Una inesperada llamada causa que Aaliyah Cooper tome el primer vuelo al pequeño y fantasmal pueblo de Forks. Inmediatamente se ve rodeada de extraños misterios y antiguas leyendas que rodean las calles del pueblo, dispusta a hallar la verdad tras la...
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Aaliyah.
El corazón de Bella dejo de latir. Sonreí alzando la mirada hacia el rostro de Jacob, quien me abrazaba por la espalda. El me miró con un brillo de felicidad en sus ojos, y me estrujó contra su cuerpo suavemente. Mirábamos expectantes al despertar de Bella, ansiosos por ver sus nuevos ojos. Un silencio anheloso cubrió la sala, y apreté las manos de Jacob.
Cuando el tiempo pareció hacerse más lento, y lo único que se oía eran las suaves respiraciónes de Jacob y mía. Bella abrió los ojos. Un suspiro de alivio y felicidad broto de mis labios.
Ella se movió a toda velocidad, encontrándose con el vampiro de ojos dorados, que la miraba con amor. Sus manos se acariciaron como si solo existirán ellos dos y aparte la mirada hacia Jake quien tenía los ojos puestos en mí.
— Hay que darles espacio. — susurré y el me soltó, para después entrelazar nuestras manos. Caminamos fuera de la sala, y salimos de la casa. Nos sentamos en un tronco caído, y apoye mi cabeza en el hombro de Jake.
— Me alegra que haya un poco de paz. Hacia tiempo qué no me detenía a respirar aire fresco, tranquila y sin preocupaciones. — suspiré acariciando con los dedos, la palma de la mano del moreno.
— Mi única paz es que tú estás bien.
Lo miré a los ojos, y su mirada reflejó un aire de angustia y temor. Sonreí posando mis manos al rededor de su rostro y le di un corto beso en los labios.
— Ya no te preocupes por eso.
— No puedo evitarlo. Ellos... Hicieron algo imperdonable. — desvío la mirada arrugando su entrecejo.
— No hagas algo que luego te arrepientas — busque su mirada, inclinando levemente la cabeza. — ¿Okey?
Jacob me lo había dicho. La ley más poderosa de los lobos. El significado de la imprimación. Cuando desperté de mi inconsciencia horas después de la lucha, Jacob me abrazó con fuerza llorando en mi hombro. Nunca lo había visto tan asustado y tan angustiado como ese día, y cuando tuve la noción de recordar cómo había terminado con una venda rodeando mi cuello, le pregunté. El dudo en decírmelo, pero al final me lo contó.
“Es algo de lobos. La imprimación es como la gravedad, tu centro cambia. De pronto no es la tierra la que te sujeta. Daría cualquier cosa, serías cualquier cosa que ella necesitara... Un amigo, un hermano, un protector, un amor. De pronto tu existencia no te parece vana, ahora vives para ella, su felicidad es tu felicidad, su tristeza es tu tristeza. El mundo se ve más colorido, te sientes completo al lado de esa persona, porque sabes que jamás estarás solo, y jamás volverás a sentir ese sentimiento de soledad. ”
Esas habían sido las palabras de Jacob. Las recordaba como si me las estuviera diciendo, recordaba sus ojos cálidos mirándome, sus manos tomando las mías, sus palabras acariciando mi corazón como el sol acaricia las flores. Podía sentirlo, esa felicidad llenándome por completo, al saber que yo era su impronta.
