I: Entre paredes sin fin

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Atravesar el umbral de la puerta era lo más confuso que me había tocado ver en mi corta vida, ¿cómo era posible que la habitación que estaba dejando volvía a replicarse ante mí con una exactitud maniática?, estaba empezando a perder la cuenta de las veces que había repetido el mismo acto mundano por lo que llevaba transcurriendo el día, ¿día? ¿o minutos?, quizás segundos, ¿o meses?, oh dios, ya tengo que salir de aquí, ¡estoy empezando a perder la moción del tiempo!.

Pero con cada intento parece cada vez más imposible, ya me estaba cansando de pasar por las mismas paredes decoradas con las mismas fotos y los mismo dibujos, gastar de más el mismo piso, pasando al lado de las montañas de revistas y libros apilados, lápices y bolígrafos regados, tener que volver a pasar al lado del viejo colchón, acercarme a la puerta, ya con un sudor frío recorriendo todo mi cuerpo, sabiendo el resultado de eso, y aun así rezando porque algo cambiará, colocando mi mano nerviosa en la perilla, con la cola entre las piernas temiendo lo que podría venir, cerré los ojos y abrí la puerta de golpe.

Otra vez lo mismo, el mismo cuarto que debería estar dejando atrás volvía a perseguirme para duplicarse otra vez, desde cuánto estaba en esto, ¿un día? ¡¿varios?!, había atravesado habitación y habitación con la ilusa creencia de que tarde o temprano se acabarían , pero ya era más que evidente que eso no iba a suceder, tenía que buscar un plan B, ya que si seguía así, iba a terminar en loca.

Tengo que pararme un momento, vamos a pensar, hay que ponerle orden a las ideas, cerré la puerta detrás de mí con decepción, y deje caer mi cuerpo cansado en el colchón, repase con la mente lo que sabía, lo poco, ¡lo único que sabía!, estaba encerrada en la habitación y no había forma de dejarla porque por cada vez que abría la puerta se volvía a replicar la misma habitación, bajo situaciones normales debería encontrarme con el pasillo, como siempre ha sido, como siempre debería ser, si las puertas ya no eran una opción entonces, cómo saldré, vamos piensa, coloqué mi cara sobre mis manos intentando limpiar mi mente.

Después de unos segundos sin conseguir nada, pasó mi vista por el pequeño cuarto, y termino agarrando una de las revistas del montón, ya que ¿no?, quizás leer me daba una idea, o esa es le excusa que voy a usar para en verdad distraer por un rato mi mente que está al borde de un ataque, con las manos temblorosas, y la cola escondida entre mis piernas, abrí la revista, y mis ojos empezaron a saltar entre las letras sin prestarles verdadera atención, hasta que empecé a fijarme en el significado de las palabras, la forma en que se narraban las cosas, las fotos presentes, mis ojos se abrieron como la luna llena, no es la misma revista, no es una revista normal, comencé a leer con verdadero interés, sin poder creer lo que estaba leyendo.

"Recuerdo como ella tomo mi mano, como yo temblaba, como sus flores se movían con el viento, siempre hermosa, siempre calmada, a pesar de que estaba muriéndose por dentro, tenía la fortaleza de mantenerse parada a mi lado, ante mí, el pequeño demonio, ella volteó, clavo sus ojos blancos, y entre sus labios empezó a susurrar aquello que siempre había permanecido en secreto..."

Estas son, son mis, esperen, no puede ser, pero esta forma de decir las cosas, ésta situación, ¡son mis pensamientos! ¡mis memorias¡.

Relatos de un demonio sin nombreWhere stories live. Discover now