mis suavecitas orejas de venado, todo tu amor era tan bien recibido por mi persona en aquel momento, que sentía despezarme ante un dolor reprimido por tantos años. Eras tan amable, tan dulce y buena, tu pecho era tan reconfortante, podría perderme ahí para siempre, fusionarme contigo y que crecieran raíces alrededor de mi cuerpo, que me atraparan a ti, y que la cabeza se me podría llenas de flores con solo estar a tu lado, podía sentir el olor del rocío, la fragancia de las flores mezcladas, era como si te protegiera un campo viviente, del cual no quería desprenderme nunca, sentía que podría darte todo solo para que no me dejarás, por favor Arabella, mi diosa con un misterioso fruto entre sus manos, que entre más intentaba buscarlo más me daba cuenta que no era lo que buscaba desde un principio, pero aun así por la intriga quería ver qué era, oh mi diosa cubierta de miel, mi musa que inspira el arte en mí, por favor, quédate a mi lado, soy débil, ¡por favor!, no me abandones, necesito apoyarme en algo, soy patética, así que por favor, nunca me dejes.

-Te lo suplicó, no me dejes sola- escupí entre el llanto.

-Algún día, quizás tú o yo tomemos caminos distintos, y si ese es el caso ninguna tiene que dejar de vivir por la otra, porque si de verdad nos quisiéramos entenderíamos que hay muchos más caminos a los cuales se puede ser feliz sin necesidad de estar juntas, y aun así, eso no quitará que nos sigamos queriendo y apoyando, tarde o temprano esos caminos se van a juntar- hablaste calmadamente, mientras tu mano de diosa estaba apoyada en mi cabeza, y la otra sobaba mi espalda- Pero sería mentirte cruelmente si te dijera que siempre voy a estar presente para ti, mi espíritu sí, pero puede que el mundo nos lleve por distintos caminos, yo te quiero mucho, aún que no lo demuestre, aunque me cueste, lo hago, y por eso quiero enseñarte a que vivas por ti misma, porque cuando una de las dos quiera dejar el nido menos te dolerá la partida, ¿entiendes lo que te quiero decir? - eran palabras rudas, aunque llenas de cariño, eran tan rudas como la realidad que tarde o temprano tenía que enfrentar, y aunque las comprendía, y agradecía todo su mor, también eran palabras que me llenaban de miedo- Quizás ahorita no te guste pero luego me agradecerás, eso espero, porque así eres tú mi pequeño demonio sentimental, no está mal que llores, llora todo lo que tengas que llorar, puede que tengas cara de demonio por una razón, pero luego conseguirás es razón y podrás dominarlo mejor, ¡solo piénsalo!, cambiar como tú quieras, imagínate, el demonio que todos creían pequeño e insignificante empieza a destacar a su forma, solo necesitas pulirte, pero yo sé que puede brillar, mi pequeño diamante en bruto.

Relatos de un demonio sin nombreWhere stories live. Discover now