IV: Cuando la diosa me habló

10 1 0
                                    

Es tan gracioso para mí recordar que las primeras palabras que me dijiste fueran un regaño acerca de como trato a mi cuerpo, es tan nítida la visión que se reproduce en mi cabeza de tu mano soltando mi cola mientras decías de tus finos labios : "No creo que este bien que trates así tu cuerpo". Es tan estúpido que me parece ridículo, pero así eras tú.

-¿No puedes ser más calmada?, ni Demian era tan brusco con Emil- no pude evitar hacer aquella comparación que siempre rondaba en mi mente al verte actuar, eso fue lo que te conteste ante el enojo que recorrió mi cuerpo con aquel primer comentario de tu parte, de hecho, tenías toda la razón, pero para ese momento no quería escuchar ese comentario viniendo de ti, no era lo que quería en ese momento, para nada, mi corazón latía desenfrenadamente con tu presencia, el hecho de que me hablaras de la nada, tu rostro rojo por la exaltación y los pétalos volando por todas parte, ahí la diosa se rompió, ya no era más la Arabella oculta de mis fantasías, era la chica real, haciendo contacto conmigo, ¿conmigo? ¿Con alguien tan insignificante como yo? ¿Por qué?, esas dudas recorrían mi cabeza en los segundos de silencio en cuales clave mis ojos en los tuyos.

-Ah, sí, me disculpo, actué por impulso- no negaré que me enoje un poco que actuarás como si nada hubiera pasado, como si no fuera la gran cosa, cuando tomo mi cola como una zona delicada de mi cuerpo, pero aun así, no tuve el valor para reclamarte del todo, porque estaba demasiado distraída con tenerte al frente de mí, tan tangible, tan cercana, era tan raro ver a la inmutable figura de la chica siempre serena y calmada con las flores desordenadas y la cara al rojo vivo- Si no te detenía te me ibas a escapar, eres muy nerviosa- reíste con dulzura, una linda y coqueta risa que se burlaba de mí.

-Tenemos que hablar- dijiste recuperando tu tono habitual de voz, ya te estabas calmando un poco, y el rojo de tu rostro estaba disminuyendo- O, replanteándolo, Yo quiero hablar contigo-.

-Oh, vaya- fue lo único que pude responderte con la impresión.

Tú me agarraste de la muñeca preguntándome si podía, aquel día estabas mostrando más tu faceta impulsiva, aunque no es que me importe, fue tan bello convivir de verdad contigo, ahh, ¿Cómo le iba a responder a esa carita?, a esos llenos de expectativa, a tus bellas flores, ,i pequeño ser se rompió en dos, quería quedarme hasta el infinito hablando contigo peo sabía que tenía que apurarme para conseguir el transporte que pasaba cada milenio, y perderlo significaba tener que esperar ese tiempo para volver a casa, tenía que apresurarme a dar una respuesta, mi única solución fue preguntarte si tú no tenías inconvenientes de acompañarme hasta la parada, estaba tan nerviosa de tener que retrasarte innecesariamente, pero aun así tu rebosabas de amabilidad, y me respondiste que no había problema alguno, me preguntaba qué tenía yo para merecer el hecho de quisieras hablar conmigo, y si yo merecía el costo de que tu hermosa corona de flores se hubiera hecho un desastre.

Mientras bajábamos por la calle recorría un silencio que me helaba los huesos, quién se imaginaría los secretos que guardaban esas casa "solitarias y abandonabas" por las que pasábamos al bajar, no se me ocurría un buen tema de conversación que fuera digno, así que, tú fuiste la que se llevó el merito por romper el silencio. Yo caminaba con la cara agachada, las orejas bajas, y la cola metida entre las piernas.

-Sabes, ser tan nervioso no es bueno, si te asustas así de fácil quiere decir que le tienes miedo a algo, y vivir del miedo no bueno para tu salud mental, ¿A qué le puedes tener miedo?- no sé porque, sentía la leve impresión de que ya había escuchado esas palabras de parte de otra persona.

-A los malandros- le respondí, intentando hacer una broma para aligerar el ambiente que yo sentía tan pesado, si nos ponemos serios, a qué no le tengo miedo, el miedo a las expectativas de mi madre, el miedo a crecer y enfrentar el mundo, pero ese no era el momento para ponerse a hablar de esas cosas, así que te respondí con lo que pude- Además parte del miedo es bueno, te mantiene vivo, tú no te vas a parar al lado de un tigre y esperar que te mate porque eres muy valiente como para huir.

Relatos de un demonio sin nombreWhere stories live. Discover now